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Entorno. En las calles de Guayaquil es común ver a las personas caminando, como un día normal.Amelia Andrade

Coronavirus: Una sociedad desobediente marcada por la falta de disciplina urbana que los caracteriza

Pese a las restricciones, los guayaquileños siguen saliendo a las calles. Especialistas en el comportamiento humano analizan el tema

Aunque los casos aumentan y el llamado a que la ciudadanía permanezca en casa para reducir así el riesgo a que el coronavirus se propague; hay quienes todavía creen que la cuarentena no es otra cosa que un periodo de vacaciones. Lamentablemente.

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La noche del miércoles, luego de ya haber sido declarado el país en estado de excepción, en Guayaquil, donde se reporta el mayor número de casos, 197 personas fueron detenidas por incumplir con la norma. “No puede ser que tengamos más crecimiento en detenidos que contagiados”, dijo en ese entonces la ministra de Gobierno, María Paula Romo.

Y es que basta asomarse por la ventana para ver que, sin importar la hora, la gente deambula por las calles y no de uno en uno, ni separados por un metro de distancia. Solo en la ciudadela Colinas de la Alborada, en el norte de la ciudad, ayer alrededor de las 09:00, una pareja destinó al menos 20 minutos de su tiempo a ejercitarse en un parque del sector. Ninguno llevaba mascarilla, ni guantes, al igual que otro grupo de jóvenes que, a pocos metros, se paseó con un balón en mano.

La idiosincracia del porteño ha incidido en que se rompan las reglas y eso es malísimo, hay que corregirlo.

Andrés Martínez,
​sociólogo

“No entiendo realmente por qué están haciendo caso omiso a las recomendaciones mundiales. Esto no es juego, pero pocos realmente lo entienden. Es la viveza criolla del guayaquileño la que prima sobre la seguridad”, se quejó Ana María Burbano, de la ciudadela Álamos Norte, quien desde su balcón observaba el panorama.

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Para especialistas en el comportamiento humano, como el sociólogo Andrés Martínez y el psicólogo Samuel Merlano, en efecto, la viveza criolla y la falta de disciplina urbana que, por decirlo de algún modo, caracterizan al guayaquileño, influyen erróneamente.

“Eso lo podemos ver en acciones tan simples como la recolección de basura. ¿Por qué hay ciudades más limpias que Guayaquil, si tenemos casi las mismas capacidades de estructura? No quiero decir que es por la cultura que tiene una ciudad u otra, pero va por ahí. Que salgan ahora en toque de queda, que no le den la suficiente importancia al tema, responde exactamente a lo mismo”, advierte Martínez, quien hace hincapié en que estos son comportamientos que se pueden corregir.

La forma de ser del guayaquileño y sus hábitos, han influido, no bien, en el hecho de que rompan reglas.

Samuel Merlano,
​psicólogo

Por su parte, Merlano, quien hace énfasis también en la cultura del ciudadano, desmenuza un poco la personalidad del guayaquileño para explicar el porqué de sus acciones.

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Informalidad. Ante la necesidad económica, los comerciantes que venden desde frutas hasta cables de celular continúan saliendo a las calles.Amelia Andrade

El hecho de que el guayaquileño sea “generalmente extrovertido” y que este tenga la costumbre de jugar fútbol por las noches, salir a comer, al cine o simplemente a pasear para “escapar también del estrés que caracteriza a la ciudad”; ha creado un hábito que ahora les resulta difícil acatar.

“En la Sierra, donde la mayoría ha acatado la disposición, por ejemplo, es más sencillo porque el clima ayuda a que siempre tiendan a guardarse en casa pronto. Acá es lo contrario”, explica.

Fernando Rendón, también psicólogo, coincide en estos puntos. Sin embargo, señala como otro factor a la falta de conciencia, disciplina y hasta de valores de ciertos habitantes.

Me asusta ver que hay quienes salen “por estar aburridos”. Familias reaccionen, hablen, colaboren.

Tatiana Yánez,
​residente de Los Ceibos

“No salir, quedarte en casa es velar por tu salud y la de tu prójimo, implica respeto y eso está faltando”. En este punto, Rendón pone como ejemplo las decenas de casos donde no se ha respetado, por ejemplo, a la autoridad. “Así como se han ido en contra de los agentes de tránsito, de la misma manera se van en contra de reglas que incluso ponen en riesgo la salud”. No es complicado vivir en cuarentena si hay conciencia, agrega.

Para los tres consultados, si bien la decisión de hacer respetar la cuarentena debe surgir desde la misma persona o la familia, las campañas sí ayudan. “Que repitan una y otra vez el mensaje no es vano. Nunca lo es. Hay que seguirlo haciendo, por todos los medios”, concuerdan. 

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El egoísmo sale a flote

Otro de los comportamientos que ha salido a flote durante esta emergencia sanitaria, es la falta de solidaridad que han tenido algunos vecinos, cuyas ciudadelas han quedado en cuarentena.

“Ha primado el egoismo por el temor, eso los ha hecho dejar de lado la solidaridad. Hay quienes se han olvidado de ser humanitarios. Suele pasar, pero no está bien”, advierte Martínez, al asegurar que este tipo de comportamientos, que responden a la histeria común, suelen darse en situaciones como estas. “Aún así hay que volver a la conciencia, teniendo en cuenta los protocolos, guardando la calma. Y siendo recíprocos...”.