adultos mayores en Guayaquil
Es común ver a adultos mayores deambulando por las vías y otros lugares públicos. Algunos duermen en portales, con el riesgo de robos o de adquirir enfermedades.MIGUEL CANALES

Adultos mayores en calles de Guayaquil: albergues permanentes se sugiere para acogida

Ante descuido familiar o discapacidades, adultos mayores siguen viviendo en las calles, expuestos a robos y enfermedades

El suelo es su hogar. En la vereda, sin poder mover las piernas debido a un accidente que lo dejó con discapacidad: así sobrevive Luis Humberto, un adulto mayor que pide a gritos ayuda en la intersección de Pedro Pablo Gómez y la Novena, en el suburbio de Guayaquil.

El hombre, quien alguna vez fue un mecánico de automotores, que trabajaba en un taller de la calle Ayacucho, ahora no tiene otra opción que apelar cada día a la buena voluntad de los vecinos que aún lo recuerdan y le regalan un plato de comida, alguna prenda de vestir o sábana para soportar el frío.

“Mi familia me abandonó, no tengo a nadie. Me atropellaron en 2019, en la Entrada de la 8 (avenida Casuarina). Me fracturé la cadera y por eso no puedo caminar. Antes podía con ayuda de este bastón, pero he empeorado y ya no puedo moverme”, relata, mientras muestra una barra de metal doblada y oxidada que le servía de apoyo.

Ante el agravamiento de su salud, los moradores intentaron conseguir ayuda a través de instituciones gubernamentales como el ECU-911 y el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). Sin embargo, la respuesta que recibieron les causó indignación.

“Mandaron una ambulancia y dijeron que, como no tenía heridas abiertas ni sangraba, no podían llevárselo. Ni lo revisaron y lo dejaron botado en el piso. Son unos inhumanos”, denunció Jimmy Fierro, comerciante del sector.

En todas las zonas de la ciudad hay cientos de casos similares, aunque son más visibles en el centro, donde la presencia de adultos mayores sentados o acostados en las veredas se vuelve cada vez más común.

adultos mayores Guayaquil
Algunos adultos mayores deambulan en las calles buscando cómo sobrevivir.MIGUEL CANALES

Un ejemplo es el de una mujer octogenaria que frecuenta los alrededores del parque Centenario, cargando dos cajas de cartón en las que guarda sus pocas pertenencias, las cuales atesora con su vida.

“Mis hijos no fueron buenos. Cuando empecé a ser una carga, me abandonaron. Sin trabajo y sin casa, no me quedó más que vivir en la calle. La gente me ayuda, me brinda una tarrina de comida, una muda de ropa, pero de todas formas la vida es difícil”, admite la adulta mayor, de nombre Clara. Mantenemos su identidad en reserva, para evitar una doble vulneración. El abandono es una de ellas.

Debido a su avanzada edad, su memoria ya flaquea y no logra recordar cuánto tiempo lleva en esta situación, aunque calcula que son más de dos años. “Yo solo quisiera que me ayudaran con un cuarto donde pasar las noches y dejar mis cosas seguras”, menciona con tono de desaliento, pues no cree que su situación mejore.

Albergues permanentes, una opción para adultos mayores

Estos espacios son los que aún faltan en la ciudad. Existen albergues públicos y privados, donde se ofrece asistencia social a adultos mayores, y otros sectores prioritarios, pero no la opción de residencia.

“Debería haber un programa de atención para que la persona, en un tipo de albergue temporal, si se comprueba que es un adulto mayor que no tiene dónde vivir, pueda tener un espacio seguro para que no esté en la calle”, menciona el sociólogo Homero Ramírez.

Para él, también es importante concientizar a las personas sobre la importancia de afiliarse a la seguridad social, en la adultez, para que sirva en la vejez.

Otro tema en el que debe trabajarse es la sistematización de datos que permitan conocer cuántos adultos mayores están en situación de calle y qué tipo de asistencia se les brinda.

108 adultos mayores en las callescontabilizó en el país el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), hasta julio del 2024

La magíster en políticas sociales, María Eloísa Velásquez, afirma que “lo mejor sería una coordinación asertiva” entre las instituciones y así se pueda planificar mejor la aplicación de las políticas públicas.

“Hay personas que ya no tienen a nadie, entonces allí viene esa competencia que implica recursos económicos, porque son personas que no tienen a dónde ir. Entonces, es responsabilidad del Estado, en todos sus niveles, darles albergue para que tengan una vida digna”, menciona Velásquez, quien es coordinadora de Innovación y Transformación del Conocimiento, en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.

El MIES, encargado de velar por las personas en situación de calle, no respondió a las solicitudes formales de EXPRESO realizadas el 28 de agosto, el 10 y 18 de septiembre sobre los programas y cifras de adultos mayores en situación de calle en Guayaquil.

Riesgo de enfermedades para adultos mayores en las calles

El clínico infectólogo Washington Alemán alerta que para los adultos mayores resulta muy peligroso vivir en las calles, pues no solo están expuestos a un sinnúmero de enfermedades infecciosas, sino también a factores como la malnutrición, las adicciones y la inclemencia del tiempo, que deterioran su salud en poco tiempo.

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“El hacinamiento con otros indigentes, la mala alimentación, el contacto con roedores e insectos que pueden picarlos o morderlos, y el consumo de agua o alimentos de fuentes no seguras provocan diversas enfermedades, como dengue, enterocolitis (inflamación y necrosis del tejido intestinal), tuberculosis, afecciones de la piel, como sarna, y respiratorias, como la neumonía, que es la complicación más grave en estos grupos”, explica.

“Y si a esto agregamos enfermedades no infecciosas como diabetes, anemia, daños hepáticos y renales por déficit alimenticio, alcoholismo u otras adicciones, el riesgo de enfermedades se eleva”, complementa.

Alemán recalca que es responsabilidad del Ministerio de Salud Pública brindarles atención médica, pero que en la práctica esto no sucede. “Cualquier adulto mayor, sea indigente o no, tiene más riesgos de que cualquier enfermedad evolucione de forma mucho más rápida y severa que en una persona joven”, advierte el profesional.

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