La-Rioja
Último recurso. Hay casos de habitantes que están vendiendo sus hogares para escapar de esta urbanización, que se ha vuelto zona de riesgo, como varios denuncian.Carlos Klinger

La Rioja se ‘encarcela’ por temor a las balas perdidas y estallidos

Los vecinos se han refugiado en sus hogares; otros han puesto en venta sus casas. Los parques pasan vacíos por temor a los desmanes en la carcel

Los residentes de La Rioja viven con el corazón en la boca todos los días y con el temor de que en cualquier momento una bala perdida caiga sobre sus hogares, o peor aún, sobre sus seres queridos.

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Se ha perdido la paz que muchos buscaban y fue la razón por la que se trasladaron a esta ciudadela de La Aurora, en Daule, que está ubicada al frente de la Penitenciaría del Litoral, separada por el río. ¿La causa? Las balas perdidas y estruendos que llegan por las explosiones y tiroteos que se reportan en este centro carcelario y trastocan la convivencia de las familias, que ven cómo las municiones llegan a sus patios o rompen incluso las ventanas.

Ya nadie sale a recrearse ni a ejercitarse en el complejo habitacional, y el área social ha quedado cerrada en varias etapas de la urbanización. Los padres prefieren no salir a jugar con sus hijos en las calles internas, todo por el temor a que un proyectil hiera o mate a un miembro de su familia.

AlternativasVecinos optan por esconderse en sus viviendas. Otros han ‘escapado’ de la urbanización hacia otros sectores de la ciudad.

David, quien pidió mantener oculta su identidad por el temor que toda esta situación ha generado, relata que una bala cayó en su vehículo este fin de semana, cuando se inició la masacre que en el lugar, según datos de la Fiscalía, ha dejado ya 31 muertos y 14 heridos.

No solo su vehículo está dañado, su salud mental está destruida. No lleva más de un año viviendo en esta urbanización y ya está pensando en mudarse por los inconvenientes que está pasando.

Así como este caso, muchos otros vecinos se han planteado con fuerza mudarse, pero saben que la posición en que se encuentran se ha vuelto desfavorable para encontrar un domicilio en otro lugar.

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Olvido. Los parques y espacios de ejercicio público de La Rioja están vacíos. Pocos se arriesgan a salir de sus hogares por miedo a que las balas perdidas los hieran o maten.CARLOS KLINGER

Priscila Carvajal, moradora desde el 2016 de La Rioja, decidió residir allí con la esperanza de salir del caos constante de Guayaquil, pero solo se ha encontrado con una preocupación igual o mayor de la que se está viviendo en el Puerto Principal.

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“Desde el domingo las explosiones nos despiertan, unidas al sonido de helicópteros y balas... Hasta ahora no ha caído ninguna en mi hogar, pero casas más adelante encontraron casquetes en la piscina de un vecino y en la pared de otro habitante”, comenta Carvajal, quien por precaución ha comenzado a dormir en el piso de abajo de su casa. No quiere ser una víctima colateral de este escenario, sostiene.

Las explosiones y disparos que se escuchan con fuerza desde la Penitenciaría mantienen a todos en alerta, sin poder dormir con tranquilidad por las noches, para poder actuar ante cualquier emergencia.

Cuando han habido estas crisis carcelarias yo he estado fuera de mi casa trabajando, pero me tocó experimentarlo esta última vez. Los estruendos me levantaron desde la mañana y así seguía. Tuve que irme a Sauces hasta que todo se calme un poco.

Tatiana Campuzano, moradora

Muchos llevan más de ocho años residiendo en la zona, conscientes de que al otro lado del río se encuentra este centro carcelario, pero nadie predijo que el descontrol se adueñaría de esa prisión al punto de que sus altercados causen estragos hasta en esta zona residencial, y que ahora deban pagar los platos rotos de una crisis que no habían contemplado.

Cristina López y Lucía Tapia, residentes, concuerdan y señalan que han tenido que acomodar sus casas para dormir en habitaciones que estaban destinadas a otros usos. López amobló el cuarto principal, el más alejado de las ventanas a las que podrían llegar los proyectiles. Ahora su familia, integrada por cuatro personas, duerme en un solo cuarto.

Tapia ha tenido que refugiarse en el piso bajo de su casa por temor a que las balas atraviesen las paredes. Ella y su esposo han acoplado el sillón de la sala para dormir y ‘vivir’ ahí mientras se den los disturbios.

Cuando me cambié acá, no esperé en ningún momento tener que pasar por esta situación. Nadie que compró casa acá, pensó que la inestabilidad en las cárceles sería tal, que los disparos lleguen hasta acá.

Miguel Jaramillo, morador

“Nos toca hacer todo eso, cosa que no debe pasar... Hasta eso, la plusvalía de nuestras casas seguirá bajando y mudarse será imposible porque no hay cómo vender el bien de forma inmediata”, piensa.

Mientras que personas que ya han comprado casas pero aún no se mudan, como Katherine Mayón y Jairo Recalde, de Sauces y Mucho Lote 2 respectivamente, están analizando si vale la pena cambiarse o vender desde ya su nueva morada, pues les atemoriza salir de barrios afectados por la delincuencia, para vivir en otros en riesgo constante por la cercanía con la cárcel y los disturbios que se presentan cada vez con más frecuencia.

Para Abraham Correa, experto en seguridad, la alternativa para protegerse en estos casos es amoblar un cuarto idóneo para resguardo y recubrirlo con muebles para salvaguardar la vida. Aquellos con más capacidad económica tienen la opción de recubrir los vidrios y las paredes con espuma de poliuretano para aplacar los proyectiles.

Aun así, reconocen todos, incluido el especialista, esta no debe ser la forma de vida que uno debe llevar. ¿Dónde quedó la paz?, cuestionan.