Guayaquil

Obra sanitaria en Salinas, disuelta en promesas

Cuatro colectores lanzan agua con basura y sedimento al mar Había peligro de que lo pluvial se mezcle con las aguas negras

Sistema pluvial de Salinas
El sistema de alcantarillado pluvial de Salinas cubre tan solo al 15 % de la cabecera cantonal.Christian Vinueza

Pasadas las 15:00, en el sistema de alcantarillado pluvial de Salinas, que cubre solo al 15 % de la cabecera cantonal, un grupo de rejillas largas y tupidas separa del agua lluvia plásticos, basura y sedimento, es decir, toda inmundicia que los ecologistas repiten no debe expulsarse al mar. Paradójicamente, la acumulación a la vez se evidencia de todo lo que se pudo haber deslizado el lunes pasado a la playa San Lorenzo aunque sin filtros. Y bajo la normalización de su alcalde Daniel Cisneros, que reconoce, se lo ha hecho desde hace más de 17 años.

Feliciano Tomalá, un comerciante de la playa de Salinas, quien recorría el área cercana a uno de los colectores durante el polémico desfogue, recuerda que de esa agua negra, no solo eran fundas y botellas lo que se deslizó al mar, sino también animales en estado de descomposición. “Era una pestilencia tremenda, ese día todos salimos de aquí. Los turistas se fueron y para nosotros lo que debió ser un día de ganancia por el feriado fue solo de pérdidas”, lamenta.

Por su parte, Oswaldo Roca, gerente general de Aguapen-Ep, empresa que dota de alcantarillado y agua potable al cantón, defiende que ese líquido no se mezcló con aguas servidas, al ser sistemas independientes. Para muestra de ello, transparenta a EXPRESO el mapa sanitario de la cabecera cantonal (ver gráfica). Sin embargo, no desconoce que de una tubería tapada por más de un año, ese día, se expulsó todo tipo de basura y sedimento.

Según muestra la gráfica, los colectores de aguas lluvias con desemboque al perfil costero de Salinas son cuatro. Hay uno en la Base Naval de Salinas, otro en el sector Las Palmeras, el que está ubicado frente al Banco Guayaquil y otro cerca al Hotel Salinas. Todos estos hacen parte de un sistema, al que Roca llama antiguo, y que no ha sido cambiado hace más de 36 años.

“Finalmente, todas las aguas lluvias siempre van al mar; pero en todo caso también hay un sistema nuevo, que fue construido en 2004”, cuenta.

La red de alcantarillado pluvial ‘nueva’ a la que se refiere el funcionario, se construyó hace 17 años por la extinta Comisión de Estudios para el Desarrollo de la Cuenca del Río Guayas (Cedege), mediante un contrato con la empresa brasileña Odebrecht. Y desde entonces, Salinas no ha superado el 15 % de cobertura de ese servicio. Eso responde a la cantidad de líquido que se acumula en las calles cuando llueve, reconoce Roca.

Esa anegación de las calles aledañas al malecón de Salinas, que según el funcionario municipal no es común, sí pudo provocar que se mezcle el agua lluvia con la del sistema de alcantarillado sanitario. “Si alguien abría una tapa de alcantarilla, es probable que se hubiera mezclado”, explica. Sin embargo, asegura que aquello no sucedió. “Si no, nos habríamos dado cuenta”, menciona.

Daniela Hill Piedra, directora y fundadora de Amiguitos por el Océano, piensa que el control de la expulsión de aguas contaminadas no solo responde a un sentido común de respeto por el océano y la vida marina, sino que también a un asunto de salud pública.

“No entiendo la lógica de las autoridades. Se les ocurre construir primero malecones y parques, canchas de fútbol, solo porque son obras más visibles. Sin embargo, se olvidan de lo básico. Se olvidan de que el agua y su manejo es un derecho fundamental para toda población”, expresa.

La también bióloga marina recuerda que la problemática se prolonga a lo largo de todo el perfil costero, aun sin reacción de entes gubernamentales, que despierten una consciencia ambiental de la afectación al mar.

“Hay zonas en las que la gente ni siquiera hace un control y limpieza a sus pozos sépticos. No es lógico que ni las autoridades locales ni las nacionales hagan y exijan que los poblados sean dotados de la infraestructura necesaria. Es lamentable que las autoridades sigan teniendo una cultura de reacción, mas no de prevención”, añade.

El gestor cultural y ambiental, Douglas Dillon, al igual que Hill, es consciente de que la falta de infraestructura sanitaria no es un problema propio de Salinas, sino que también salpica a otras zonas turísticas como Ballenita “y a toda la Península sur”, dice.

“En el caso de Salinas, la situación es más dramática porque no tenemos lluvias frecuentes; lo que facilita que se acumule mucho más sedimento y basura (en las tuberías)”, apunta.

El también gerente de la Hostería Farallón Dillon cree que las autoridades deben enfocar sus esfuerzos en el mantenimiento preventivo del sistema de recolección de aguas lluvias, educación a la población para que no arroje basura a los canales y control de conexiones clandestinas de aguas servidas al drenaje pluvial.

“Mucha gente, para ahorrarse conexiones de pozo séptico, se empata al sistema pluvial”, señala. Sin embargo, insiste en que la problemática debe ser abordada de una manera intercantonal y regional teniendo en cuenta la afluencia turística que tiene la Península de Santa Elena.

Este Diario consultó al ministro de Ambiente, Raúl Ledesma, si acaso desde esa entidad del Gobierno central se tiene conocimiento de qué otros municipios costeros descargan sus aguas al mar. Al respecto, instó a preguntarse “en qué otros municipios no se le da mantenimientos a los sistema de desfogue”.

En el cantón, otro de los pendientes es el alcantarillado sanitario. Según Roca, solo el 40 % está conectado al sistema de aguas servidas. El resto usa pozo séptico, confirmó.

Sobre este tema, Ledesma añade otro caso concreto en la Península, es Montañita. Allí, reconoce que también se ha detectado la descarga de aguas negras al mar. “Ahí sí intervenimos con una planta de procesamiento de aguas servidas”, aseguró.

Sin embargo, el funcionario no dio más detalles sobre otros municipios que estén realizando prácticas similares, o si acaso se está inspeccionando a otros municipios. Aunque en territorio, quienes viven y conocen las condiciones hidráulicas de la zona sur de la Península, insisten en que no son asuntos aislados.

“Tanto en Salinas como en La Libertad y otros sectores, hay gente que todavía se conecta a los sistemas de aguas lluvias. Eso es preocupante”, afirma Jacinto Rivera, quien participó de un estudio realizado en 1998, para dotar al área de sistemas de prevención de inundaciones en países afectados por el fenómeno de El Niño.