cAFETERÍA
Patricia Illingworth, dueña del negocio de café La Mula Ciega.CHRISTIAN VINUEZA/EXPRESO

Emprendimiento y café: una esquina del centro de Guayaquil huele a La Mula Ciega

Guayacos: Patricia Illingworth Carvajal, la guayaquileña que hizo de su proyecto universitario, su negocio familiar

Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.

Entre las calles Panamá y Luzárraga, en el centro de Guayaquil, un aroma delicioso, que arropa el ambiente, engancha a los transeúntes: huele a La Mula Ciega. Así se llama la marca de café que vende Patricia Illingworth Carvajal, desde hace tres años y de la que se sirven, desde muy temprano, decenas de personas en la comodidad de unos juegos de sillas y mesas, en esa esquina.

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Este café lo vende en presentaciones como capuchino, capuchino de rosas, latte, frapuchino, expreso, americano, café helado, café calentado y en funditas de cartón que se exhiben en la vitrina del punto de venta llamado La Esquina del Café, también de Patricia. Un lugar con temática de muebles de madera rústicos como los de las casas de los campos del país. Este punto está en el interior de La Central Deli Shop.

“Le puse de nombre 'La Mula Ciega' a la marca del café que vendo, porque ese es el nombre de un libro que leí cuando investigaba sobre la cultura montubia de Ecuador, para mi proyecto universitario”, cuenta sonriente la guayaquileña, quien recibe a EXPRESO en su local, con una taza de café americano en la mano para contar su historia.

La Mula Ciega es una novela del escritor manabita Oswaldo Castro, publicada en 1970, que tiene como protagonistas a una mula que no puede ver y a una pareja de hacendados que vive un apasionado romance.

“Sí, ya sé que no tiene nada que ver el título de la novela con el café, pero los personajes son montubios y lo que quiero es resaltar la cultura de nuestros pueblos, que la gente me pregunte que por qué mi café se llama La Mula Ciega, y así tener la oportunidad de hablar de las costumbres montubias”, narra sonriente y con una expresión de exaltación.

Pato, como la llaman sus amigos, tiene 35 años de edad y es una emprendedora que inició su negocio de café en 2017. Ese fue el año en que le dio forma física a su idea, con la exhibición del café en La Central Deli Shop, cuyas dueñas son las hermanas María Fernanda y Gabriela Cepeda, grandes amigas suyas.

Lo que hace esta guayaquileña es comprar café desde las ciudades de Zaruma y Zamora, tostarlo, empaquetarlo y venderlo por libras y kilos. Los 400 gramos los vende a $ 8.

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Entrega un promedio de 800 libras de café al mes. La Esquina del Café, donde ella permanece gran parte de día, ahí donde huele a Mula Ciega, es el único punto donde su café se vende en bebidas.

Sus clientes van desde restaurantes y clubes, como Lo Nuestro de Urdesa y el Banker's Club del centro hasta personas naturales. Desde que arrancó su emprendimiento no ha parado de crecer, incluso, en la época del confinamiento por la pandemia del coronavirus, los pedidos a través de su plataforma digital, se elevaron.

“El café de Zaruma tiene un toque de chocolate amargo, nuez tostada, caramelo y dulce de leche; y el de Zamora es más cáscara de naranja, ácido y dulce como manzana verde”, explica.

La idea de vender esta tradicional y universal mezcla de granos amargos, nació en ella en 2009, cuando terminaba la universidad. En 2013, compró el dominio mulaciega.com y creó las redes sociales. En 2015 registró la marca como café. En 2016 decidió salirse de su último trabajo, donde era Community Manager y viajó a Quito para ingresar a un curso de barismo (profesión para la creación de bebidas basadas en café).

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Con ese taller, aprendió sobre las variedades del café; la textura de la leche y cuál es la ideal para cada bebida de café; cómo hacer el filtro de aluminio para hacer la esencia del café, entre otros secretos que, conociéndolos, hacen que beber café sea un placer envidiable. También se certificó en la Sociedad de Café de Especialidad, como bartista internacional en Miami.

¿Por qué se hizo emprendedora y cómo nació la idea del negocio?

Desde que se graduó de la universidad siempre quiso tener un negocio propio y que esté relacionado con el café.

Aunque es cafetera desde pequeña, porque en su casa siempre se tomó café en el desayuno, todo empezó en Buenos Aires, Argentina, donde Patricia estudió hotelería y turismo. En esa ciudad, compartía departamento con su mejor amiga del colegio, quien estudiaba diseño industrial.

“Por los estudios de mi amiga, el departamento siempre estaba lleno de maquetas y como el lugar era chiquito, no me quedaba mucho espacio para estudiar, entonces decidí un día ir a leer a una cafetería. En Argentina las cafeterías atienden las 24 horas. Cuando empecé a estudiar en estos lugares, la experiencia me parecía tan bonita, era increíble. Leer mientras tomaba y olía café, era un momento único”, recuerda, mientras observa su taza, ya con apenas un sorbo, como si se transportara a esa época.

Cuando le tocó desarrollar su proyecto de grado, propuso destacar y rescatar las costumbres de los pueblos montubios de su tierra, Ecuador. Fue así, que no solo leyó La Mula Ciega, sino que también volvió al país para visitar varios pueblos de Manabí. Allí conoció más de las costumbres, de la amabilidad del montubio y hasta de los malos entendidos y su revolución en los pueblos, como lo gráfica Castro en su libro.

Una vez en Ecuador, ya para quedarse, se propuso mezclar ambas experiencias, la de estar en una cafetería y la de estar en un pueblo.

“Quise decorar La Esquina del Café con colores verde y azul, porque son colores que usan los montubios en sus casas. Cuando vamos por los pueblos de la costa, vemos las casas la mitad pintada de naranja y la otra mitad celeste, y eso es lo que quiero plasmar en la marca”, dice.

¿Y cómo inició su emprendimiento?

A mediados de 2017 cuando las hermanas Cepeda abrieron La Central Deli Shop, Patricia supo que esa era la oportunidad para vender su café.

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En el interior de la cafetería La Central, está la Esquina del Café de Patricia.CHRISTIAN VINUEZA/EXPRESO

“A Gaby ya la conocía. Entonces fui a su local y le dije '¿Gaby te acuerdas de mí?' y ella me dijo claro que sí'”, cuenta entre risas. “Les ofrecí el café, le pregunté además si podían exhibir mi café en su vitrina y ella me dijo que no podía pagarme, que no tenía dinero para comprarme el café, entonces le dije 'Gaby te lo regalo pero dame la oportunidad, solo quiero que la gente lo empiece a probar' y así fue que mi café empezó a mostrarse”, detalla.

En septiembre del año pasado, decidió salir de la vitrina y compró una máquina pequeña de café para ofrecer expresos y capuchino, ahí mismo. El pasado 4 de noviembre, dentro de La Central, formó La Esquina. Un rincón del local que decoró a su estilo y que ofrece otras bebidas como 'el almirante Illingworth', el café con ron. Asegura que jamás pensó ser y ahora tampoco lo es, competencia para Gaby, sino más bien un complemento.

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“Este año íbamos a abrir una cafetería aquí en el centro, yo ya había comprado molino y máquina, pero vino la pandemia y en lugar de abrir la cafetería, remodelamos La Esquina del Café”, cuenta.

Hace una pausa y llama a José, su mano derecha y con quien trabaja en el proceso de empaquetado y de entrega a domicilio. “José, no olvides despachar el pedido de dos kilos al restaurante Lo Nuestro de Urdesa”, le dice.

De la mano de su esposo, Patricia está por abrir otra Esquina del Café en Urdesa y piensa a futuro abrir La Casa de la Mula Ciega, una cafetería amplia y aumentar sus fuentes de proveedores que pueden venir desde Pichincha, Imbabura o Chimborazo.

¿Que por qué café?, porque el café es parte de la vida cotidiana. La gente despierta y toma café, se va a hacer ejercicios, regresa y toma café, está en la oficina y toma café. El café está en todo momento de nuestras vidas”, concluye

Si sabes de un personaje de tu barrio o círculo que todo el mundo debería conocer, escribe a lopezk@granasa.com.ec