Que el dinamismo se esfume del centro de Guayaquil ya no es una realidad que solo ocurre al caer la tarde. Basta recorrer unas cuadras del casco comercial, durante el día, para constatar que algunos negocios no soportaron los efectos de la pandemia y, como consecuencia, decidieron abandonar esta parte de la ciudad. En sus fachadas se estampan carteles como ‘alquilo’ o ‘nos cambiamos a...’.

Pedro Álvarez es uno de los rostros de este panorama. En lugar de abrir su local de impresiones, ubicado en la intersección de las calles Pedro Moncayo y Vélez, colocó un letrero de ‘se alquila’ acompañado de su número de WhatsApp. El guayaquileño cuenta que cerró el establecimiento por dos factores: la COVID- 19 y la delincuencia.

Y no es el único. Diagonal a él está un local que hace tres meses era una frutería. Hoy, sus puertas están cerradas, sucias, con grafitis y también está el sello de alquiler. Pero llama la atención otro letrero en el que avisan que el negocio se trasladó a la avenida Quito entre Colón y Sucre.

Los vecinos coincidieron en que la frutería no era tan visitada. Durante las primeras luces del día, observaban en las inmediaciones a personas consumiendo alcohol y hasta drogas.

“Los consumidores roban hasta los bienes públicos para comprar la droga. Ayer, por ejemplo, se nos llevaron la tapa del cableado. Colocamos otra tabla en su reemplazo, para que no haya accidentes”, comentó Andrés López, quien es guardián del edificio situado junto al antiguo puesto de venta de frutas.

El sentirse inseguro no solo afecta a los ‘motores’ que van tras la reactivación del Puerto Principal, sino también a la ciudadanía. En este punto, en la calle Vélez, los transeúntes afirman que hace falta más control policial. “¿De qué sirve que uno llame a la policía si lo único que hacen es decirle a los consumidores que se retiren de la vía pública? Los uniformados se van y ellos regresan”, cuestionaron transeúntes y moradores.

En medio de este escenario también aparecen quienes buscan irse del centro por los obstáculos para una buena venta. Así lo ha determinado Ruth, propietaria de un kiosco donde vende jugos de frutas y sánduches, situado en la Pedro Moncayo. A ella le molesta ver las barandas del carril de la metrovía. Tiene sus motivos.

“Antes de que las pusieran, las personas se paraban a lo largo de la vía para coger taxi o bus y mientras eso compraban algo de comer. Ahora ya no pueden”, relata la comerciante, al hacer énfasis que no descarta la idea de cambiarse a otro sector más concurrido. También le huye a la delincuencia.

Paralela a la Pedro Moncayo se encuentra la 9 de Octubre y Lorenzo de Garaycoa. Esta intersección puede parecer comercial para la persona que circula en un vehículo particular o en autobús, pues a simple vista se aprecian panaderías, bazares y la venta informal. Pero si el ciudadano se detiene por unos minutos, puede observar la desolación de los establecimientos ubicados en la parte baja del antiguo edificio esquinero de tono celeste.

Allí trabaja Mario Arteaga, quien, mientras le pone brillo y color a los zapatos de un cliente, recuerda que en este punto los negocios han cambiado constantemente. “Primero había una tienda de música que, con el pasar de los meses, cerró y pasó al frente. Luego funcionó un local de venta de ropa colombiana, pero quebró. Después vino una empresa que vendía accesorios para vehículos y hace cuatro meses también se fue. La esquina es oscura y por eso a los negocios no les va bien; la gente tampoco viene”, explica el joven.

Esta situación vuelve a saltar sobre la mesa de cuáles son las acciones que está emprendiendo el Municipio para estimular al sector y cambiar esa imagen que lo acompaña por años: un sitio convertido en bodegaje. Diario EXPRESO consultó a la entidad, el mes anterior, para conocer cuáles son los planes que contribuyan a la reactivación comercial del centro, además de la seguridad residencial. Al cierre de esta edición no hubo respuesta.

Tampoco ha contestado sobre los motivos del estancamiento del plan de peatonalización del centro, sobre todo en el bulevar 9 de Octubre. Este ha sido un pedido ciudadano y de especialistas para que la zona tenga un poco más de vida.

Nicolás Romero, director del espacio gastronómico Mercado del Río, ubicado en el Malecón 2000, sugiere que se deben multiplicar más proyectos como la recién regenerada calle Panamá, para que así se vuelva el centro más atractivo y dinámico.

Dice que la desolación de esta parte de la ciudad también la han sufrido otros cascos comerciales de urbes mundiales, y que se recrudeció con la llegada de la pandemia. Pero, si la autoridad tiene en cuenta multiplicar el esquema de la Panamá, en cinco o diez manzanas de distancia, habrá más visitantes.

“También se puede contemplar unos dos Mercados del Río, que daría como resultado que el centro tenga distritos gastronómicos y artísticos. Esa es la visión correcta y la forma en que esta sería la zona más vibrante de Guayaquil”, recomienda.

Gabriela Mendoza, dueña de un local de desayunos y platos típicos, se suma a esa sugerencia. Le aterra la idea de irse del centro, por lo que espera un plan integral que dé cabida al arte y entretenimiento.

Hasta que eso pase, el ‘se alquila’ va desangrando más al centro de Guayaquil. Calles que antes tenían afluencia pública, debido al movimiento comercial de la zona, ahora lucen silenciosas en medio de la incertidumbre de los que se quedan.