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Centro. Una mujer camina rumbo al hospital Luis Vernaza. Esta es la ruta que deben utilizar las personas que llegan al lugar en buses o en la metrovíaJuan Faustos / EXPRESO

Angustia en los hospitales y temor en calles oscuras

En tres zonas se repiten tres historias.  Los delincuentes atacan a las personas cuando van a las farmacias.

Mira con inquietud a todas partes, mientras merienda una alita de pollo. La noche del lunes 17 de febrero, Josefina Ordóñez cuida a su nieto. El pequeño está internado en el hospital Francisco Icaza y lleva allí 15 días, tras fracturarse las dos manos jugando pelota. Pero eso no es lo que hace que la abuela coma con sobresaltos.

“Gracias a Dios, mi nieto salió bien de la operación y se recupera con satisfacción”, cuenta a Diario EXPRESO. Entonces, ¿por qué la zozobra?

Ordóñez está sentada en un bordillo de la calle Gómez Rendón y relata que en la esquina que da con la avenida Quito, el pasado domingo, le arrancharon la cartera a una madre de familia que también tenía un niño internado en el piso 2, en el área de traumatología.

“Estaba cuidando a mi nieto cuando vi a la señora ingresar llorando. Minutos antes, le habían robado”.

Al día siguiente fue necesario hacer una colecta entre todos los de la sala, para que la señora saque su cédula, porque “sin ese documento no podía sacar al niño. El dinero que se recogió alcanzó hasta para el pasaje para que regresen a casa. Ellos viven en Chongón”, recuerda.

La abuela agrega: “Hay que comer así, mirando a todas partes, por el miedo al robo”.

Pero este no es un caso aislado y solo de una zona. Hay familiares que han sido asaltados al ir a comprar una receta en otros sectores. Alberto Martínez cuenta que su papá estaba internado en el hospital Luis Vernaza y al salir a buscar un medicamento, los delincuentes lo cercaron, le pidieron el celular y la billetera.

Como comprobó este diario durante un recorrido, las historias de asaltos alrededor de los hospitales se repite.

Alfredo Zambrano dice: “Mi esposa llevó a una amiga a la emergencia del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social del sur y al pie de la reja del hospital le arrancharon el celular. Las personas que estaban por allí reaccionaron y hubo forcejeo con el pillo. Al final, el teléfono se estrelló en la acera y el delincuente se fue tranquilamente”.

Son tres historias, en tres lugares diferentes, en tres fechas distintas; pero con un mismo problema: el susto de tener un familiar internado y tras eso lidiar con la zozobra de los asaltos cerca del hospital o de una farmacia.

Durante el recorrido de este Diario, las calles aledañas a estos lugares estaban solitarias y con poca iluminación.

Los ciudadanos consultados por este medio de información solicitaron que las autoridades identifiquen las áreas más sensibles a estos hechos, para que constantemente la policía circule por allí.

Susana Paredes, quien tiene un familiar asilado en el hospital Luis Vernaza, dice que se debe caminar algunas cuadras desde donde la deja el bus o la metrovía y en ese trayecto, que es solitario y con poca iluminación, suelen asaltar.

Al analizar la problemática desde el punto de vista de las estadísticas hay varias limitantes: por lo general, la víctima no pone denuncia porque su prioridad es atender la salud de su familiar hospitalizado; y en la Fiscalía están las cifras generalizadas de robo y no se detalla si el asalto fue en un bus o llegando a una farmacia.

Según las víctimas, los delincuentes aprovechan la vulnerabilidad en que está la persona, por la preocupación de tener un familiar hospitalizado y el cansancio físico que normalmente eso provoca.

La estrategia del delincuente es ubicarse cerca de las farmacias, como le ocurrió a Alberto, a quien se le llevaron 300 dólares, el dinero para comprar la medicina que necesitaba en ese momento. Y a esta mala experiencia se suma que su padre falleció. Ellos esperan acciones efectivas de las autoridades.