
Ser madre y árbitra FIFA: el doble reto de Susana Corella en el fútbol
¿Qué sacrificios ha hecho Susana Corella para cumplir su sueño en el fútbol?
Susana Corella es árbitra FIFA desde 2013 y recientemente formó parte del equipo arbitral encargado del VAR en el partido entre Cienciano y Caracas por la Copa Sudamericana.
Es madre de Oliver. Con disciplina y amor, ha logrado equilibrar los viajes, los entrenamientos y los partidos con las responsabilidades del hogar.
En la casa de Susana Corella abundan las camisetas, las mallas, los silbatos. Cada rincón huele a esfuerzo, disciplina y pasión por el deporte. Su hijo, Oliver, ha crecido viendo a su madre entrenar, dirigir y aparecer en televisión. Para él, su mamá no es solo árbitra FIFA, es una heroína de carne y hueso.

Pero ese rol, el de ser madre, ha sido el más desafiante de todos. “Ha sido difícil”, confiesa con la voz entrecortada. “Perdí etapas importantes del crecimiento de mi hijo, como sus cumpleaños, su graduación… Todo por los viajes que exige esta profesión”.
Susana recuerda con ternura y un poco de nostalgia los primeros años. “Cuando era pequeño, lo dejaba con mis padres. Ahora que ya es un adolescente se queda en casa, pero yo siempre estoy pendiente de él”. Aunque la distancia física ha sido inevitable, el lazo entre madre e hijo sigue siendo fuerte. A veces, basta una sola frase para reconfortarla: “Mi hijo me dice: ‘Mamá, estoy orgulloso de ti, porque no es fácil lo que haces’”. Y esas palabras le llegan al alma.

Ser árbitra FIFA le ha dado mucho: ha conocido culturas, países, formas distintas de ver la vida. “Lo más importante”, dice, “es que me ha cambiado el estilo de vida”.
Y, aunque no se aferra a los regalos en fechas especiales como el Día de la Madre, tiene claro lo que realmente importa: “Eso es material. Lo que valoro es la educación y el respeto que mi hijo me da”.
Sabe que sus pasos no pasan desapercibidos. “Él me observa, y por eso trato de hacer siempre lo mejor. Quiero que siga viéndome como un ejemplo, que entienda que en la vida nada se consigue fácil”.
Cuando los hinchas insultan desde las gradas, Oliver se preocupa. Pero Susana, entre risas, le responde con sabiduría: “Le he dicho que es normal, es parte del folclore del fútbol”.
Y entre todas sus vivencias, hay una anécdota que resume su coraje: “Comencé el curso de árbitros con ocho meses de embarazo. Cuando Oliver nació, yo también estaba naciendo como madre y como árbitra. Fue durísimo… pero también fue el inicio de una historia hermosa”.
Para seguir leyendo EXPRESO sin restricciones, ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!