Rafael Nadal
El extenista español Rafael Nadal agradeció al público el homenaje que le ofreció Roland Garros.EFE

Nadal: "No me fui cansado del tenis, pero mi cuerpo ya no podía más"

El español recibió un homenaje de su Grand Slam insigne: el Roland Garros. Hubo lágrimas y agradecimientos

Las lágrimas de Rafael Nadal regaron la tierra batida donde más triunfos ha conseguido, el Roland Garros, Grand Slam que quiso brindarle una vez más, la decimoquinta, el homenaje de sus principales rivales y el cariño de sus allegados.

El reconocimiento al que se resistió el año pasado cuando perdió en primera ronda contra el alemán Alexander Zverev regresó con fuerza, con un acto cargado de emotividad. Toda su familia en las gradas, un público enfervorecido que gritaba su nombre y el ‘big4’ con el que tantas batallas protagonizó.

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“Me habéis llevado al límite”, les dijo a Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray, a quienes abrazó en medio de la pista en la que durante 20 años dio cátedra y donde solo uno de ellos, el serbio, consiguió derrotarlo.

“Creo que hemos demostrado que se puede querer al rival y al mismo tiempo querer ganarle con todas tus fuerzas y esforzarte al máximo para conseguirlo”, dijo posteriormente.

Fue uno de los momentos álgidos de una ceremonia cargada de emotividad, que comenzó con Rafa Nadal solo en la pista, vestido con traje negro, pisando una tierra que tantas veces recorrió en uniforme de batalla. Un Nadal que no pudo evitar derramar lágrimas mientras el público, vestido con camisetas del color de la tierra batida, aplaudía y gritaba su nombre. “No podré jugar más ante vosotros, pero mi corazón, mis recuerdos seguirán unidos a este lugar magnífico y su pueblo”, afirmó al conocer que el recinto tendrá una placa en su honor, junto a la imponente estatua que saluda al público a la entrada al recinto.

Todas sus personas importantes presentes

Rafael Nadal
La esposa, hijo y demás familiares estuvieron en las gradas.EFE

Nadal, que reconoció que no es muy dado a dar las gracias en persona, aprovechó para hacerlo ante 15.000 personas que, como él, tenían la piel erizada y los ojos vidriosos.

Su equipo, sus familiares, sus dos abuelas nonagenarias, que asistían en la tribuna principal a acto, sus padres y hermana, su esposa, que, embarazada, sostenía en brazos al pequeño Rafa, que con los ojos bien abiertos acompañaba los aplausos que la grada regalaba a su padre.

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Fuera del foco, tuvo tiempo de explicar a los periodistas que ha empezado una nueva vida en la que vive ajeno al tenis, lejos de las tensiones que le producía y con la calma de haber potenciado “su otra vida”.

“No tengo la sensación de haber hecho sacrificios, porque hacía lo que me gustaba”, aseguró el español, que definió su carrera por “la búsqueda de la mejoría”, el respeto a los demás y la voluntad de sobrepasarse.

“No me fui cansado del tenis, terminé amándolo pero mi cuerpo ya no podía más. Cerré una etapa de mi vida y como no tengo un gran ego, no necesito momentos como el de hoy, vivo bien en el anonimato de la vida cotidiana”, señaló.

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