
Esposa de Marcos Olmedo rompe el silencio: "solo quería una casa para su hijo"
La carta completa de Evelyn Clavijo que conmueve al fútbol tras la muerte de Marcos Olmedo
El fútbol, ese que tantas veces levanta pasiones, hoy está de luto y con la piel hecha añicos. La vida se le apagó a Marcos Olmedo, jugador del Mushuc Runa, un domingo que quedará marcado en el calendario con tinta de dolor.
No fue solo un deportista el que partió, fue un padre, un esposo, un soñador que quedó a medio camino. Y fue su esposa, Evelyn Clavijo, la que rompió el silencio con una carta que no se lee, se siente.
“No tengo que decir mucho, los que conocieron a Marcos saben el tipo de persona que fue, me enseñó que siempre se tiene que dar de lo que hace falta, no de lo que te sobra”, escribió con el alma rota. En esas líneas no hay adornos, solo verdad. Porque la muerte no avisa, llega y arranca de raíz.

Todos los sueños eran para su hijo
Evelyn, con la voz quebrada en cada palabra, habló del hijo que ahora le toca sacar adelante: “Que me toca trabajar sí, para darle estudios, un techo, valores y que lo guíe en la palabra de Dios”.
Y confesó su temor: los comentarios malintencionados, esas dagas que hieren cuando la herida aún sangra. “No nos dábamos una vida de lujos, nos arropábamos hasta donde la cobija nos alcanzaba. ¿De qué viajes hablan? No logramos vacacionar, ni salir del país…”.
Era una persona generosa
El sueño era sencillo, casi infantil en su nobleza: una casita para Lemarcus, su hijo. Nada más. Así lo dejó escrito Evelyn: “Queríamos la casita para Lemarcus, esa era la prioridad”. Y recordó que el amor nació hace siete años, se casaron, llegó el hijo, y la vida parecía prometer futuro. “Con el corazón roto en mil pedazos escribo estas líneas, no le deseo a nadie esto que estoy sintiendo”.
Pide respeto para el dolor que está pasando
Marcos, cuentan, era solidario hasta en lo que no tenía. Evelyn lo retrata en una frase: “Si señores, era el que me mandaba a depositarle a cualquier persona que le pedía ayuda, aún sin tener para nosotros. Y me decía mi negra que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
Hoy, entre lágrimas y recuerdos, Evelyn pidió lo que debería ser lo mínimo en tiempos de tragedia: “Solo pido un poquito de respeto por el dolor ajeno”.
Porque más allá de la camiseta, el número o el gol, Marcos Olmedo fue un hombre. Y detrás de su partida queda un amor convertido en carta, un hijo que crecerá con su ejemplo, y una esposa que le grita al mundo que la verdadera grandeza está en el corazón.
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