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Músicos. Josué Mieles demostró su alegría al momento de tocar el acordeón. También entona la guitarra y el piano y le encanta imitar personajes.Christian Vinueza

El talentoso mundo de los que no ven

Jóvenes no videntes demuestran sus destrezas en el arte. Cantan, entonan instrumentos y bailan sobre los escenarios. Transmiten que no hay barreras si tienen fe, confianza y alegría

“Mucha gente nos dice que somos discapacitados, pero realmente tenemos unas capacidades muy especiales”. Ese es el pensamiento de los jóvenes no videntes que han sobresalido en el mundo del arte.

Josué Mieles se sienta en su silla frente al piano y empieza la función en su propia casa tocando una de sus canciones favoritas, ‘Yo no fui’, de Pedro Fernández. Tiene una destreza tal que parecería que mira a quienes lo escuchan, pues responde a cada emoción y grito de la gente. Al finalizar su presentación, bromea diciendo “los veo sorprendidos” mientras se ríe.

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Josué pertenece al coro Notas de Luz. Es un guayaquileño de 21 años que se ha ganado el cariño de la gente con sus presentaciones. Su madre, Nancy Mieles, cuenta cómo descubrieron el talento de Josué. “A los cuatro años le regalamos un piano y él inmediatamente nos sorprendió tocando el instrumento. Él no podía ver, pero solo ponía los sonidos que venían en el piano y empezaba a tocar las teclas, luego tocaba y todo sonaba a melodía. Poco a poco fue mejorando y fue cuando lo inscribimos en escuelas para que perfeccioné su vocación”, relata orgullosa, mientras ayuda a Josué a sentarse para continuar el diálogo con este Diario.

A simple vista Josué refleja ser una persona alegre y sin complejos. “Muchos piensan que porque no podemos ver, no reímos; pero es al contrario, nosotros tenemos un buen sentido del humor, más del que se imaginan. Queremos que las personas entiendan que nada es imposible si tenemos fe en Dios y en nosotros”.

Nosotros como profesores también aprendemos de ellos. Ellos nos contagian con su buen ánimo y ganas de salir adelante. Tienen mucho talento.

Ian Moncayo,
director de Artistas Valientes

Queremos demostrar que podemos hacerlo, que podemos lograrlo todo aunque no tengamos vista. Siento mucha emoción cuando estoy en un escenario bailando.

Miguel Álvarado,
bailarín no vidente

El joven artista no solo toca el piano y canta, también toca el acordeón y la guitarra, e imita voces de personajes conocidos. Mientras habla con EXPRESO imita al expresidente Rafael Correa, al exalcalde Jaime Nebot y al comentarista deportivo Roberto Bonafont. “Amo narrar partidos de fútbol. No los puedo ver, pero los imagino y relato”.

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Uno de sus maestros ha sido Ian Moncayo, quien ha dedicado 13 años a enseñar a las personas no videntes a descubrir el arte. “Uno cree que les enseña, pero yo soy el que más aprendo. Trabajo con cerca de 100 jóvenes y cada día es una aventura. Ellos son aplicados en lo que hacen”, asegura el profesional, director de la academia Artistas Valientes, donde comparte con más de 500 personas con capacidades especiales.

Ian indica que ahora las clases se realizan de manera virtual, por la pandemia, pero reconoce que el proceso ha sido complejo. “Al inicio no era fácil, pero teniendo en cuenta que tienen desarrollados sus otros sentidos a la perfección, utilicé el oído como la herramienta más importante. A través de los parlantes les iba describiendo verbalmente todo: salten, agáchense, un giro más pronunciado. Lo hacían todo una y otra vez y le agarraron el ritmo”.

El músico recuerda una vez en la que grabaron un video que agotó a todos, menos a los chicos. “Su energía nunca se acabó y eso es admirable. Fue otra lección aprendida”.

David Gómez, de 17 años, es otro de los jóvenes guayaquileños que sacan todo su talento sobre las tablas. “Me emociona escuchar cómo el público se conecta cuando la melodía está sonando. He cantado con el artista ecuatoriano Maykel, delante de cientos de personas. Estaba nervioso, claro que sí; pero mis amigos me han ayudado. Al final todos nos lucimos”, dice entre risas.

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Cantantes. David Gómez ha compartido escenario con grandes artistas ecuatorianos, como Maykel (en la gráfica).Chistian Vinueza

Sin embargo, el talento no solo se limita a cantar y tocar. Gina Galora baila y a sus 24 años se ha presentado en teatros y malecones de la provincia para moverse al ritmo de canciones modernas; sola o acompañada y ante decenas de personas.

“Siempre quise aprender, pero no sabía cómo me iban a enseñar. Luego dejé el miedo a un lado. Los profesores han tenido confianza y paciencia conmigo. Ellos delicadamente me explican a detalle los pasos, entonces los hago. Y si no puedo, me van guiando a través de los movimientos que, estirando mis brazos o flexionando mis piernas, me ayudan a hacer. Una vez aprendidos, ya todo fluye”, indica la joven, miembro del grupo Artistas Valientes.

Los usuarios son atendidos por personal que posee conocimientos básicos de lenguaje de señas.

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Gina cuenta la experiencia de su primera vez en los escenarios. Tenía 19 años, la acompañaban sus familiares y estaba aterrada. Pero bastó que suene la canción para dejarse llevar por los movimientos que había aprendido y que imaginaba en la memoria. “Me veía flotando, fue emocionante porque tuve que guiar a una persona con autismo, también miembro de mi agrupación. Recibimos muchos aplausos. La experiencia fue increíble”. Su sueño es seguir bailando, ser parte de alguna academia que recorra el país o ser incluso solista. Ella ama cantar.

Miguel Alvarado es otro ejemplo para muchos. A sus 58 años ha sido coreógrafo y bailarín de su propio grupo de danza folclórica, que fundó hace siete años con el fin de demostrar que las personas no videntes pueden ser independientes y artistas.

Él, quien se ha presentado en decenas de espacios culturales y teatros de la ciudad, hace énfasis en que no ha sido una tarea fácil aprender a bailar y enseñar. “Aquí todo lo hacemos hablando, contando los pasos y describiendo prácticamente todos los movimientos. Si alguien no entiende, me acerco y con mis manos le indico cómo hacerlo. En mi mente todo lo tengo claro, luego de que mis maestros me corroboran que lo estoy haciendo de la forma correcta”, detalla el fundador del grupo Nayaraq (que en lengua quichua significa ‘el que tiene deseos’).

En el encuentro, además de charlas, hubo presentaciones artísticas. Entre las actividades destacó un baile de mimos.

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Para todos el arte no es más que la puerta abierta a demostrar lo que saben y con lo que sueñan. Para todos, asimismo, esta vocación que empezó siendo un hobby es la muestra de que no hay límites ni retos que no puedan alcanzar. A veces, coinciden, basta cantar, bailar, reír, interpretar, sentir y ver... nada más que con el alma.

LA CLAVE

Los entrevistados coincidieron en que todo es posible con mucho trabajo y creyendo que lo pueden lograr. Sus anécdotas inspiran a la superación personal.