niños infancia violencia Guayaquil seguridad may 25 CK
Cuando en un barrio de Guayaquil sucede un hecho violento, los menores de edad y sus padres los presencian sin filtro alguno. A veces hasta son víctimas colaterales de los crímenes.CARLOS KLINGER

Día del Niño: Crecer en Guayaquil es ‘difícil’, según sus cifras

Estos números hablan de la necesidad de un trabajo integral entre instituciones como el Municipio de Guayaquil y el MIES

Feliz día, porque tiene que serlo. No es sencillo crecer en un país donde la primera causa de muerte para niños y adolescentes (5-17 años) es el homicidio, según Unicef. Dato crudo que se evidencia en la ausencia de infantes jugando en las esquinas, el fantasma de la deserción escolar o la angustia de madres orando a diario por el regreso seguro de sus hijos.

De hecho, hasta inicios de mayo, un menor era asesinado cada 15 horas. Y solo en Guayas se contaban 104 víctimas en 2025, como reportó EXPRESO.

12 añoses la edad más baja que registra sanciones o detenciones por parte de la Policía Nacional

¿Qué efectos provoca la violencia en los niños?

¿Qué tanto pierden los niños y qué hacer para blindar su infancia? La docente investigadora Marcela Frugone (Universidad Casa Grande) advierte que la exposición a la violencia criminal actual somete a los niños a un “estrés crónico” con secuelas profundas y documentadas.

“Harvard enfatiza los efectos del estrés crónico infantil”, explica Frugone, “desde problemas de salud crónicos en niños y adultos (diabetes, hipertensión) hasta secuelas cognitivas y socioemocionales”. Y la violencia actual, “macabra y cotidiana”, con niños como testigos de crímenes y levantamientos de cadáveres, “exacerba alarmantemente estos impactos”.

Además del daño individual por esta brutalidad diaria, Frugone identifica un segundo efecto devastador: “la naturalización de la violencia”. “Eso es lo que pasa en mi barrio. Otro más que se ha muerto”, describe como la aterradora normalización que se instala en la percepción infantil ante los constantes crímenes.

La especialista advierte que esta resignación puede llevar a los menores a ver la violencia como destino ineludible o, peor, como un camino para “lograr algo”, alimentando el reclutamiento por bandas. Esta realidad, enfatiza Frugone, no solo afecta a niños en zonas de alta peligrosidad. “Todos pierden. Por la violencia, los niños han perdido el poder salir al parque, el poder disfrutar de la ciudad. Y es que viven atemorizados con el otro”.

Prevenir la violencia desde la educación

Desde la educación, la magíster María Auxiliadora Velarde, con más de 25 años de experiencia docente, sugiere trabajar en la prevención a nivel educacional. “Hay que aceptar y conocer el contexto. Si hablamos de los más pequeños, es importante que aprendan a defenderse, no físicamente, sino previniendo situaciones; realizando actividades que les permitan conocer su cuerpo e identificar personas o conductas que puedan hacerles daño”, indicó la rectora del Liceo Panamericano Centenario.

Velarde insta a las instituciones a asegurar sus planteles como comunidades educativas seguras, triangulando un trabajo integral entre escuela, representantes y alumnos. “Hay protocolos que seguir inmediatamente y al pie de la letra si detectamos violencia en hogares de alumnos. Estos están bien definidos por el Ministerio de Educación”, advirtió.

Qué hacen el Municipio y el MIES por la infancia violentada en Guayaquil

Las autoridades también enfrentan el reto clave de sostener el tejido social. Al respecto, el Municipio de Guayaquil informa que en lo que va de 2025, cerca de 190.000 niños han accedido a diversos programas. Destacan acciones en educación (más de 82.000 estudiantes beneficiados con útiles y nivelación), salud gratuita (casi 58.000 menores) y apoyo especializado (terapias y ayudas técnicas para más de 7.400 niños con discapacidad), complementadas con iniciativas culturales, deportivas y de participación ciudadana.

En la ciudad, por ejemplo, los niños, adolescentes y sus familias claman por más áreas verdes y seguras, con sombra y en buen estado, para poder jugar. Alegan no tener suficientes espacios para recrearse, compartir y hacer vida comunitaria, como sus padres o abuelos lo hicieron antes. Guayaquil, reconocen las familias, no es la urbe que era antes: ya no es ni amigable ni segura para sus niños.

Habitantes de Socio Vivienda migran a otros sectores

Más de 300 personas huyen de Socio Vivienda tras masacre del 6 de marzo: ¿Qué ocurre?

Leer más

El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) le indicó a EXPRESO los recursos que ofrece para las secuelas de estos fenómenos. Hasta abril de 2025, el Bono Orfandad para menores en situaciones trágicas benefició a 595 (inversión mayor a $236.000) y se concretaron 134 adopciones. La entidad asegura impulsar además intervenciones psicosociales y acompañamiento familiar.

Pese al sombrío panorama, persiste la esperanza de reconstruir entornos seguros para la niñez. Frugone recuerda que “las sociedades se reconstruyen”, pero esto exige una “mirada integral” y la participación de todos los sectores, un enfoque que resuena con directrices de Unicef para fortalecer la protección y prevención.

“No se trata solo de sanción”, advierte, sino de “pensarnos como la sociedad que queremos” y asumir una “responsabilidad colectiva sobre el cuidado del otro”, pues, como insiste, “el bienestar es colectivo; si no, no es bienestar”.

Para seguir leyendo más contenido de EXPRESO, suscríbete aquí