Fundación
Un grupo de personas recibe capacitación sobre inteligencia emocional en la Fundación Siete.Cynthia Flores

Un cambio de vida para quienes perdieron la visión

La Fundación Siete prepara a un grupo de jóvenes con discapacidad visual para que se conviertan en emprendedores.

Tatiana Palacios tiene 29 años y para ella la vida pasa como si se tratara de una cadena de imágenes en blanco y negro, tal como si estuviera viendo todo el tiempo una película antigua.

Dice que en realidad ante sus ojos las personas aparecen como bultos o sombras. Así es desde hace 13 años, cuando un accidente de tránsito la dejó temporalmente en coma y con una discapacidad visual permanente del 69 %.

No reniega de lo que le ocurrió. Reconoce que sí se deprimió durante cuatro años, en los que hasta le daban de comer en la boca. Hoy ya no hay rastros de esa mujer apagada. Bromea, conversa, ya no atropella las palabras cuando habla y tiene el poder de convicción de una buena vendedora. La Fundación Siete, que abrió formalmente sus puertas el 15 de febrero pasado, le da esas herramientas que la han convertido en una nueva persona.

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Los voluntarios le imparten a ella y a sus compañeros charlas de inteligencia emocional, una capacitación que a Vicente Andrés Reyes, de 21 años, también lo ayuda a ser aún más optimista de lo que era y a tener las armas suficientes para emprender con seguridad.

“¿Dónde está la cámara?, no la veo”, bromea mientras le dicen que va a ser fotografiado. Él perdió completamente la visión a los 17 años. Le pasó en un lapso de seis meses como consecuencia de un tumor cerebral que estaba alojado en el cruce de los nervios ópticos.

Para él, detenerse no era una opción. Tiene un canal de YouTube (Vichito Informático), en el que comparte información sobre programas y aplicaciones fáciles de usar, tanto para la comunidad con ceguera total como para los que tienen baja visión. Son esas herramientas que los ayudan en su trabajo y en las actividades cotidianas.

Pero no solo dedica su tiempo al YouTube. Trabaja además en el mantenimiento del software de las computadoras y de los teléfonos android. ¿Cómo lo hace? Con la ayuda de lectores de pantalla.

Cerca de él está Víctor Manuel Herrera, un ingeniero industrial de 56 años, que quedó completamente ciego como consecuencia de la diabetes. Junto a los compañeros que reciben capacitación en la fundación, sigue trabajando cuando se lo piden. Lo hace en automatización industrial o en su otra faceta: elaborando químicos para la limpieza del hogar.

Diana Abril, de 25 años, es parte del grupo. Ella está perdiendo la visión. “Tengo glaucoma debido a mi diabetes; desde los cinco años soy insulinodependiente”, cuenta, antes de dejar la sala para trasladarse a su trabajo como asistente de Recursos Humanos de una empresa.

En la fundación, los voluntarios avanzan con este grupo en la preparación que los hará convertirse en emprendedores exitosos. Parte de esa etapa incluye ampliar su cultura, por eso les invitan a aprovechar los audiolibros.

Luego, vendrá una capacitación en finanzas y allí sí saldrán a poner a prueba sus conocimientos. Es solo el inicio. En una nueva etapa, la fundación trabajará con personas con otros tipos de discapacidades. Quieren que sean económicamente independientes.

“Les enseño que es posible lograr lo que quieren”

Diego Rodríguez Alarcón es el director de la Fundación Siete. Tiene 30 años, es ingeniero en Desarrollo de Negocios y máster en Programación Neurolingüística.

“Cuando tenía cuatro años, perdí el ojo izquierdo de raíz y me quedé con el derecho. A los 17, comencé con una retinopatía en ese ojo y se me desprendió la retina dos veces en un mes”, cuenta este profesional.

Como consecuencia, de un lado no aprecia nada y del otro ve borroso, pero eso no lo detiene en su deseo por sacar adelante a la fundación.

No ha sido fácil. Durante varios años tocó puertas sin obtener respuestas, pero nada lo detuvo.

El año pasado, finalmente, decidió que debía iniciar la formación, mostrando a otros cómo él salió adelante. Está complacido al sentir el nuevo ánimo con el que los alumnos toman estas capacitaciones en competencias inclusivas.

No todo es braille, cada uno de nosotros tiene una forma de aprender”, explica.

Cuenta que decidió llamar Siete a la fundación, porque ese es el número de miembros que iniciaron con este proyecto. “Es un número que denota sabiduría, conocimiento, resiliencia, desarrollo, armonía, paz, felicidad...”, asegura. Para él, este nuevo camino de enseñanza recién empieza.

Quienes deseen colaborar con la fundación o conocer más de su trabajo, pueden visitar las redes sociales de Facebook e Instagram (@fundacionsiete). También pueden llamar al 0983318354.

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Diego Rodríguez lidera la fundación. Desde niños padece problemas de visión.Cynthia Flores

Llegué a ser una inútil total porque todo me lo hacían; pero me di cuenta de que esa vida no era para mí, así que me dije: me quedo como estoy o camino. Y avancé.

Tatiana Palacios, vendedora.

Al principio decidí trabajar con las computadoras a través de comando de voz, pero luego descubrí a los lectores de pantalla.

Vicente Reyes, mantenimiento de software

Perder la visión fue un golpe duro. No quería seguir adelante, pero decidí virar la página y empezar otra vez de cero.

Víctor Herrera, ingeniero industrial

Siempre he sido muy callada y en la fundación me han ayudado con mi autoestima. Ahora tengo mucha más seguridad en mi día a día.

Diana Abril, asistente de Recursos Humanos.