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Plantón. Alumnos y familiares se concentran en estos días en los bajos del edificio donde funciona la oficina local de la Senescyt.Expreso

Ser Bachiller: Alumnos con buen récord se dicen afectados por la prueba

Estudiantes de colegios públicos y privados esperan ser escuchados. Piden eliminar o reformar la prueba Ser Bachiller.

Gabriela Alarcón, de 18 años, estudiante de la unidad educativa particular La Moderna, desea seguir la carrera de Arquitectura a través de una beca en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). Este es un beneficio que recibe la mejor bachiller del plantel, quien siempre ha tenido un promedio de 9,75 y 9,80. Pero ahora está preocupada porque el puntaje que obtuvo en la prueba Ser Bachiller podría afectar su objetivo.

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La escolta en su colegio del pabellón nacional obtuvo 73 aciertos en las 120 preguntas de la prueba, que ahora reemplaza al examen de grado.

Tuvo equivocaciones en el área de Ciencias Sociales. Alarcón reconoce que no es buena para esa materia y que su fuerte son las ciencias exactas, pero argumenta que las preguntas no estaban dentro de lo que vieron en la prueba del colegio. Ni siquiera entre los temas que vio en un curso de preparación particular que tomó.

Se siente afectada y por ello en estos días ha estado acudiendo hasta el edificio donde funcionan las oficinas locales del Ministerio de Educación y de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt), para manifestar su inconformidad.

Sus familiares la apoyan. El martes estaba con su hermana, y su padre la acompaña cuando puede. Alrededor, otros grupos de jóvenes y padres pedían ser escuchados y mostraban carteles contra este examen.

Aunque la Ser Bachiller determina el ingreso de los estudiantes a las universidades públicas, también quienes aspiran a ingresar a una privada se sienten perjudicados.

La estudiante considera que la prueba debe ser eliminada y que si la Senescyt permanece, debe quedarse solo como una entidad de control. “Cada universidad debería tener su prueba, ver el historial académico del estudiante y decidir si lo admite o no”, opina.

Fernando Alarcón, padre de Gabriela, enfatiza que las pruebas sí deberían existir, pero siempre y cuando haya un organismo que controle y vigile que no haya filtraciones. A su criterio, por esa causa es que hay desigualdades entre los alumnos que rindieron el examen.

“Debe existir una prueba con toda la equidad, con toda la responsabilidad y con todo lo que se hereda de un organismo que esté vigilante, para que no sucedan este tipo de anomalías que han existido”, insiste.

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Otra joven, que en cambio estaba acompañada de su madre mientras tomaba números telefónicos y nombres para llevar un registro de quienes asisten al plantón, era Camila Morán, de 18 años, alumna de la unidad educativa particular Santo Domingo de Guzmán.

Ella obtuvo 68 aciertos en las 120 preguntas. Desea seguir la carrera de Ingeniería Civil, pero indica que, como a la mayoría de sus compañeras, le fue mal en el dominio científico. Su promedio general en su plantel es de 9,60 y sustenta con documentos que ha sido una buena estudiante.

Su madre, Denisse Coronel, indica que la puso en cursos particulares de preparación para que pueda pasar el examen Ser Bachiller y el de admisión de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Indignada, resalta que su hija pasó el exigente test de la Espol y en cambio no pudo lograr más aciertos en el de la Senescyt.

Sostiene que se debería reformar la prueba Ser Bachiller y tomar una de diagnóstico para el ingreso a la universidad, pero no como se lo viene haciendo hasta ahora.

“Si bien es cierto que pruebas de este tipo hacen que el estudiante se supere, no pueden pretender tomar el mismo examen a todos los alumnos, que tienen diferentes especializaciones”, sostiene.

Aunque entre los presentes en las afueras del edificio hay quienes difieren entre pedir la eliminación definitiva o la reestructuración del examen, la madre de familia afirma que la educación requiere de más atención por parte del Gobierno y reitera que no se puede tomar la misma evaluación a todos los estudiantes.

A los jóvenes y sus padres les molesta que la nota de un solo examen eche al traste toda su trayectoria académica en el colegio y sus aspiraciones de seguir una carrera profesional.

Ese es también el caso de Joseph Vera, de 19 años, alumno del colegio Vicente Rocafuerte. Está indeciso entre escoger la carrera de Sistemas Informáticos o la de Danza. Pero sus sueños de seguir alguna de estas carreras tal vez no se concreten por el bajo número de aciertos que obtuvo en la prueba: solo alcanzó 56 aciertos de 120.

“Algunas preguntas, que por obvias razones no debieron estar en la plataforma, hicieron que sintamos molestias”, alega.

Según comenta, luego de que salió del examen pudo constatar que esas preguntas dadas son de nivel universitario o de bachilleratos con especializaciones o internacionales. En fin, de temas que él no vio.

Asegura que igual reclamo tienen sus compañeros, aunque ese día no estaban en el plantón porque debían cumplir otras actividades. “Pero como expresidente de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE) y alumno afectado, estoy aquí para apoyar”.

Las quejas develan otros males

Un estudiante de un colegio fiscal, de quien se omite su nombre por ser menor de edad, asegura que en su plantel, en el último año de bachillerato no contó con un profesor de Matemáticas durante cuatro meses. Ante esa situación buscó prepararse con amigos o familiares en la Biblioteca Municipal, pero no pudo superar ese vacío: obtuvo 62 aciertos. Afirma que su colegio tiene ausencia de docentes a menudo y los casilleros de notas son llenados sin un sustento real.