
Gianni Infantino, cuestionado por crear premio de paz y dárselo a Donald Trump
La FIFA enfrenta dudas sobre la independencia de su comité de ética mientras crece la controversia con Infantino
La historia estalló lejos de la cancha, pero con un estruendo que reverbera en todos los estadios del mundo. Mientras la FIFA se prepara para una era marcada por la Copa Mundial 2026, su presidente, Gianni Infantino, quedó nuevamente en el ojo del huracán. Esta vez, por un gesto que ha desatado tensiones en los pasillos del fútbol y en los despachos diplomáticos: un premio de paz, creado sin previo aviso y entregado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La organización FairSquare, conocida por vigilar el poder en el deporte global, presentó una queja formal ante la comisión de ética de la FIFA. Señalan, sin rodeos, que Infantino habría vulnerado el principio más sensible de la institución: la neutralidad política. Un precepto que, al menos en papel, puede llevar a una suspensión de hasta dos años a cualquier dirigente que lo infrinja.

No se sabe que mismo va a pasar
La FIFA, fiel a su estilo hermético, se limitó a decir que su comité de ética “no comenta casos en curso”. Pero el silencio pesa, sobre todo porque algunos analistas sostienen que la autonomía de los órganos disciplinarios ya no es la misma que hace una década, cuando Joseph Blatter cayó por una tormenta ética similar.
Infantino ha venido desdibujando esa línea de neutralidad durante el año. Ha elogiado públicamente a Trump, incluso insinuando que merecía el Premio Nobel de la Paz. En paralelo, ha estrechado la relación entre la FIFA y la Casa Blanca, una alianza que cobra peso rumbo al Mundial 2026, que promete más de 10.000 millones de dólares en ingresos.

La entrega del Premio de la Paz de la FIFA a Trump —el primero en la historia— levantó aún más sospechas. FairSquare cuestiona su origen: nadie dentro del organismo parece saber quién lo aprobó. Si Infantino lo creó sin respaldo estatutario, dicen, se trataría de “un abuso de poder flagrante”.
No es la primera vez que FairSquare apunta alto. Ya ha denunciado el historial de derechos humanos de Arabia Saudí, el poder de Aramco sobre la organización y la tibieza de la FIFA ante casos sensibles. Ahora, el balón está en la cancha del comité de ética. El partido, aunque sin árbitro visible, apenas comienza.
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