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Fabián Paz y Miño es uno de los grandes referentes del bitricampeonato de El Nacional. No hay otro equipo que ostente esa condición.Cortesía Pao Paz y Miño

Fabián Paz y Miño, el hombre de los ocho títulos

El exdelantero ostenta el récord de más campeonatos ganados en el país. Lo hizo solo con la camiseta de El Nacional

La historia de Fabián Paz y Miño en el fútbol es de un solo amor: El Nacional. Allí jugó durante toda su carrera, convirtiéndose en una verdadera leyenda. Es, junto a Carlos Ron, el futbolista que más títulos locales ha conseguido. Además, es el máximo goleador del equipo con 155 tantos.

Esta aventura comenzó cuando él era niño y el equipo militar daba sus primeros pasos en el fútbol profesional. Cabe anotar que el representativo rojo fue fundado en 1964 y Paz y Miño nació en 1953.

Yo vivía cerca del cuartel Eplicachima, donde entrenaban los conscriptos y los jugadores fundadores del equipo. Me gustaba ir todos lo días a mirar cómo practicaban.

Fabián Paz y Miño

Esas constantes visitas provocaron que se convierta en amigo de los futbolistas. Después, ellos lo miraron jugar en el barrio y lo invitaron a hacer pruebas para sumarse al club.

“Tenía 14 años. Mi padre (José Adolfo) me llevó a conversar con los directivos. Apenas di una prueba y ya me dijeron que me quede. Desde ese día jugué para El Nacional hasta los 35 años, cuando me retiré”.

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Su ascenso en el club fue rápido. Empezó en la categoría prejuvenil, pasó por la juvenil y reserva hasta debutar en el primer plantel a los 17 años. “Tuve la fortuna de jugar con fundadores del club como Tom Rodríguez, Marcelo Cabezas, Fernando Maldonado y Chicho Benavides. Para mí eso fue muy importante. Quienes fueron mis ídolos de infancia pasaron a ser mis compañeros”.

Entre sus ocho coronas conseguidas con el equipo, seis son del famoso bitricampeonato. Él recuerda que todos los años El Nacional era el equipo a vencer, pero pocos podían darse ese gusto.

¿Por qué el cuadro criollo fue tan poderoso entonces? Paz y Miño tiene varias razones, pero la que más resalta es la organización y el respaldo para todos los integrantes. Además, tenían tantos beneficios que hasta se volvían un imán para los demás jugadores.

Por ejemplo, los integrantes del equipo recibían doble sueldo: uno como futbolistas y otro por el grado militar al que accedían. Paz y Miño era soldado de la Marina. Con eso, de paso, tenía acceso a los comisariatos del Ejército, de la Marina y de la FAE. Entonces, esos locales comerciales tenían precios bajos.

Siempre nos trataron tan bien que jamás se nos pasó por la cabeza irnos a otro lado. En mi caso, además, estaba jugando para el equipo de mis amores. Era la alegría completa.

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Por eso, inclusive él descartó una oferta de Aucas y tampoco presionó por otra que nació desde el fútbol chileno.

Y nunca se arrepintió. Después de todo, ahora es una leyenda del club con todos los títulos y goles. “Fui feliz como jugador, pero además ahora tengo otras satisfacciones. Mis hijas, mis nietos pueden decir que su padre o abuelo fue uno de los pocos que ha conseguido tantos títulos en el fútbol ecuatoriano. Conseguir un título siempre ha sido difícil, imagínese lo que hicimos nosotros”.

Otro de los secretos, insiste, fue la organización institucional, con militares al mando y con las cuentas claras. Casi todos los años el informe económico dejaba superávit.

En cuanto a la competencia, asegura que sacaban mucha ventaja desde lo físico porque los entrenadores militares del club iban a prepararse en Brasil. Siempre estaban al día.

Éramos un equipo muy bien trabajado en todos los aspectos. Estábamos preparados para jugar más de noventa minutos. Nos preparábamos al estilo militar y nos daba mayor fuerza.

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Aunque en su época de jugador no se manejaban grandes cifras, su paso por El Nacional le ha servido hasta ahora. El tiempo que constó en nómina como parte de la Marina le sirvió como años de aportación para la jubilación.

Los otros años fueron gracias a su trabajo en el Municipio de Quito. Allí formó parte del proyecto de fútbol. Él organizaba las escuelas de fútbol, visitaba colegios que no tenían entrenadores y los ayudaba con los equipos.

Como buen hijo de El Nacional, trató de dar una mano en los años de crisis, pero cuando estaba agarrando vuelo vino la pandemia y por salud tuvo que refugiarse en su casa.

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Este último año, confesó, ha sido muy difícil porque inclusive no ha podido visitar a sus padres. Por edad, ellos prácticamente están encerrados en la casa de siempre, en la que creció Paz y Miño y donde tiene todos los reconocimientos, trofeos y medallas que ganó en su paso por el único amor que tuvo en el fútbol.

LÁGRIMAS POR EL DESCENSO

Fabián Paz y Miño miró solo el partido de El Nacional contra Orense, en la última fecha de la LigaPro 2020. Sabía que iba a sufrir mucho y prefirió hacerlo sin testigos. Y fue lo mejor porque así pudo llorar y vivir su luto en paz. “Me dolió muchísimo. Me dio un dolor tan grande porque El Nacional es una institución grande que siempre debe estar en las mejores categorías. Ojalá pueda volver a donde merece”.

Para él existe un camino posible. “Nosotros estábamos muy bien con la cúpula militar en la directiva. Por eso había buenos resultados ahora lamentablemente no hacen bien las cosas y por eso sucede esto. Ojalá se puedan cambiar los estatutos y armar las condiciones necesarias para una verdadera levantada. Sería bueno volver al orden de antes”.

Mientras, tanto, él cree que no aparecerán nuevos jugadores como él, y no lo dice por sus éxitos, sino por el amor incondicional a una sola camiseta.

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