Dentro de las cocinas del reality MasterChef Ecuador, Ana Vera fue una de las que más crecieron en conocimientos. Aunque su fuerte es la respostería, la competidora oriunda del cantón guayasense El Empalme mostró un buen desempeño en los retos con platos de sal.

El resultado se vio reflejado en la final, al obtener el segundo puesto y recibir como premio un cheque de seiscientos dólares que usará para su futuro negocio: una pastelería.

Sin embargo, lo más importante es el reconocimiento del público y la publicidad que le dejó el programa, gracias a la calificación de los jueces de la competencia, los chefs Carolina Sánchez, Jorge Rausch y la empresaria gastronómica Irene González. Fue durante uno de los tantos retos que Rausch, a punta de cuchara, se comió casi la mitad de la torta que Ana presentó y que le valió seguir en el programa.

Su entrada al reality, que se grabó durante dos meses en Bogotá, Colombia, se dio por casualidad. Estaba tramitando un crédito para implementar su pastelería, cuando se enteró del casting para la tercera temporada y decidió arriesgarse.

Uno de sus mejores platos, el más ‘bueno’, fue el encebollado que le enseñó a preparar su madrastra. Aprendió a cocinar a los 10 años, gracias a las enseñanzas de las tres mujeres a las que considera su mamá (la biológica, su tía y una de sus abuelitas).

Actualmente, continúa con los trámites para obtener el crédito que le facilite la apertura de su negocio. Además, su deseo inmediato es grabar videos con tutoriales de respostería a través de sus redes sociales.

Madre de tres hijos, antes de convertirse en una ‘famosa repostera’, Anita trabajaba en su casa entregando pedidos de tortas y bocaditos, labor que quiere desarrollar en grande con los conocimientos que adquirió en el reality que le cambió la vida.