Cuenca

Mujeres
Las mujeres llevan décadas en la conservación de la tradición religiosa 'Niño Viajero'.Claudia Pazán

La historia de las guardianas del Niño Viajero: tradición religiosa de Cuenca

Cinco mujeres sostienen con devoción la tradición del Niño Viajero en Cuenca, preservando sus rituales y su valor patrimonial

Cinco mujeres son el rostro de la conservación del patrimonio religioso y de unas de las fiestas más importantes de Cuenca como es la del Niño Viajero. En esta ocasión fueron reconocidas por su esfuerzo, dedicación y constancia para mantener viva la tradición. El acto se desarrolló en el marco de la conmemoración del XXVI aniversario de la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad a la Santa Ana de los ríos de Cuenca.

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Cada una de estas mujeres Leonor María del Espíritu Santo, Patricia Pulla, Luz González, Carmela Llivipuma y Aida Bustos juegan un rol trascendental en la realización anual del pase del Niño Viajero. Ellas son las responsables de acciones como la custodia de la imagen, preparación de la chicha, arreglo y decoración de los carros alegóricos, elaboración del pan del niño y de la confección de los trajes típicos para la gran pasada. Y acumulan decenas de años de experiencia y sobre todo devoción.

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El legado se inicia con la Madre Leonor del Espíritu Santo quien, desde la temprana edad de 15 años, optó por la vida religiosa en el Monasterio del Carmen de la Asunción. Ella fue testigo de la llegada de la imagen del Niño Viajero al monasterio en 1986.

“Recuerdo claramente la noche que llegó el niñito. Nació en mí el sentimiento de ternura y de querer proteger al hijo de Dios a través de la imagen del Niño Viajero. Para nosotras es una bendición ser las custodias de él”, reseñó.

Décadas de dedicación

Para la religiosa han sido años de dedicación en mantener viva la tradición del Pase del Niño Viajero y que esta traspase los muros del monasterio. Coordina detalles como la confección del traje que utiliza la imagen cada año, la elaboración del pan, la realización de todos los actos protocolarios para iniciar la fiesta, entre otros asuntos. Y pese a su avanzada edad y sus problemas de salud, es parte activa de este patrimonio vivo que conjuga la fe católica y la tradición popular.

La religiosa además fue una persona clave en la apertura de esta tradición hacia el mundo civil con la creación e impulso del grupo juvenil Hermano Miguel y la vinculación de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional como priostes honoríficos de la fiesta y de la imagen.

En este camino también está Patricia Pulla, heredera de uno de los elementos populares más representativo del Pase del Niño Viajero, la elaboración de la chicha. Es la tercera generación de una familia que ha impulsado la devoción a la imagen y la realización del gran pase.

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Leonor María del Espíritu Santo, una de las cuidadoras de la tradición religiosa.Claudia Pazán

Cada año, junto a su esposo e hijos, pone a trabajar los cinco calderos que instaló en su casa a modo de una pequeña industria artesanal dedicada únicamente a las actividades propias por el Niño Viajero. Además, compra los más de 10 ingredientes y prepara no menos de 10.000 litros de chicha. Pulla confiesa que la receta la aprendió de sus padres, quienes inculcaron en ella la fe por la imagen.

“Desde niña fui parte activa del pase, me revestía de todos los personajes bíblicos, y luego cuando crecí fui compañera de mi padre en la elaboración de la chicha. Él hasta el último día de su vida fue una guía y hoy comparto esta dedicación con mis tres hijos”, comenta.

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Y la dedicación y devoción es la razón de ser de todas estas mujeres. Luz Gonzáles, a sus 93 años, aún dedica su tiempo a bordar las telas que son utilizadas para decorar los carros alegóricos. También confecciona los trajes típicos de cholitas, mayorales, ángeles y más.

Esta mujer aprendió el oficio de su padre, quien por devoción participaba cada año en el pase de las cruces hace más de 80 años e inició la tradición de decorar los carros pensando en sus cuatro hijos. Luego la iniciativa familiar se transformó en tradición popular y se sumó, desde sus inicios, al Pase del Niño Viajero.

Así como estas tres mujeres, las historias de Carmela Llivipuma y Aida Bustos son de entrega, devoción y una gran capacidad de gestión logística aprendida de sus padres y abuelos para mantener, por más de seis décadas, vivo el espíritu del tradicional Pase del Niño Viajero.

Xavier Aguirre, director municipal de Áreas Históricas de Cuenca, explicó que la labor de las cinco mujeres está respaldada en una investigación detallada que se desarrolló por más de un año por el personal técnico de la institución para crear el Plan de Salvaguardia del Niño Viajero.

“Este plan permite potenciar el valor del pase (del Niño Viajero) para garantizar que en el futuro no se lo ponga en riesgo ni tampoco a ninguno de sus elementos y actores claves”, señaló el funcionario.

Con el plan, la dirección municipal ya piensa en una futura postulación ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para que el Pase del Niño Viajero sea declarado Patrimonio de la Humanidad. 

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