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Su producción es impecable, su edición ronda la perfección, su banda sonora es justo lo que uno desearía, o esperaría, escuchar en un programa así.TOMADA DE @teleamazonasec

Masterchef Ecuador: Un buffet nutrido de entretenimiento

No todo lo que se presenta y produce en la pantalla ecuatoriana es malo, y eso es digno de destacar

El formato de reality lleva ya algún tiempo entre nosotros. Arrancó durante los primeros años del siglo que transcurre, allá por el 2003, cuando el primer Gran Hermano con participantes ecuatorianos encandilaba nuestras pantallas. Si bien es cierto su formato arrancó con una potente dosis de voyerismo a la carta, ha cambiado con el pasar de los años. Primero en una suerte de mutación y luego en una clara evolución donde los talentos de los participantes también entraban en el juego: cantar, bailar y sí, hasta cocinar.

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Personalmente, puedo decir que disfruto del formato de reality. Es claro que hay excepciones, pero cuando el producto está bien realizado es fácil consumirlo. Ese es, justamente, el caso de Masterchef Ecuador en donde se ha “franquiciado” una fórmula con gran cuidado por los detalles. Desde el impecable estudio que recibe a los participantes hasta su sobresaliente casting. En cada episodio de Masterchef Ecuador se percibe un gran trabajo de producción y edición que el ávido televidente agradece y aplaude. No es casualidad que su séquito sea amplio y su rating envidiable. He visto ambas temporadas y puedo decir, sin temor a equivocarme, que la calidad visual se ha mantenido aún con una pandemia a cuestas y toda la dificultad que su producción supone en tan convulsionados tiempos.

No quiero interiorizar en cada uno de los participantes. Sí puedo, sin embargo, aplaudir la amplia paleta de personalidades que ambas temporadas nos han presentado. Ante un elenco así es muy difícil no apasionarse y proliferar nuestra empatía, o la falta de ella, por tal o cual cocinero. Recurro nuevamente al encomiable trabajo de edición a través del cuál se nos presenta prolijamente cada detalle importante que en el set sucede y, aquí está lo grandioso, contado por los mismos protagonistas. La producción de los retos, todos desafíos interesantes para ver y hasta intentar, se nota cuidada y probada. Entiendo que fueron llevados a cabo antes de proponérselos a los protagonistas y martirizarlos con su ejecución. Es entretenimiento en su máxima expresión, fácilmente consumible y muy disfrutable.

Tengo que hacer una mención especial por el jurado, parte esencial del éxito o fracaso de cualquier reality. En el caso particular de Masterchef, a diferencia de otros programas reality, el público televidente no tiene voto. Esto hace que la selección del jurado cobre gran relevancia puesto que serán los que se lleven el favor o repudio de los que consumimos el programa. No solo deben ser extrovertidos y agradables a la cámara, deben representar y emanar una autoridad culinaria a la que tanto los participantes como los televidentes debemos plegar. Masterchef Ecuador ha escogido sus jurados con prolijidad. Primero yendo a lo seguro con Jorge Rausch, quien es la persona que ha aparecido en la mayor cantidad de programas de Masterchef en el mundo. Su carisma se envuelve en una estricta personalidad. A veces se nos presenta cercano y otras despiadado. No puedo sentir que lo he sentido desmedido. Luego, Carolina Sánchez, quien es un verdadero orgullo para Ecuador haciendo brillar nuestra gastronomía en tierra extranjera y obteniendo el máximo logro que un restaurante pudiera obtener al ser la única chef ecuatoriana ostentando una estrella Michelín. Carolina es siempre dulce y sus devoluciones, justas, buscan el crecimiento de cada cocinero en la competencia.

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Debo ser justo y decir que en esta segunda temporada he extrañado a Quique Sempere, el único jurado que no repitió su rol. Quique era muy carismático y su porte robaba miradas y tiempo en pantalla. Sin embargo, sus devoluciones eran muy acertadas y se notaba sabiduría culinaria en ellas. Quique fue reemplazado por Irene González quien aporta otra visión a las devoluciones dadas a los participantes. Al ser empresaria culinaria su aporte está más en la presentación y la experiencia que los platos de los participantes entregarían a los comensales. Creo que le ha costado encontrar su lugar en el programa, que ahora lo tiene, pero que en un inicio se notaba con menos autoridad para brindar consejos netamente culinarios a los participantes.

Masterchef Ecuador es entretenimiento de alta calidad. Su producción es impecable, su edición ronda la perfección, su banda sonora es justo lo que uno desearía, o esperaría, escuchar en un programa así. Érika Velez conduce, con garbo y espontaneidad, un gran programa que recomiendo ver. No todo lo que se presenta y produce en la pantalla ecuatoriana es malo, y eso es digno de destacar.