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Hecho. Ante la falta de espacio, hay quienes prefieren caminar en la calle. Para una persona en silla de ruedas, toparse con esa valla, según relata a EXPRESO, implicaría llegar al letrero y no tener otra opción que pasar por detrás del paradero o bajar a la calzada, lo que sería un riesgo.JIMMY NEGRETE

JCDecaux: “No explotamos las vallas ni se obstaculiza el paso”

La empresa que las coloca sobre las veredas en Guayaquil defiende que no irrespeta al peatón. Expertos y la ciudadanía, con ejemplos, dicen lo contrario

Dos días después de que EXPRESO publicara la nota en la que detalló la odisea que viven a diario las personas con movilidad reducida que intentan desplazarse sobre las veredas de la ciudad, la compañía JCDecaux Ecuador (responsable de los rótulos colocados sobre las aceras) aseguró a este Diario que la empresa no explota vallas publicitarias, y que estas no obstaculizan al peatón; aunque ellos (como lo comprobó este Diario) experimenten una realidad bastante alejada a la que defiende dicha empresa.

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“Los mobiliarios urbanos publicitarios objeto de nuestro contrato de concesión (refugios y tótems bus instalados en paradas de autobús) han sido estudiados para integrarse de forma óptima en el entorno urbano, sin que puedan representar un obstáculo para la libre circulación de los viandantes y en particular para las personas en silla de ruedas”, dice Omar Rosillo, gerente general de la compañía, siete días después de que este Diario le haya enviado sus inquietudes.

A decir de Rosillo, quien asegura que las respuestas no fueron enviadas antes debido a que tenían que ser autorizadas por la Dirección de Comunicación regional, la ubicación de cada rótulo ha sido aprobada por la Agencia de Tránsito y Movilidad y respeta “de forma estricta” las normativas de instalación de dichos mobiliarios; entre ellas, las ‘Normas NTE INEN 2243, segunda revisión del 2016: Accesibilidad de las Personas con Discapacidad y Movilidad Redal, medio físico, vías de circulación peatonal’.

  • Hecho. JCDecaux Ecuador asegura que cumple además con las indicaciones NECSE-CG Cargas No Sísmicas de la Norma Ecuatoriana de Construcción 2016.

Pero para los expertos consultados, no es verdad que “de forma estricta” sigan los reglamentos. Y es que según el documento, para el caso de circulación simultánea de una silla de ruedas, una persona con andador, un coche de bebé..., el ancho de la acera sin obstáculos debe ser de 1,5 metros; y de 1,8 metros cuando se prevé la circulación simultánea, en distinto sentido, de dos sillas de ruedas, dos personas con andador, dos coches de bebé...

“En nuestras veredas, por lo tanto, podríamos aplicar la primera opción y no se lo hace en la mayoría de los casos. Vean la calle Esmeraldas, Los Ríos, 9 de Octubre, algunos puntos de la Francisco de Orellana... En ellas no hay esa dimensión, al menos no en la mayoría de aceras. Es más, el INEN dice que la vía peatonal sin obstáculos debe ser de 0,9 metros, y en algunos puntos ni eso se respeta”, sostiene el arquitecto Orlando Mejía, quien dice conocer a ojos cerrados esa zona por haber precisamente crecido en ese sector.

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“Ahora allí viven solo mis padres. ¿Quieren saber cuántas veces ellos salen a caminar por el barrio? Nunca. Mi padre usa andador y pues, debido a lo transitada que es esta zona, hay tramos en los que no pasa y otros en los que debe esperar a que 5, 10, 15 personas antes lo hagan. Pasar todos juntos es imposible”. Toca esperar, como si fuera un peaje, advierte.

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Freno. En ese punto, el rótulo y el poste dificultan la movilidad de Aquiles Valarezo.JUAN FAUSTOS SANDOVAL.

Ayer, en un nuevo recorrido, este Diario constató que, además de las calles antes citadas, en la Francisco de Orellana hay también una serie de puntos conflictivos. Al pie de donde funcionaba el restaurante El Gran Chef, en la Kennedy, solo por citar un caso, hay un letrero, una rampa mal hecha y un estacionamiento de carros, por lo cual es difícil de por sí que alguien pase a pie por ahí. En la ciudadela Bolivariana, a escasos metros de una clínica dermatológica, la existencia de una jardinera y un estacionamiento vuelve imposible la tarea de desplazarse cerca de la valla ahí plantada.

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“En Guayaquil, más allá de lo que diga una norma, se debe planificar. En la calle Esmeraldas hay letreros ubicados cerca de los restaurantes cuyas mesas están afuera de los soportales, lo que reduce el espacio a menos de un metro para que crucemos. ¿Qué se debe hacer? Quitar el anuncio”, señala Arturo Guerra, quien padece una enfermedad neurodegenerativa que le impide caminar.

Para el docente y urbanista Felipe Espinosa, es necesario que más allá de cualquier norma existente y aplicada, el tema pase por un proceso mucho más riguroso. “No se trata de poner y ya, sino de asegurarse de que no se está afectando a la comunidad. Hay que ponerse en la piel de cada individuo”, argumenta.

El problema de todo esto es que el Municipio no incluye en sus proyectos la voz, análisis y el sentir del ciudadano. No hay integración de la propuesta, solo conexión empresarial.

Felipe Espinosa,
arquitecto y urbanista

No hay planificación en ninguna acera de la ciudad. Si las rampas están bien, los postes y las vallas obstaculizan el paso. Nada se hace de forma integral o pensando en el ciudadano.

Juan Villacís,
guayaquileño
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Espinosa habla también de la nula participación que la sociedad ha tenido en la elaboración de la Ordenanza de Uso del Espacio y Vía Pública. “Esta ha tenido tantas reformas desde el 2003 y no se ha escuchado a la gente. Y mientras eso no pase y no se construya a la ciudad pensando en lo que le hace bien, más errores de este tipo continuarán viéndose”, lamenta. Y hace hincapié en que la autoridad está todavía a tiempo de corregirlos.

“Es cuestión de que quiera. Lamentablemente la alcaldesa y el Municipio usan como estrategia mejor permanecer en silencio”, agrega Guerra, de 33 años.