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Producción. Aquellos con casos confirmados pasan por procesos largos de recuperación. El tratamiento adecuado alivia la situación.Christian Vinueza / EXPRESO

Las enfermedades que apartan las miradas

Las dolencias por transmisión sexual alejan a las personas de su círculo por miedo al contagio. Los adolescentes señalan que el tema es un tabú en los centros educativos

“Cuando alguien conoce de mi enfermedad (VIH) se aleja de mí... Hasta cierto punto lo entiendo, a mí también me da miedo acercarme a las personas y contagiarlas, aunque sé que por tocarlos no los voy a enfermar, duele sus miradas, pero lo entiendo”, detalla Santiago, quien contrajo el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) hace ya un año, según señala, por las malas decisiones que tomó desde los 18 y cuatro años más tarde, a los 22.

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Al igual que Santiago hay otras personas que experimentan la misma situación. De acuerdo al Ministerio de Salud Pública (MSP), los casos reportados por enfermedades de transmisión sexual (ETS) de enero a julio de 2022 llegaron a 2.348 entre jóvenes de 15 a 26 años, cifra que para todo el período de 2018 fue de 5.901 casos.

Santiago, durante su etapa colegial, confiesa que le gustaba disfrutar de su sexualidad, a veces sin protección, lo que desencadenó la enfermedad.

Pese a que en el colegio donde estudió hubo charlas sobre sexualidad, apunta a que la falta de ahondar en el tema o el hecho de no hablar de él con “crudeza” (más allá de enseñar que el preservativo sirve para no embarazar a la pareja) fue una de las razones para tomar precauciones.

Frente a esta situación, este Diario consultó al Ministerio de Educación qué tipo de programas imparten a los centros educativos y hasta qué grado abordan el tema, y desde la entidad se limitaron a asegurar que dentro del pénsum académico de la Educación Integral en Sexualidad abarca temas como sexualidad libre de abusos, violencia, discriminación, embarazos e infecciones de transmisión sexual.

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Los casos reportados desde 2018 hasta julio de este año.EXPRESO

En ediciones pasadas, este Diario publicó ya un reportaje sobre la deficiente educación sexual que existe en los centros educativos. Allí habló con los colegiales sobre los contenidos impartidos y aseguraron que, en efecto, se dan materias, pero que estas se limitaban a promover a que se evite el sexo, y de forma breve, informaban sobre la ETS y sus consecuencias. Opinión que aún comparten los estudiantes de tercero de bachillerato.

Sabía dónde me metía, pero no esperaba que me pudiera pasar esto... En mi mente me hacía inmortal, pero fui un ingenuo y ahora me arrepiento de lo que hice.

Santiago, paciente con VIH

Santiago, además, le atribuye su actual situación a su inmadurez. “Tenía sexo cuando deseaba, a veces me protegía, otras no, pero lo hacía con gente que conocía, al menos había hablado con ellas y quedábamos en algo. Pero una vez que cumplí 18 años conocí otro mundo”, señala. Por insistencia de su padre se hizo un “hombre” y acudió a un burdel, donde tuvo su primera relación sexual, al menos así lo creía su padre.

No siempre sabes con quién compartes tu intimidad, no todos tienen la delicadeza o responsabilidad de decir de qué padecen y solo van y te contagian.

Leidy, paciente con herpes

Desde ese momento, las visitas a estos establecimientos fueron más recurrentes, hasta que llegó al punto de recoger a aquellas servidoras sexuales que esperan a sus clientes en medio de las calles de la ciudad, pues señala que “era más fácil conseguir 30 dólares en una semana, que buscar otra pareja”.

DeficienciaEstudiantes detallan que la educación sexual impartida en las instituciones educativas es nula o se limita a hablar de evitar el coito para no ser padres a temprana edad.

A los 22 tuvo una fuerte fiebre que lo llevó hasta el hospital, donde la respuesta a su malestar se debía a que contrajo VIH. “Mi familia estaba devastada por la noticia, mi padre arrepentido de llevarme al burdel... Yo estaba callado, no tenía nada en la cabeza, solo acepté lo que pasaba y paré a raya con mi estilo de vida”.

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El virus fue detectado a tiempo y asegura que está llevando una vida saludable y con una situación poco a poco más controlada, gracias a los antirretrovirales. Señala que con cuidados adecuados podrá tener la misma expectativa de vida que el resto, pero ahora evita cualquier contacto con las personas, por miedo a contagiarlas. Sin embargo, el médico infectólogo Andrés Díaz menciona que con los controles y tratamientos adecuados los infectados pueden llevar una vida normal.

“Hay enfermedades que tienen cura, como la sífilis, gonorrea, pero te puedes volver a reinfectar; y hay enfermedades como el VIH que siempre estarán presentes, no hay cura, pero con un control adecuado la esperanza de vida puede ser la misma que la de cualquier otro ser humano. Además de que no hay riesgo de infección mientras el virus no sea detectable... En el caso del VIH, indetectable es igual a intransmisible, esto solo aplica cuando el número de copias del virus registradas en las células de la persona es menor de 40. Pero siempre, siempre, hay que cuidarse”.

Al igual que Santiago, Leidy, de 21 años, también contrajo una ETS. Ella señala que su actividad sexual no es muy frecuente, pero tuvo la desdicha de encontrarse con alguien que no le comunicó de su condición al momento de estar íntimamente con ella. Le reclamó, pero de nada sirvió porque desapareció de su vida. “Yo nunca supe cómo se veía el herpes, así que cuando me salieron ronchas en mi zona íntima solo me asusté. En el colegio nunca te enseñan bien cómo llevar estas situaciones ni cómo se presentan, así que cuando vi este sarpullido solo entré en pánico”, indica Leidy.

Al igual que ella, su familia tampoco estaba bien informada de las ETS, razón por la que se apresuraron a la casa de salud más cercana. “El asombro de mi familia cuando me dijeron que era herpes fue enorme, lloraron, me regañaron y pensaron que igual me iba a morir, al menos hasta que se les explicó que estaré bien si tengo el tratamiento correcto... Aún estoy en proceso”, señala al hacer énfasis en que en los colegios no se habla como se debe de estas patologías.

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“Iniciamos nuestra vida sexual a ciegas, lamentablemente el tabú que existe para hablar de ellas es escaso, y a veces ni los padres están bien informados. ¿Qué me dice esto? Que el tabú es cosa del presente, pero también del pasado”, piensa.

Leonardo, de 19 años y universitario, contrajo sífilis. Una patología que puede causarle incluso daños al corazón o el cerebro. “La detecté porque tuve una llaga y me imaginé que no era nada. Usé pomadas y no se iba. Acudí al médico, me aterroricé cuando me dijo que fui a tiempo porque incluso podía poner en riesgo mi vida. Entendí que todo lo había hecho mal y no quería ni usar los cubiertos en casa porque pensaba que iba a enfermar a todos. No quería usar el mismo baño, ponía cloro como loco. Estaba desinformado. Me arrepentí de haber tenido libertinaje y no libertad. Que poco se hable de esto en la sociedad es un peligro. Ahora, ya curado, tomo todas las precauciones. Me gusta pensar en la monogamia, porque una segunda oportunidad no tendré”.