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El monopolio de los grandes productos norteamericanos acapara cada vez más pantallas y reduce el circuito de exhibición de artículos propios. .Archivo Shutterstock

Latinoamérica audiovisual

México, Argentina y Brasil fueron países importantes en producción propia. Perú, Colombia y Ecuador crecieron luego de movimientos vanguardistas

A lo largo de la historia, el cine latinoamericano ha ido construyendo su propia leyenda dentro de la cinematografía mundial, mostrando rasgos de auténtica madurez y genialidad conforme fue pasando el tiempo. Pero también ha visto mermar su rendimiento en varias ocasiones, haciendo que su impacto, tanto en salas como dentro de la crítica especializada, haya sido escaso.

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Nuestro continente está marcado a fuego por dos grandes características muy distintas: el talento y la irregularidad.

Durante todo el siglo XX, la región fue fortaleciendo su cinematografía de manera progresiva. México, Argentina y Brasil fueron los países más importantes en cuanto a producción propia; pero luego de varios movimientos de vanguardias, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y Uruguay también verían crecer sus rendimientos y engrosar su industria. Pero este camino nunca fue del todo regular, ni siquiera para los tres primeros países.

América Latina ha vivido épocas doradas, seguidas por estrepitosas caídas de producción. Por eso es pertinente pensar en dónde se encuentra nuestro cine hoy en día y cuál es la dirección que se propone tomar.

Hoy, por hoy, la industria audiovisual vive un momento bisagra, en el que la manera de producir se está transformando significativamente.

Las oportunidades de cambio son ideales para la inserción de nuevos talentos y justamente, ingenio es algo que siempre le sobró a estas tierras.

Pero el monopolio de los grandes productos norteamericanos acapara cada vez más pantallas y reduce el circuito de exhibición de artículos propios. Hay muchos países que cuentan con estrictas leyes que protegen la industria audiovisual nacional (Francia, por ejemplo), fortaleciendo un poco más sus productos. Esto no significa que uno debe dejar de disfrutar de los artículos de Hollywood pero, claramente, su poderío comercial tiene enormes ventajas respecto a otros lugares del mundo.

El principal modo de que las cosas cambien para nuestro cine es poder cohesionar un movimiento más complejo: mostrar apoyo del público a productos locales y, a su vez, que los artistas de cada país de Latinoamérica logren interpelar a su gente de un modo innovador y auténtico.

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Esto, que parece complicado, no lo es tanto, teniendo en cuenta lo accesible que es actualmente generar contenido audiovisual.

Corriendo desde atrás en lo económico, América Latina debe hacer gala de su creatividad y talento para poder encontrar un lugar importante dentro de la generación de contenidos en esta nueva era.

Un espacio que, sin lugar a dudas, supo generar tiempo atrás y que tiene todas las herramientas, no solo para recuperarlo sino para sostenerlo en el tiempo. Para que un día no tengamos que hablar más de territorio recuperado, sino de tierra sembrada con talento y constancia.