Guayaquil

La venta de trajes típicos vive un inédito julio de pérdidas

Los locales de atuendos guayaquileños tienen escasos clientes. La suspensión de festejos por la pandemia es otro golpe como el de octubre por el paro 

Trajes típicos
En los exteriores de su local, Vicente Tigua ofrece trajes típicos y cintas a bajo precio, pero tiene poca venta en comparación con julio del año pasado.Jimmy Negrete / EXPRESO

Abre su negocio pasadas las 09:00. Saca hasta la vereda del local los maniquíes que lucen los atuendos de la guayaquileña bonita (vestidos largos celeste y blanco, sombrillas y sombreros de los mismos colores) y del personaje Juan Pueblo (guayabera, gorro y pantalón negro). Con optimismo espera a los clientes, pero estos nunca llegan.

Es Vicente Tigua (45), quien desde hace 28 años trabaja en la venta de trajes típicos que se usan en desfiles y pregones que se organizan en julio y octubre por las fiestas de Fundación e Independencia de Guayaquil, respectivamente.

Antes de la pandemia abría mi negocio a las 09:00 y ya tenía clientes; ahora atiendo desde las 10:00 y hasta las 16:00 que cierro, recibo la visita de poca gente.

Juan Villalta, dueño del almacén Nuris
locales+centro de la ciudad+cierres+pandemia

El centro de Guayaquil se estanca en el rojo

Leer más

Con el rostro melancólico y la mirada clavada en la mercadería que exhibe, el comerciante asegura que el negocio no arranca, a pesar de que las actividades poco a poco se están normalizando en la ciudad, luego del confinamiento y pasar del semáforo color rojo al amarillo debido a la pandemia causada por la COVID-19.

“Solo vendo dos trajes diarios, con lo que gano 30 dólares; en cambio, el año pasado por esta misma fecha vendía hasta una docena de trajes típicos al día, que significaba un ingreso de 180 dólares”, reconoce Tigua, quien vislumbra nuevas pérdidas al igual que en octubre de 2019, cuando se produjo un paro nacional.

Las clases virtuales mermaron las ventas de los trajes típicos que eran usados por los estudiantes en sus actos cívicos. Ellos ahora reciben enseñanza en casa.

Ana Nieto, propietaria del almacén Novedades Gaby

“En octubre pasado tuve que embodegar la mercadería que no vendí por la suspensión de las actividades en plenas fiestas octubrinas. Tenía la esperanza de correr con mejor suerte durante los festejos julianos de este año, pero la pandemia me ha golpeado de nuevo”, lamenta el pequeño comerciante, en su local ubicado en Seis de Marzo y Sucre, centro de la ciudad, quien debido a las ventas bajas ha tenido que prescindir de tres de sus cinco empleados.

Bachita

Con su celular ayuda a que 42 alumnos continúen sus clases

Leer más

Ahora trabaja con dos personas y a él le toca hacer hasta de enganchador de clientes. “Venga, venga, vestidos a 10 dólares, sombrillas a 3 dólares y guayaberas a 7 dólares; venga, venga”, grita en el exterior de su negocio, mientras golpea las palmas de las manos para llamar la atención de quienes transitan por esa zona céntrica.

Las ventas en general han bajado un 70 % y en el 30 % de lo que se expende no están los trajes típicos. Tengo mercadería del 2019 que aún no puedo vender.

Leonardo Vargas, dueño de la tienda Creaciones Yolever’s

Esa misma situación la viven los dueños de los 25 negocios de trajes típicos ubicados entre las calles Seis de Marzo, Lorenzo de Garaicoa, Clemente Ballén, 10 de Agosto y Sucre, que por esta época recibían a cientos de personas, especialmente madres de familia que buscaban algún atuendo que lucirían sus hijos en los eventos que desarrollaban los planteles educativos para rendir homenaje a Guayaquil, con motivo de las fiestas de fundación.

juliano2
Jhonny Cedeño muestra los banderines que en las fiestas julianas solían tener buena demanda, pero que este año ha sido diferente.Jimmy Negrete / EXPRESO

“La pandemia, la suspensión de clases presenciales y de varios eventos públicos han dañado los negocios”, menciona Dayanna Parra, empleada de otro almacén de la zona, al mostrar la mercadería, mucha de ella aún empacada en cartones y fundas, en la que su jefe invirtió cerca de $ 4.000 el año pasado y de cuya venta pensaba obtener ahora $ 2.000 en ganancias o por lo menos recuperar lo invertido.

En ese local no solo se venden atuendos guayaquileños, también se expenden banderines celeste y blanco, sombreros, guayaberas, sombrillas, abanicos, guantes, así como cintas de Criolla Bonita, Estrellita de Octubre, Srta. Fundación de Guayaquil, etc., que tampoco han tenido demanda, ya que los eventos fueron suspendidos por el distanciamiento social de la ‘nueva normalidad’ que vive la ciudad.

Maleza en escuelas

La cuarentena deja en el olvido a los planteles fiscales

Leer más

Jhonny Cedeño también lamenta las pocas ventas que tiene el negocio que heredó de su padre hace 15 años. “Nunca había vivido una crisis similar, esta solo se compara con la del 2000, por el feriado bancario y la dolarización”, comenta, al señalar que desde el 1 de julio solo ha vendido tres docenas de banderines que una maestra llevó para un evento escolar que desarrollará con sus alumnos de manera virtual. Mientras que los trajes típicos ha preferido no exhibirlos porque nadie los compra.

Cedeño, al igual que otros comerciantes, ha tenido que idear nuevas maneras de mantener activa su tienda. Por eso ahora vende trajes de bioseguridad a precios económicos.

trajes guayaquileños
Dayanna Parra saca la mercadería guardada para exhibirla en el almacén donde labora.Jimmy Negrete / EXPRESO

Una chompa cuesta 10 dólares y un overol 15. “De alguna manera hay que sacar dinero para comer y pagar el arriendo del local”, agrega quien a un costado de su almacén exhibe los trajes típicos y uniformes escolares, y en otro, los trajes de bioseguridad.

Garaje-Libros-Guayaquil

Los libreros se unen para enfrentar la economía de la pandemia

Leer más

Cuando aún faltan 12 días para que se celebren los 485 años de la Fundación de Guayaquil, los comerciantes abrigan la esperanza de poder vender la mercadería varada.

EL DETALLE

Reinventarse. Los dueños de los almacenes ahora, también, expenden trajes de bioseguridad para obtener dinero para comer y pagar el alquiler del local.