
¿Por qué unirte a un club de lectura en Guayaquil? La resistencia cultural que crece
Más allá de leer en solitario: descubre cómo grupos en universidades y barrios están transformando el hábito de la lectura
Parece que pasaron los tiempos en que las historias debían, por obligación, leerse en papel y tallarse de forma análoga en máquinas. Con la extinción de esos formatos, también se abandonó la costumbre masiva de ‘devorar’ libros enteros a la semana, o al menos de prestarlos, al punto que hoy en Guayaquil es un hábito ocasional: solo el 46 % de los ciudadanos lee uno o, como máximo, dos libros al año.
Estadísticas de percepción local
Esto lo reflejó la más reciente encuesta de percepción ciudadana ‘Guayaquil Cómo Vamos 2025’, que también reveló que un crítico 35 % de la población no ha leído ningún libro en los últimos doce meses. Las cifras tocan fondo en sectores populares como Cordillera del Cóndor y la isla Trinitaria, donde más de la mitad de los encuestados admitió no leer nada.
En este panorama, en el que la lectura parece relegada por la inmediatez digital, surgen espacios de resistencia cultural: los clubes de lectura, que buscan revertir estas frías estadísticas desde la calidez de la comunidad y el diálogo. Pero, ¿qué ganan quienes deciden unirse a uno?

La sociedad civil se organiza: viajes lectores y geoliteratura
La sociedad civil también se organiza con rigor. Tabula Rasa, coordinado por Manuel Elicio Flor, nació de la necesidad de crear comunidad en torno a la literatura latinoamericana.}
"Lo más valioso es la conversación. En cada sesión surgen diferentes puntos de vista que se contrastan y disputan entre los dialogantes, el diálogo y el debate terminan siendo muy interesantes", cuenta Flor a EXPRESO.
Actualmente, el grupo realiza un ‘viaje lector’ por el continente, completando el mapa de América Latina a través de sus novelistas. Ya han ‘recorrido’ Perú, Colombia, México, Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile.
“Buscamos un lugar para leer a autoras y autores de nuestros países, conversar sobre sus obras desde una mirada crítica”, explica Flor ; mientras que Pilar Hunter, miembro del club, valora este intercambio de ideas que rompe con la soledad inherentemente solitaria de la lectura.
"Me gusta la variedad de opiniones y puntos de vista que nacen de un determinado libro. La dinámica del grupo es muy buena y la dirección de Manuel es fantástica".
PalabraLab, más de 10 años de esfuerzo por la literatura
Otra iniciativa veterana es PalabraLab, dirigida por Adelaida Jaramillo, quien lleva más de una década fomentando la lectura. Su propuesta incluye la ‘geoliteratura’: ampliar el horizonte leyendo a autores de distintas regiones y equilibrar la balanza hacia más escritoras. Jaramillo desafía el pesimismo: “Creo que hoy leemos más que en cualquier otro momento de la historia”. Su apuesta es por un espacio democrático donde escuchar las diversas interpretaciones de un mismo texto se convierta en aprendizaje colectivo.
"Escuchar las miradas diversas sobre un mismo texto es una forma de aprendizaje. Aunque todos leamos las mismas palabras, cada quien las atraviesa distinto", añade la gestora cutural.
¿Qué ofrecen los clubes universitarios?
Desde la academia, la respuesta busca reconectar con la identidad local. Mónica Murga, directora del programa de Humanidades de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), lidera el club Búmeran, bautizado así en homenaje a la escritora guayaquileña Gilda Holst. “Veíamos que los jóvenes cada vez venían con menos referentes sobre su propio país... Queríamos mostrarles este Guayaquil también a través de las letras”, explica Murga.
Su primer ciclo incluyó a autores como Medardo Ángel Silva y Jorge Velasco Mackenzie. Búmeran no es estático: buscan ser un club itinerante, habitando distintos espacios, como cuando debatieron ‘Historia sin sosiego’ de Carlos Villafuerte. Además, rescatan la oralidad leyendo cuentos en voz alta para compartir resonancias inmediatas. Recientemente, dialogaron con la escritora María Paulina Briones sobre su obra ‘El cementerio de moscas’.

Encuentro de literatura independiente
En la misma línea, la Universidad Casa Grande impulsa el Encuentro de Literatura Independiente (ELI). Santiago Toral, su representante, destaca la importancia de una lectura “más especializada, que tiene que ver con la construcción de mundos”. Desde la Facultad de Artes, también producen: Toral dirige Canutero Editorial junto a estudiantes, quienes realizan la curaduría y venta de obras. Es un ejercicio que busca generar empatía “en momentos de un narcisismo exacerbado” impulsado por las pantallas.
Pasión de la juventud
La Universidad Espíritu Santo (UEES) también se suma con su Club de Lectores, una iniciativa estudiantil que nació en mayo de 2023 y hoy cuenta con aproximadamente 30 miembros. Christian Martínez, coordinador de Gestión Estudiantil y Profesional, explica que el grupo se reúne los martes no solo para debatir el avance de las lecturas, sino para "incentivar la imaginación y el arte" a través de ejercicios de creatividad e incluso la dramatización de fragmentos de las obras.

Martínez detalla que géneros como la fantasía literaria y el suspenso son claves, pues "atrapan desde las primeras páginas" tanto a lectores habituales como a novatos, aunque el club ha explorado desde novelas policiales hasta Gabriel García Márquez. Además, la UEES organiza eventos como la Feria del Libro y el Festival de Leyendas, que incluyen 'El Rincón de los Autores', un espacio que conecta a los estudiantes con escritores nacionales e internacionales (estos últimos de forma virtual) para generar una "conexión emocional" que a veces falta en las aulas tradicionales.
Cinthia Canelos, estudiante y coordinadora del club, comparte su experiencia: “Estar en estos clubes es alimentar la mente”. Para ella, unirse fue superar el miedo a "no ser tan 'intelectual'", una barrera que, asegura, frena a muchos jóvenes. Canelos considera que la lectura es un antídoto contra la desinformación y la superficialidad de las redes sociales. "A muchos chicos de mi edad les falta entender el mundo con diferentes perspectivas, tener criterio propio", reflexiona. "Pienso que la lectura te ayuda a no seguir una corriente y la 'moda', sino a ser firmes en lo que hemos aprendido en los libros... nos vuelve más empáticos y abiertos de mente. Leer no solo informa, también forma".