
Prompt engineering: la clave para que la inteligencia artificial funcione para ti
El verdadero poder de la inteligencia artificial no está solo en pagar por ella, sino en saber cómo pedirle lo que necesitas
En un mundo donde la inteligencia artificial se instala en todos los ámbitos: educación, comunicación, entretenimiento, ciencia, el acceso a estas herramientas ya no depende únicamente del dinero. También depende de cuánto sabemos utilizarlas. Y ese es otro umbral de desigualdad digital.
Plataformas como ChatGPT, Gemini, Claude o Veo3 ofrecen versiones gratuitas con funciones limitadas y modelos “pro” con precios que, en algunos casos, superan varios cientos de dólares mensuales. La verdadera inteligencia, sin embargo, no está solo en pagar por estos servicios, sino en entenderlos.
Saber usar la IA es tan importante como tener acceso
En el centro de esta nueva brecha tecnológica aparece una palabra clave: prompt. No se trata simplemente de hacer preguntas, sino de saber cómo formularlas, con qué contexto, con qué rol, y para qué resultado. Pedir mal genera respuestas imprecisas, repetitivas o directamente falsas. Y esto no es culpa de la IA: es reflejo del desconocimiento.
El llamado prompt engineering ya es una habilidad valorada por empresas de todo el mundo. Implica conocer la lógica de los modelos de lenguaje, elegir bien la herramienta según la tarea (texto, imagen, video, código) y construir cadenas de prompts que produzcan resultados útiles, auditables y éticos. No es algo reservado a programadores: cualquier usuario debería aprenderlo si quiere interactuar con estas herramientas de forma estratégica.
El prompt ideal no es una fórmula mágica, sino una combinación estratégica de contexto, rol, intención y formato. Para que la IA pueda generar una respuesta útil, el usuario debe actuar como un buen director de orquesta: dejar claro qué quiere, en qué tono, para quién y con qué fin. No basta con escribir “hazme un resumen” o “escribe un artículo”, sino que hay que especificar el tema, el enfoque, si se desea un estilo formal o coloquial, qué tipo de público lo va a leer, si hay un límite de palabras o si debe incluir fuentes verificables y además -y muy importante- contarle extensamente toda la información verificada y confiable que tengas para evitar "alucinaciones". Cuanto más delimitado esté el pedido, mejores serán los resultados: más claros, más precisos y más cercanos a lo que se espera.
Además, un prompt bien diseñado tiene en cuenta las limitaciones de la IA y anticipa ajustes. Por eso, muchos expertos recomiendan dividir una tarea compleja en cadenas de prompts más simples, permitiendo controlar mejor cada etapa del proceso. También es clave evitar frases vagas, instrucciones contradictorias o pedidos abiertos sin estructura. Un buen prompt no es solo claro y específico: también es verificable. Incluye indicaciones para que el resultado pueda revisarse, mejorarse o adaptarse. Porque la verdadera habilidad no está en que la IA “adivine” lo que uno quiere, sino en saber guiarla deliberadamente hacia una solución útil, ética y efectiva.
Aun hay muchas personas preguntando: “Pero, ¿cuál es la mejor IA para mí?” o “¿Qué tutorial me recomiendas?”. Pero la realidad es que la IA cambia todos los días. Las herramientas que hoy usas, mañana resolverán problemas distintos… y pronto aparecerán muchas más.
Por eso, más que buscar la IA perfecta, hay que entender tus propias necesidades. Aprende a pensar en prompts, a construir soluciones según tu caso, y a desarrollar un criterio propio frente a la tecnología. No se trata de dominar una sola plataforma, sino de dominar tu forma de pensar, para que cualquier inteligencia artificial -la que aparezca- te ayude a llegar más lejos.
IA para dummies: reglas que necesitas aprender (ya)
- Alfabetización tecnológica: No necesitas ser ingeniero, pero sí entender lo básico: qué es un modelo de lenguaje, cómo se entrena, con qué datos trabaja, y por qué a veces inventa información (“alucina”). Esto te ayudará a usar la IA con criterio, sabiendo qué esperar y qué revisar.
- Elección de la herramienta: Cada IA tiene sus fortalezas. ChatGPT es excelente para redactar; Midjourney para imágenes; Veo 3 para videos; GitHub Copilot para código. No hay una “mejor IA”, solo la mejor para lo que necesitas hacer. Elegir bien marca la diferencia.
- Diseño del prompt: Un buen resultado comienza con un buen pedido. Especifica el rol de la IA, el objetivo, el estilo, el formato y el contexto. Un prompt vago genera respuestas genéricas. Uno claro y detallado genera contenido útil y preciso.
- Verificación y ajuste: Nunca publiques una respuesta sin revisarla. Contrasta datos, adapta el estilo, corrige errores. Y si no funciona, ajusta el prompt y vuelve a intentar. La iteración es parte esencial del proceso.
- Responsabilidad y criterio: La IA no decide por ti. Tú eres responsable de lo que generas, publicas o compartes. Evalúa el impacto ético, social y profesional del contenido. No todo lo que la IA sugiere es adecuado, justo o legal.
- La IA tiene impacto: Puede reproducir sesgos, falsear información o difundir errores. Tú eres responsable de lo que generas y compartes con ella.
ChatGPT, Gemini y compañía no vinieron a reemplazarnos. Vinieron a desafiarnos, a obligarnos a reflexionar sobre cómo pensamos, cómo preguntamos y cómo decidimos.
Nos exigen más, no menos. Porque si fallamos al usarlos no es por lo que son, sino porque todavía no entendimos cómo funcionan ni cómo debemos interactuar con ellos.
Los modelos de lenguaje no piensan por nosotros, pero sí nos invitan a pensar mejor.
No toman decisiones, pero nos obligan a revisar las nuestras. Y ese es, quizás, su mayor valor: desafiarnos a ser más críticos, más precisos, más conscientes del uso que hacemos de la tecnología.
Entonces si la IA no te entendió o no te sirvió como esperabas, dilo en voz alta: "no eres tú, soy yo".
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