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En octubre de 2021, el informe más reciente del Análisis Rápido de Género (ARG) mostró que el 12 % de las adolescentes ecuatorianas han sido embarazadas al menos una vez.ALEX HOFFORD / EFE

Embarazos por falta de educación sexual

Madres jóvenes demuestran que las limitaciones siguen en el ámbito educativo. La pandemia agudizó su situación

Una de las principales causas de los embarazos a temprana edad es la falta de educación sexual. Esta temática, limitada en instituciones y en la vida de muchos jóvenes, empeoró con la pandemia dada la inseguridad para asistir a centros médicos y la interrupción de servicios de salud sexual.

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Yalila, de 21 años, tuvo su embarazo a los 17, cuando no tuvo “la precaución necesaria”. Ella reconoce que “lo primero que hay que hacer es acudir a la familia” pero no fue tan fácil en su caso: su madre lloraba continuamente y su padre no le habló por cinco meses.

Como su hija nació en marzo 2020, cuando las restricciones por pandemia recién iniciaban, ambas permanecieron internadas por tres semanas más, recibiendo visitas por dos horas diarias. A esto se suma que, al ser su primera vez operándose, “fue un verdadero terror”. Al salir del hospital, aparecieron más desafíos: “estaba el peso de los estudios y las dudas de cómo iba a salir adelante”.

Casi un año después tuvo otra bebé y, si bien iniciar clases virtuales “facilitó los estudios y mi organización”, fue difícil llevarlas a los controles y era muy estresante hacer las compras. Su novio y sus padres fueron de gran ayuda.

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Al hablar de su educación sexual, admite que era endeble: “recuerdo que en el colegio había campañas de prevención, pero ni mis padres ni profesores me hablaron propiamente del tema”. Cuenta que aprendió a usar métodos anticonceptivos gracias al internet y que, “la educación sexual sigue siendo un tabú. Si se informara mejor sobre cómo cuidarse, los jóvenes y estudiantes podrían cambiar la situación”.

Para Yamileth, de 18 años, los problemas del embarazo no fueron solo los días sin comer, la depresión y el asco a las comidas, sino la consternación de su madre, el impedimento para entrar a la universidad y los malos comentarios dirigidos a ella y a su novio, con quien también tuvo problemas.

Ella, que perdió a un bebé un año antes por un aborto espontáneo, explica que su embarazo se debe a que las pastillas anticonceptivas le “fallaron” y que ya no confía en ellas, por lo que ahora usa inyecciones. En cuanto a su educación sexual, ella revela que conoce de métodos anticonceptivos gracias a la conversación abierta que tuvo con su madre, quien estaba consciente de la vida sexual activa de su hija. Ella opina que las relaciones sexuales ocurren a temprana edad porque “hay demasiada juventud que cree en el amor a primera vista y se entrega así por así”, por lo que “padres y docentes tienen que tomarse enserio este tema aunque dé vergüenza”.

Cambiar el mecanismo desde los colegios parece ser la solución no solo de ellas, sino de los 18.839 jóvenes que votaron en la encuesta digital Guaguas a votar, realizada durante las últimas elecciones presidenciales, para que la Educación Integral Sexual sea una materia obligatoria en todos los niveles educativos.

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A pesar de que el cambio ha tardado en llegar, claro está que la educación sexual adecuada puede engrandecer el futuro de muchas adolescentes.

Lo que muestran las cifras

Según el INEC, Guayas fue la provincia con mayor índice de muertes maternas en 2016. En 2017, se hubiesen ahorrado cerca de 60 millones de dólares si el Gobierno hubiese invertido en prevenir los embarazos adolescentes. Consecuentemente, para octubre 2020, Ecuador se convirtió en el segundo país, después de Venezuela, con más embarazos adolescentes en la región.