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Durante el recorrido de EXPRESO, esta imagen fue una de las comunes en las calles del centro.Freddy Rodriguez

El irrespeto en las vías de Guayaquil no lo para nadie

La queja contra los conductores de buses aumenta en el centro. La ciudadanía exige a la ATM  frenar ese desorden "haciendo como debe su trabajo"

En apenas 20 minutos, los conductores de buses cometieron una veintena de infracciones en las principales calles del centro. Así lo constató EXPRESO que, en un recorrido, confirmó la queja ciudadana que apunta a que ellos se pasan la luz roja del semáforo, invaden los carriles e impiden el paso a los motociclistas, ciclistas y peatones.

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“Basta que ustedes caminen por cualquier punto del centro para que vean lo horrible que es movilizarse por esta zona y el riesgo que vivimos. Lo peor es que nunca hay un agente de la ATM. O que si los agentes están, a ni uno se le ocurre multarlos. En Guayaquil, ellos son los causantes, más que cualquier otro tipo de conductor, del desorden en las vías. Somos una sociedad sin ley ni orden”, se quejó el ciudadano Manuel Castro, quien se encontraba atorado en la calle Luque, aun cuando el semáforo le daba el pase.

Un colectivo pasó por alto el color de la señalética y decidió incluso recoger a tres pasajeros en la mitad de la calle.

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Los guayaquileños, sin embargo, aunque advierten que el centro es uno de los puntos más afectados, aseguran que la avenida Francisco de Orellana es la segunda en la lista para evidenciar la problemática. Y tras esta, se suma el resto: no hay calle que se salve, piensan. Por ello exigen a la ATM “hacer su trabajo, como lo exige o debería ser el oficio”. “Ustedes secundan el mal comportamiento”, sentenció Roger Alvear, guayaquileño.  

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Pero las quejas no solo se centran en la forma en como conducen por la ciudad. También apuntan al estado en el que las unidades se encuentran: dañadas, sin ventilación y con una contaminación auditiva tal que es imposible llevar un viaje en paz. 

"Es increíble como los conductores conducen y nos movilizan hacia nuestros destinos. Adentro es una discoteca. Me revientan a diario los tímpanos por el volumen con el que escuchan la radio. En el Puerto Principal es casi que un castigo usar el transporte público, cuando jamás debería ser así", mencionó Sandra Orejuela, pasajera de la ciudad.