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Aguiñaga y Tibán, este 20 de noviembre en Guayaquil.CARLOS KLINGER

"Tenemos que despojarnos de los partidos": la frase que Correa no perdonó a Aguiñaga

El diálogo con Lourdes Tibán en el río Guayas fue el punto de quiebre. El expresidente le retiró su apoyo

La sentencia de Rafael Correa en redes sociales —retirando su apoyo a la reelección de Marcela Aguiñaga y dando la razón a Luisa González— tiene un "punto cero": el recorrido fluvial de este jueves por el río Guayas, donde EXPRESO conversó con las prefectas. 

La alianza de la discordia 

Lo que para el expresidente  Correa fue una transgresión imperdonable a la línea partidista, para las prefectas Marcela Aguiñaga y Lourdes Tibán fue simplemente "sentido común". 

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El detonante ideológico quedó registrado cuando Lourdes Tibán tomó la palabra. La prefecta de Cotopaxi, consciente de las diferencias históricas entre Pachakutik y el correísmo, lanzó la premisa que marcaría la jornada:

"Es necesario un partido político para llegar a ocupar un cargo. Pero una vez que llegamos, tenemos que despojarnos de los partidos políticos para pensar en unidad, para pensar en común".

Lejos de refutar esta postura o defender la supremacía del proyecto político (como suele exigir la disciplina de la RC5), Marcela Aguiñaga validó el discurso. La prefecta del Guayas aseguró que la Mancomunidad fue posible gracias a que siete prefectos "se han despojado de los egos, de los intereses partidistas, para pensar una causa común".

Para la línea dura del correísmo, escuchar a su directora provincial coincidir en que los "intereses partidistas" son un obstáculo, en lugar de una guía, fue la prueba definitiva de su alejamiento.

Marcela Aguiñaga y Lourdes Tiban
La prefecta del Guayas, y la del Cotopaxi compartieron un viaje por el río Guayas.Carlos Klinger

Tibán anticipó la tormenta: "¿Qué dirán los correístas?"

Hubo un momento premonitorio en la embarcación. Lourdes Tibán, con la agudeza que la caracteriza, supo que la imagen de ambas riendo y "conspirando" a favor del río no caería bien en las filas orgánicas.

"¿Y ahora qué dirán los correístas?", bromeó Tibán. Luego, defendió a Aguiñaga de los críticos externos, revelando un detalle sobre su lealtad que, irónicamente, no bastó para calmar a Correa:

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"Yo desde la llegada dije: ¿estás desafiliada de Alianza País? Me dijo: 'No me he desafiliado, ni pienso desafiliarme'".

Sin embargo, Tibán cerró esa defensa con una frase que anuló el valor de la afiliación frente a la gestión: "Hay que ponernos las camisetas a un lado... Si alguien quiere hablar de la política del agua, creo que políticamente es correcto hablar del agua".

Mientras Aguiñaga sostenía en el río que "el agua no es política" y que su misión era "transformar cosas" y "hacer las cosas diferentes", Rafael Correa interpretaba estas declaraciones como una claudicación.

La coincidencia de Aguiñaga con la tesis de Tibán —de que "venga quien venga, tiene que seguir la mancomunidad" y de que las autoridades deben dejar de andar "de espaldas" por sus banderas — terminó siendo su sentencia política. Al priorizar la gestión con "el enemigo" (Pachakutik) sobre la confrontación ideológica, Aguiñaga ganó una aliada ambiental, pero perdió, aparentemente, la confianza de su líder histórico.

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