Murciélagos
Los murciélagos se comunican a través de sonidos imperceptibles para el oído humanoCORTESÍA UEES.

¿Por qué los murciélagos son un aliado de Guayaquil? Un estudio revela su rol

Científicos usaron tecnología de ultrasonido en los manglares de Guayaquil para registrar a estos mamíferos y romper mitos

Octubre no solo conmemora a Guayaquil, sino a los murciélagos. A nivel mundial, este es el mes de concientización para su conservación: un tiempo para revalorizar a una especie envuelta en mitos y prejuicios. Y qué mejor forma de hacerlo que a través de la divulgación científica, con una investigación pionera realizada en la Isla Santay, que por primera vez ha logrado ‘traducir’ los sonidos de los murciélagos insectívoros que habitan en los manglares de la región.

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Santay es un ecosistema muy exótico. EXPRESO ya ha documentado algunos estudios en este sitioCORTESÍA Ángel Freire.

El estudio, un esfuerzo colaborativo financiado por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) que integró a la Universidad de Guayaquil y a expertos internacionales, tiene un objetivo claro: romper el estigma y sentar las bases para la conservación.

¿Por qué es importante estudiar a los murciélagos de Santay?

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Para lograr estudiarlos, los miembros del equipo pasaron varias horas de la noche en Santay, con redes especialesCORTESÍA UEES.

Para muchos, la imagen del murciélago está asociada al temor o a la idea de una plaga. Sin embargo, la ciencia demuestra que son un pilar fundamental para el equilibrio del ecosistema. “Hay personas que siguen asociando a los murciélagos como plagas, como ratas con alas, pero son un aliado de la vida. Funcionan como controladores biológicos, regulando poblaciones de insectos que nos pueden resultar perjudiciales, desde mosquitos y moscas hasta polillas y grillos”, manifiesta Jaime Salas, biólogo de la Universidad de Guayaquil y coautor del estudio.

Más allá de su rol ecológico, estos mamíferos poseen rasgos fascinantes. Son extremadamente longevos para su tamaño. “Para ese cuerpito que tienen, pueden vivir muchísimo tiempo, hasta 30 años”, añade Salas, destacando una característica inusual que desafía su aparente fragilidad.

¿Cómo se 'escucha' a un animal que emite ultrasonidos?

El principal reto de la investigación fue que los murciélagos insectívoros son difíciles de capturar con redes tradicionales, pues vuelan a gran altura, cerca de la copa de los árboles. La solución llegó con la bioacústica, una técnica no invasiva que se convirtió en la herramienta clave del proyecto.

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Con estos dispositivos se pudo clasificar y entender el patrón de sonidos de los murciélagos endémicos.CORTESÍA

Para ello, se sumó al equipo el colombiano Carlos Restrepo, doctor en Ciencias Ambientales y uno de los mayores expertos en la materia. “Grabar sus sonidos es muy útil para registrar especies que no son fáciles de capturar. Es una ventana directa a la mente de los murciélagos; nos permite saber qué pasa por su cabeza en tiempo real”, detalla Restrepo.

El equipo utilizó grabadoras ultrasónicas especiales capaces de captar frecuencias que vibran más de 45.000 veces por segundo, un espectro sonoro completamente imperceptible para el oído humano, cuyo límite ronda las 20.000 vibraciones.

Aunque se analizaron tres especies, el estudio se centró en el Neoeptesicus innoxius, un murciélago endémico del occidente de Ecuador y catalogado como vulnerable. Los resultados revelaron su asombrosa plasticidad y capacidad de adaptación.

“Identificamos que puede modificar sus señales de ecolocalización para ajustarlas a su uso dentro del manglar, que es un espacio complejo, y fuera, en áreas abiertas como pastizales. Es muy plástico”, afirma Restrepo. Esta habilidad para modular su ‘sonar’ biológico según el entorno le permite cazar y navegar en distintos hábitats, un rasgo clave para su supervivencia en un ecosistema presionado por la cercanía de la urbe.

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Las alas de los murciélagos.CORTESÍA

Noches en la isla: El lado humano de la ciencia

Realizado antes y después de la pandemia, el trabajo de campo implicó largas y complejas jornadas nocturnas. “Fue una experiencia para aprender. Teníamos que colocar las redes a las cinco de la tarde y revisarlas cada 15 o 20 minutos para no estresar al animal, hasta la medianoche”, recuerda Tania Paz, bióloga del equipo.

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Esas noches de vigilia, en medio del silencio de la isla, les regalaron postales únicas de la riqueza de Santay. “Estar ahí nos permitió escuchar lo que hay alrededor. Una vez vimos un tigrillo, un oso hormiguero. Vimos otras especies que demuestran la importancia de conservar estos ecosistemas”, relata Paz.

La bióloga Andrea Auhing, también de la U. de Guayaquil, rememora la conexión con la comunidad. “Fue divertido, aunque el trajín de caminar con lluvia era pesado. Lo bonito fue la interacción con los comuneros. Los niños nos acompañaban a poner las redes y les explicábamos para que no tuvieran miedo, un temor que a veces sus propios padres y abuelos les infunden sobre los murciélagos que se refugian en su escuela”, cuenta.

Esta investigación forma parte de un proyecto mucho más grande y ambicioso: el ‘Programa de investigación biodiversidad sostenible del manglar al coral’ de la UEES, liderado por la científica Natalia Molina. “Estamos dejando una base de la biodiversidad actual para las futuras generaciones. Este es el primer estudio de murciélagos insectívoros en manglares a nivel nacional, y yo diría que en América Latina”, explica Molina.

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Trabajo de campo para la investigaciónCORTESÍA UEES.

El fin último es crear una “sonoteca”, una biblioteca de referencia con los sonidos de los murciélagos de la costa. “La idea es que en el futuro, las siguientes generaciones, tengan una guía. Este trabajo sienta un precedente”, concluye Auhing. Un precedente que demuestra que para proteger, primero hay que conocer y, sobre todo, escuchar

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