
Crítica de Cine. Fue solo un accidente, ¿la obra más potente de Jafar Panahi?
Lee la crítica de Fue solo un accidente, el impactante thriller político de Jafar Panahi ganador de la Palma de Oro
Durante la noche, un sujeto con pierna protésica maneja su coche, va con su mujer e hija cuando atropella y mata a un perro.
Para componer el vehículo llega a un obraje donde Vahid (Vahid Mobasseri), modesto mecánico originario de Azerbaiyán, país en otrora soviético, lo reconoce por el sonido que hace su “pata de palo”. Al día siguiente lo persigue, lo secuestra.
Desea matarlo y enterrarlo en el desierto. Le dice que reconoció su voz y su tambaleante andar, tal como eran los de Eghbal (Ebrahim Azizi), su antiguo torturador en la prisión iraní. Por ello ha reunido a ex presos políticos de aquella época para vengarse.
Entre ellos están el librero Saral (George Hashemzadeh); Shiva (Mariam Afshari), la fotógrafa; Goli, la novia (Hadis Pakbaten); Alí (Majid Panahi), el novio, y el trabajador Hamid (Mohamad Ali), pero enfrentan la posibilidad de haber raptado a la persona equivocada.
La crítica de Jorge Suárez
No sería justo empezar el análisis de Fue solo un accidente si no escribiese un prólogo sobre Jafar Panahi, laureado director de 65 años de edad (Mianeh, Irán, julio 11 de 1960) y considerado uno de los directores más influyentes del cine de su país, del mundo, pero, supuestamente, sempiterna víctima de la política gubernamental. En 1996 ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por su filme El globo blanco.
En el 2000 obtuvo el León de Oro (Venecia) por El círculo. En el 2003 tomó el galardón llamado Una Cierta Mirada (Cannes) por Sangre y oro. En el 2010 fue nombrado parte del jurado del Festival de Cannes, pero su gobierno no le permitió asistir. El comité organizador dejó, en su honor, “la silla vacía”, cual símbolo de represión.
Años más tarde fue sentenciado a seis años de prisión y a no trabajar 20 años. A los siete meses y luego de una huelga de hambre fue liberado, pero había filmado clandestinamente Los osos no existen (2022). Ahora, en este 2025 ganó la Palma de Oro por la cinta que hoy analizo.
Voy con ello: la profundidad del tema, el buen humor, la tensión y su crítica al autoritarismo hacen de este largometraje una obra maestra que funciona como thriller, como deliberación sobre la venganza y los traumas que acarrea.
Brota con narrativa supuestamente simple, de amplio orden moral, pero en realidad es un drama que vive entre la justicia y la venganza; de cómo las buenas personas reaccionan al desafuero, a la corrupción, a la crueldad y a los sobornos que un país pueda ostentar. Como lo dice Peter Travers en su columna: “(Lo difícil) que es batallar por la justicia cuando el Estado lo impide”.
Para aminorar su peso argumental, Panahi le inyecta vendavales de comedia, estallidos de emociones y sacudones de crítica sobre la política, sobre lo social y todo ello artísticamente hecho. Nadie dejará de reír cuando vean la secuencia del grupo empujando el vehículo sin gasolina, inclusive la novia cuya venganza es matar al tipo que la violó.
El conjunto de actrices, actores, de intérpretes secundarios es tan valioso que no sería justo separarlos del aplauso, todos ellos forman un grupo histriónico de total relevancia. Este año, la Academia de Hollywood dará un Oscar “al mejor grupo actoral o reparto”, pero no se ha publicado el reglamento y sería prematuro avizorar a los intérpretes de Fue solo un accidente como posibles nominados.
Sin embargo, la imaginación carece de cadenas y los cinéfilos ecuatorianos que sepan de cine los nominarán, pues el filme es el que representará a Francia (es una coproducción rodada con dinero proveniente de Irán, Francia y Luxemburgo) en la nonagésima octava ceremonia de los premios Oscar.
Es la cinta ideal para los estudiantes de cine, políticos o cualquier persona que quiera ver cine de calidad. Más, pese a todo, la película tiene una falla: ciertas escenas son innecesarias, pero eso no le quita estrella alguna debido a su fuerza moral y a esos dos finales, finales que dejan sin aliento.
Y algo más… ¿Cómo hace Jafar Panahi para filmar bajo tanto control gubernamental?, pregunté a Inteligencia Artificial pues eso no creo podría formularlo en la noche del Óscar.
Esto me respondió, textualmente: “Jafar Panahi no es un director que necesite millones para hacer una gran película, pues se vale de metáforas visuales para sortear la censura del régimen en el que vive (reside en Teherán). Critica ese poder autoritario explorando dilemas morales. Utiliza vehículos o espacios cotidianos para filmar en secreto”.
- Calificación: * * * * *
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