Guayaquil

“El Municipio obliga al barrio a comer polvo por tiempo ilimitado”

El retraso en las obras de regeneración en la Rodolfo Baquerizo Nazur causa molestias.  Los residentes critican que el Cabildo no respete nunca los plazos

Rodolfo Baquerizo
Obra. Así permanecen casi 300 metros de la Rodolfo Baquerizo. Tras las lluvias esa tierra se convierte en lodo.Miguel Canales Leon

No hay por dónde caminar, los peatones y comerciantes conviven y atienden en medio de nubes de polvo; los más arriesgados (o ya hartos de la misma escena) se lanzan a caminar sobre la tierra o el lodo, sin importar siquiera si van en tacones, y el tráfico en los alrededores se ha vuelto un calvario. En la avenida Rodolfo Baquerizo Nazur, la arteria principal de la Alborada, que los trabajos de regeneración urbana se sigan ejecutando, cuando debieron estar terminados el 27 de marzo anterior, ha complicado la convivencia.

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Según el cartel municipal colgado en uno de los postes, 210 días (contando desde el 27 de agosto pasado) era el plazo para que los trabajos de pavimentación y sustitución del alcantarillado pluvial y sanitario estén listos. Sin embargo, en los carriles en sentido sur-norte, en el tramo que va de la calle Demetrio Aguilera a la Benjamín Carrión, la maquinaria está aún removiendo la tierra.

“Lo que estamos viendo es la respuesta a que los arreglos, como siempre, serán eternos. Ahora a la Alborada le tocó comer polvo por tiempo ilimitado. Típico de Guayaquil. Típico de la Alcaldía. Típico de una administración donde abundan las excusas y creen que por hacernos una obra, la que nosotros mismos pagamos, irónicamente debe hacerse como ellos quieren e irrespetando o cambiando los plazos como les venga en gana”, se quejó el residente Abel Albán, quien habita en el 2° Callejón 17A NE, aledaño al área intervenida, y relata el suplicio que vive a diario.

35 negocios
hay al pie del área ahora intervenida, además de 2 farmacias y 4 entidades bancarias.

Aunque Albán, al igual que el resto de vecinos, no critica que se hagan mejoras (“nos la debían hace décadas”, afirma); sí cuestiona que el Cabildo no cumpla “jamás” con los tiempos de entrega prometidos, aun cuando son evidentes los conflictos que eso causa. Pone como ejemplo lo ocurrido en la avenida Carlos Julio Arosemena, donde una obra de apenas 120 días se ha extendido por casi un año.

Laura Mejillón, quien habita en la Alborada, asegura que está tratando de aceptar la idea de que convivirá con el ruido y los malos olores que emana el sedimento que se ha formado a consecuencia de las lluvias en ciertos puntos, “por un largo tiempo”.

“No quiero tener más colerines ni que mi organismo se vea afectado por todas las cosas que hace mal la Municipalidad. El maldito tráfico, que vivamos en parques que son una selva, la oscuridad que nos rodea..., todo eso me va a matar. No dejaré que el retraso de esta obra me ponga mal. Mas, dejo por sentado que esta administración es la peor”, señaló Mejillón, quien al intentar llegar a una cafetería, terminó enlodada.

La demora en los trabajos nos está afectando. El tráfico está insoportable, las vueltas que hay que dar, el ruido, las trabas... Un recorrido que antes era de 10, ahora es de una hora.

Mishel Pozo,
habitante de la Alborada

Eran las 10:00 y, a fin de acortar camino, atravesó los carriles intervenidos, mientras una retroexcavadora sacaba tierra a escasos metros de donde pasaba. Se hundió, tambaleó, se agarró de las cañas y árboles que halló al paso; y al llegar a la vereda, zigzagueó incluso entre los ciclistas y motociclistas que, ante la restricción del paso vehicular, se han adueñado de la acera.

“No me queda de otra. Sé que este es el espacio del peatón, pero, a ver, ¿qué hago? El letrero dice que la obra dura 7 meses y los 7 meses ya pasaron. Desde ahora circularé por aquí. Que me insulten todo lo que quieran. Que lo que me digan yo lo multiplicaré en contra del Cabildo, que es el causante de este caos”, señaló el ciclista Javier Luna, residente.

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Frente a esta situación, EXPRESO solicitó al Cabildo una entrevista con el director municipal de Obras Públicas para saber a qué se deben las demoras en la ejecución y cuándo finalmente estará lista, pero hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.

En la Rodolfo Baquerizo Nazur existe otro tramo, el que va de la José María Egas a la Demetrio Aguilera, donde se levanta una veintena de negocios y hay una entidad bancaria, además de un centro de salud, que también genera una serie de quejas, pese a que los trabajos están casi listos.

Rodolfo Baquerizo
Dificultad. Ni siquiera en los parterres en los tramos donde los trabajos están casi listosMiguel Canales Leon

La pavimentación está completa, pero hay cascajo, tubos que no han sido recogidos, montículos de tierra, herramientas de trabajo y pedazos enormes de metal, incluso en los parterres; que cruzar de un lado a otro se convierte en una tarea casi imposible.

A los adultos mayores, tanto o más que a los niños, se les dificulta hacerlo, y ni hablar de los peatones con capacidades reducidas para caminar. A ellos les toca deambular por toda la cuadra, sorteando, asimismo, las trabas que también hay en el camino, para llegar a salvo a su destino.

Qué difícil resulta caminar hoy por la Alborada. Está bien que la obra llegue, es lo justo y la deuda pendiente con el vecindario. Pero, ¿los tiempos? ¿Cuándo será el día que los respeten?

Antonio Villacís,
peatón
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A causa de estos trabajos y debido a las nuevas rutas que los conductores deben tomar para desplazarse, vías como la Francisco de Orellana permanecen colapsadas también casi todo el día. “No hay hora donde la Orellana no sea un infierno. Repito: las obras deben ejecutarse, eso está muy bien. La negligencia está en la agenda, en que no se cumple, y en la desconsideración perpetua hacia el barrio”, sentenció Óscar Avilés, quien vive hace 40 años en la cuarta etapa de la Alborada.