
Crítica de cine. Good Boy, ¿puede el terror verse a través de los ojos de un perro?
Good Boy sorprende con una historia de terror narrada desde la mirada de un perro y dirigida por Ben Leonberg
La historia se cuenta desde la perspectiva de un perro llamado Indy, un retriever de Nueva Escocia que, junto a su dueño, Todd (Shane Jensen), se muda debido a la enfermedad que sufre el amo.
Así llegan a una antigua granja rural propiedad del abuelo. Desde su arribo, Indy comienza a percibir sombras terroríficas que los humanos no ven… rincones vacíos… enfoques del pasado... lúgubres advertencias… hasta descubrir que la morada guarda centinelas de recónditos secretos.
Conforme avanza la trama, las fuerzas malignas comienzan a afectar a Todd, y tendrán que hacer lo imposible por protegerse, al igual que Vera (Arielle Friedman), el abuelo (Larry Fessenden) y Richard (Stuart Rudin).
Good Boy: La crítica de Jorge Suárez
Original, muy original es Good Boy pues, que yo recuerde, nunca había pasado algo así: es la primera vez que veo un filme cuya narrativa se nutre de la visión de un perro, y ello crea una sensación bastante sui generis de terror e impotencia emocional en el espectador.
Y al unir todo esto brotan en el lienzo de plata los aislamientos sociales, las enfermedades propias de los seres humanos y la lealtad de un can. Es tal su logro que se llevó un galardón en el reciente Festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges, en Cataluña (España).
Ben Leonberg debuta como director y lo hace meritoriamente. Como es dueño de Indy (y gracias al entrenador), han hecho del perro todo un astro. Lo que más llama la atención es que no se basa en la típica historia sobre humanoides enfrentando situaciones mil veces expuestas en el écran de años atrás, no.
Lo que hace Leonberg es depositar en el perro toda la acción que lleva el largometraje, logrando que los espectadores -en especial los dueños de mascotas- comprendan lo que un animal podría sufrir si le tocase vivir situaciones hoy inverosímiles, pero posibles.
Después de todo, conocemos muy poco de lo oculto, del más allá, pero sí hemos visto El sexto sentido (1999), donde Haley Joel Osment, con su personaje, veía muertos.
Sin embargo, hacia el final deja ver sus fallas. Pero hablemos primero de sus triunfos: argumento y enfoque precisos; tanto la dirección como “la actuación” del perro son dignas de verse.
El guion y algunas escenas resultan repetitivas, pero no lo suficiente como para opacar su decidida originalidad. Los ángulos bajos sitúan al cineasta a la altura de lo que un perro ve y, por lo tanto, su atmósfera es siempre inmersiva.
Un dato para destacar
Los perros tienen un sexto sentido y una agudeza sensorial excepcional. En lo espiritual, son acompañantes, protectores y demuestran en todo momento su lealtad, empatía y un profundo vínculo emocional con sus dueños.
- Calificación: * * * 1/2
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