
El Hubble capta las secuelas de dos colisiones
Se trata de intensos choques entre rocas de un joven sistema planetario vecino
En los últimos treinta años, el telescopio espacial Hubble, de la NASA, ha hecho descubrimientos clave y ha captado algunas de las imágenes más emblemáticas del universo, y sigue haciéndolo. Lo último ha sido un evento nunca visto: colisiones de rocas en un sistema planetario vecino.
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El hallazgo, realizado por un equipo internacional de astrofísicos liderado por la Universidad de California en Berkeley, se ha publicado en Science.
En los sistemas estelares jóvenes, las rocas, cometas y asteroides chocan entre sí y rebotan o se fusionan, transformando poco a poco el polvo y el hielo primordiales de una nebulosa estelar en planetas y lunas.
La teoría sostiene que las grandes colisiones no son frecuentes: en los cientos de millones de años que tarda en formarse un sistema planetario, ocurre una cada 100.000 años.
Ahora, los astrónomos han observado las secuelas de dos potentes colisiones (una en 2004 y otra en 2023) alrededor de una estrella cercana llamada Fomalhaut, unas observaciones que sugieren que estos eventos podrían ser más frecuentes de lo que se pensaba.
“Acabamos de presenciar la colisión de dos planetesimales y la nube de polvo que surge de ese violento evento y que comienza reflejando la luz de la estrella anfitriona”, ha señalado Paul Kalas, astrónomo en Berkeley y primer autor del trabajo.
En realidad, “no hemos visto directamente el choque entre ellos, pero podemos detectar las secuelas de ese enorme impacto”, porque durante decenas de miles de años el polvo alrededor de Fomalhaut “brillará” como luces de Navidad, añade.
Desde 1993, los astrónomos buscaban un disco de polvo alrededor de la estrella Fomalhaut, de 440 millones de años y situada a solo 25 años luz de la Tierra. Gracias al Hubble, encontraron un disco de este tipo y, en 2008, descubrieron un punto brillante que automáticamente se convirtió en un candidato a exoplaneta al que llamaron Fomalhaut b.
La “desaparición” de Fomalhaut b
Desde el descubrimiento de Fomalhaut b en 2008, los astrónomos han tenido dificultades para determinar si se trata realmente de un planeta o de una gran nube de polvo en expansión.
En 2023, utilizaron el Hubble para examinar más a fondo la extraña fuente de luz cuando, sorprendentemente, ya no estaba allí. Pero muy cerca, dentro del mismo sistema, apareció otro punto de luz brillante.
La “desaparición” de Fomalhaut b (rebautizado como Fomalhaut cs1) respaldaba la hipótesis de que probablemente se trataba de una nube de polvo en disipación y que había sido producida por una colisión.
La aparición de un segundo punto de luz (ahora llamado Fomalhaut cs2) apuntala aún más la teoría de que ninguno de los dos es un planeta, sino restos polvorientos de dramáticas colisiones entre planetesimales, los bloques de construcción rocosos de los planetas.
La ubicación y el brillo de Fomalhaut cs2 guardan un parecido sorprendente con las observaciones iniciales de Fomalhaut cs1 dos décadas antes.
Basándose en el brillo de los eventos de 2004 y 2023, los astrónomos calcularon que los objetos que colisionaron tenían al menos 60 kilómetros de diámetro, cuatro veces más que el asteroide que acabó con los dinosaurios de la Tierra hace 66 millones de años.
Los objetos de este tamaño se denominan planetesimales, similares en tamaño a muchos de los asteroides y cometas de nuestro sistema solar, pero mucho más pequeños que un planeta enano como Plutón.
“En estas colisiones, los objetos se destruían y se reensamblaban en otros diferentes. En cierto sentido, es como mirar atrás en el tiempo, a ese violento periodo de nuestro sistema solar cuando tenía menos de mil millones de años”, añade Kalas.
Además, al obtener imágenes del sistema, el equipo pudo calcular la frecuencia con la que se producen estas colisiones de planetesimales: “La teoría sugiere que debería haber una cada 100.000 años o más, pero en veinte años hemos visto dos”, apunta el astrofísico.
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