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En Ecuador, un 41,1% de mujeres se dedica a una rama científica, según la Unesco.Miguel Rodríguez

Día Internacional de la Mujer: cuatro científicas ecuatorianas que no debes perder de vista

EXPRESO recopila los perfiles de investigadoras locales que han destacado por su labor y de las que se debe estar pendiente de cara a sus próximos proyectos

De la población mundial, las mujeres representan menos del 30 % de los profesionales de la ciencia, según datos de la Unesco. Y en Ecuador, aún cuando ha aumentado el número de investigadoras, las mujeres todavía son una minoría al momento de elegir carreras afines a la ciencia y tecnología. Al menos así lo reflejan los mismos datos de la organización de Naciones Unidas, en donde se indica que, en el país, solo un 41,1% de mujeres se dedica a una rama científica.

Por un tiempo, el trabajo de las mujeres en la ciencia quedaba relegado.

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Pese a ello, y a los obstáculos que se siguen presentando a día de hoy, las investigadoras no dejan de brillar en la ciencia local. En el marco del Día Internacional de la Mujer, EXPRESO recopila los perfiles de 4 científicas ecuatorianas que se han destacado por su labor y de las que se debe estar pendiente de cara a sus próximos proyectos. 

CAROLINA SERRANO

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Carolina Serrano.cortesía

Si hablamos de innovación y aplicabilidad investigativa no podemos pasar por alto a la ingeniera biomédica Carolina Serrano. En los primeros días del pasado diciembre, su nombre resonó en redes sociales y en distintos medios luego de que el MIT Technology Review la colocó en su lista anual de “Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2020 de MIT en español”.

¿Qué hizo la cuencana para estar dentro de la lista de innovadores sudamericanos? Básicamente crear pañales, pero no unos comunes, sino una opción amigable con el medio ambiente y con características únicas.

En síntesis, son los primeros pañales biodegradables del mundo, cuya producción emplea residuos de caña de azúcar. Estos combinan una capa externa de tela reutilizable con una membrana de celulosa a partir del bagazo de la caña de azúcar que se desecha en Ecuador, por lo que representan una disminución en el consumo de plástico y de petróleo frente a los modelos tradicionales.

La original idea nació bajo el nombre de 'GelWear', un proyecto que inició para concursar de manera interna en la Universidad Yachay Tech -centro donde se graduó Carolina- y que terminó ocupando los primeros puestos de competiciones internacionales como el Hult Prize.

Asimismo, bajo el liderazgo de la joven cuencana, GelWear se ha convertido a día de hoy en una start-up enfocada en la producción de estos pañales, que cumplen ocho de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Nacionales Unidas y buscan apoyar a microempresas textiles ecuatorianas.

Serrano revela que su amor por la ciencia nació de la atracción hacia la medicina y las matemáticas, que había despertado a temprana edad, y que le condujo hacia la carrera de ingeniería biomédica a sus 18 años.

Mi motivación siempre ha sido no solo quedarme con el diagnóstico, sino crear soluciones a problemas que carecían de respuestas.

Carolina Serrano, ingeniera biomédica.

Ahora, ya con 24 años, y graduada en la Yachay Tech, la investigadora ecuatoriana se encuentra en Italia, estudiando una maestría en Dermatología Cosmetología Traslacional a través de una beca Erasmus Mundus que ganó.

Precisamente es por esto que no debemos perder de vista a Serrano. Los conocimientos que está adquiriendo en esta nueva etapa de estudios, dice, los aplicará a sus pañales reutilizables en el laboratorio para mejorarlos y presentar nuevas versiones.

Pero, además, busca realizar un doctorado que le ayude a complementar los conceptos de la área administrativa y comercial con la innovación científica/tecnológica. Con esta combinación, que no se ve todos los días en la ciencia local, Serrano pretende posicionar su emprendimiento GelWear y “romper con la barrera” que existe entre la investigación y la industria en el país.

Mi objetivo es regresar al Ecuador tras finalizar el doctorado para impulsar la conexión entre la ciencia y tecnología con la industria en el país, ya que continúa siendo una área muy poco explorada.

Carolina Serrano, ingeniera biomédica
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MARÍA DEL CARMEN CAZORLA

En la terraza del edificio Maxwell de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) está uno de los proyectos de vanguardia de la ciencia en Ecuador. Lo lidera María del Carmen Cazorla. Ella es una de las pocas científicas ecuatorianas que ha llegado a la NASA. A sus 42 años, Cazorla ya es la promotora de una Estación de Mediciones Atmosféricas que hace un monitoreo único en el país sobre la contaminación y la capa de ozono. La atmósfera es una obsesión que la estudia desde aquella edificación bautizada con el nombre del físico británico James Clerk Maxwell.

La PhD en Meteorología recuerda haber elegido ser ingeniera desde temprana edad y a inicios de los 2000, comenzó sus estudios en la Politécnica Nacional. Ya en el 2003, Cazorla viajó a Estados Unidos, donde vivió por una década. Allí cursó su maestría en la Penn State University. Pero su camino en la ciencia solo se presentó cuando tomó una materia de física y química atmosférica. En ese momento supo que eso era lo que quería hacer toda su vida y decidió hacer un doctorado en esa materia.

Al final de mi tesis me enfoqué en temas de contaminación de aire y remediación del aire. Me di cuenta que fue una vocación que fue despertando poco a poco.

María del Carmen Cazorla, directora Instituto de Investigaciones Atmosféricas USFQ.

Al final de su doctorado, Cazorla participó en un concurso de méritos para la NASA Postdoctoral Program. Para ingresar en ese grupo élite es necesario hacer una propuesta de investigación que sea de interés de un investigador de la NASA. Su proyecto ganó y así ingresó a la agencia científica más importante del mundo.

El proyecto consistió en construir un instrumento que funciona como un sensor y que viaja en aviones que vuelan -mucho más alto que las aeronaves comerciales- en función de un método llamado fluorescencia. Esto sirve para detectar una molécula (contaminante) para trazar y comprar la contaminación de la atmósfera con la baja estratósfera y alta tropósfera.

La idea era que, si lográbamos detectar esa molécula en una distancia tan alta desde la superficie de la Tierra, quiere decir que la contaminación se transportó hasta esos niveles.

María del Carmen Cazorla, directora Instituto de Investigaciones Atmosféricas USFQ

El instrumento se llama ISAF (In-situ airborne formaldehyde) y Cazorla tiene la dicha de afirmar que es la pionera en su desarrollo. Actualmente se utiliza para distintos proyectos de medición en las capas de gas de la tierra.

Respecto a sus proyectos actuales, Cazorla comenta que la alianza que mantiene con la NASA para el uso de la Estación de Mediciones Atmosféricas es de largo plazo y consiste en la observación estratégica de la capa de ozono en el Ecuador. No obstante, está preparando una novedad para dentro de poco: realizar las mediciones con globos de gran altitud. Para ello crearán nuevos sensores que serán colocados a los globos y se enviarán dos veces por mes de manera simultánea, en Galápagos y Quito.

Por otro lado, la quiteña confiesa haber “tenido el honor” de trabajar cerca de los científicos más reconocidos del mundo en un ambiente intelectual “muy estimulante”, dentro del área de ciencias de la Tierra, en donde hizo contactos que considera un aporte mantener, pues comprende una “conexión científica” entre la NASA y Ecuador.

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Por otro lado, Cazorla se convirtió en una “conexión científica” entre la NASA y Ecuador, así como un puente para la llegada al país de científicos de élite. Por ejemplo, Anne Thompson, quien es la investigadora principal para la red de validación tropical SHADOZ, visitó Quito en el 2017 gracias a sus gestiones. A través de ella, la Universidad San Francisco –donde trabaja– firmó un convenio con la agencia internacional para ser parte de una red de sensores remotos que toman medidas en la profundidad de la atmósfera.

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María del Carmen Cazorla.cortesía

MARÍA JOSÉ ENDARA

Luego de romper los moldes de la Biología Evolutiva el año pasado, tal como te contó EXPRESO, la investigadora María José Endara vuelve a la carga con un nuevo proyecto.

Endara, quien es PhD en Biología y Ecología Evolutiva por la University of UTAH y parte del equipo del Centro de Investigación de la Biodiversidad y Cambio Climático (BioCamb) de la Universidad Indoamérica (UTI), destacó en el 2020 por dos cosas:

  • Puso en duda la teoría de la coevolución, sostenida durante los últimos 50 años en el campo científico global, y que argumenta que dos grupos de organismos están interactuando y evolucionando simultáneamente.

  • Entre sus logros están desde ser la segunda mujer ecuatoriana en publicar un estudio en la prestigiosa revista Science.

Esto, sumado a que se hizo con el premio ‘Young Fellow’ entregado por la Academia Mundial de Ciencias -que lo reciben anualmente científicos menores de 40 años que han hecho contribuciones significativas en este campo-, la convierten en todo un ‘role model’ para la ciencia y para las mujeres en el país.

Luego de esto, la bióloga quiteña ganó un fondo de financiación para investigaciones de National Geographic Society y el programa AI for Earth de Microsoft que tiene como objetivo descubrir e identificar nuevas especies. Esto es en lo que está trabajando actualmente. 

La iniciativa que lleva adelante con los fondos, se basa en la clasificación e identificación de nuevas especies de árboles de Ecuador mediante el uso de inteligencia artificial y la metobolómica.

El proyecto busca utilizar machine learning y la huella química única que tiene cada especie de árbol (llamado chemocoding), para la limitación de especies y el descubrimiento de árboles en la Amazonía Ecuatoriana.

El objetivo final es la creación de una herramienta de software de libre acceso y de un repositorio web para delimitación de especies y almacenamiento de información, mediante chemocoding, de la misma manera que Genbank funciona para la comparación de ADN en la identificación de especies.

María José Endara, PhD en Biología Evolutiva.
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María José Endara.cortesía
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ALANIS CHICAIZA

Con 23 años la ingeniera biomédica Alanis Chicaiza logró crear una terapia no invasiva basada en la aplicación de radiofrecuencia para prevenir y controlar las posibilidades de 'biofilm' en prótesis (adherencia de células bacterianas sobre una superficie). Tras un año de este hito, la quiteña va en busca de más.

Fue en julio de 2020 cuando EXPRESO conversó por primera vez con Chicaiza. Acababa de crear una técnica totalmente novedosa que permite combatir la resistencia e los antibióticos. Se trata de un método enfocado principalmente en pacientes con implantes de rodilla y cadera, que por lo general producen las infecciones crónicas en prótesis, y que representa una propuesta de bajo riesgo para los pacientes al permitir la esterilización no invasiva.

Ahora, la ingeniera biomédica está elaborando un prototipo de terapia para animales, principalmente para caballos, que mantiene similitudes con el método ya probado en humanos que había desarrollado.

Esto abre nuevas puertas ante las incógnitas que avanzan junto un mercado naciente en Ecuador como lo es la venta de prótesis de animales.

Alanis Chicaiza.

La quiteña se encuentra desarrollando la investigación y aspira a que en abril de este año inicie la elaboración del artículo científico y así poder ofrecer más detalles. Desde la última conversación con este diario, Alanis consiguió establecerse en la capital con su propio centro médico.

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Alanis Chicaiza.Cortesía

LAS MUJERES EN LA CIENCIA

Las investigadoras entrevistadas coinciden en que, si bien notan mejoras de inclusión hacia las científicas en distintas áreas, "aún queda mucho cambio por delante".

Para algunas, la falta de mujeres científicas en el mundo no solo genera más desigualdad de género en el presente sino que influye en el futuro. Las niñas, al no ver referentes en estas áreas, tienden a eliminar esas posibilidades de entre las respuestas a una de las más importantes preguntas de la vida: ¿Qué quieres ser de grande? 

Ante este escenario, Serrano, Cazorla y Endara comparten algunas reflexiones con los lectores, en especial, para aquellas mujeres que quieren adentrarse al mundo de la ciencia pero de algún modo temen dar el salto: