Anfibio
El sapo morona-santiago (Atelopus halihelos) en Ecuador está en peligro de extinción.Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours - efe

Los anfibios y la salud del planeta

9.000 especies evaluadas, pero solo 2.286 han sido estudiadas por primera vez. Un 41 % está en peligro.

Si los anfibios son al planeta lo que los canarios a las minas -un indicador de gases tóxicos cuando dejaban de cantar y/o morían-, los datos conocidos hoy indican que es el momento de tomarse la crisis ambiental muy en serio: casi la mitad de las especies (41 %) está en alerta roja.

El cambio climático y varias enfermedades letales han sumido a este grupo de vertebrados en una “pandemia masiva”, según el gran informe científico sobre el estado de los anfibios en el mundo que hoy publica la revista Nature, con la participación de más de cien investigadores coordinados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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Se trata del segundo repaso al estado de los anfibios después de que el primero, de 2004, hiciera saltar las alarmas sobre el estado de sus poblaciones. Los investigadores han estudiado por primera vez 2.286 especies y han constatado que el 41 % está en peligro, un dato que otorga a este grupo de animales el triste título del más amenazado del planeta, seguido de mamíferos (26,5 % de especies en peligro), reptiles (21,4 %) y aves (12,9 %).

De las especies conocidas, ya se ha contabilizado la extinción de casi 200. Y estas cifras pueden ser solo la punta del iceberg al tratarse de animales poco estudiados, muchas especies son “invisibles” en esta evaluación porque aún están por descubrir, advierte una de las autoras, la investigadora de la Estación Biológica de Doñana (Andalucía, sur), Celsa Señaris.

Pero, ¿Qué hay detrás de esta pérdida masiva de anfibios? Los investigadores coinciden en que la amenaza principal es el cambio climático. Mientras las personas pueden desplazarse o tomar ciertas medidas frente a la mayor intensidad y frecuencia de sequías, calor extremo, huracanes o incendios forestales, los anfibios no cuentan con esa capacidad, son “cautivos del clima”, apunta Jennifer Luedtke, coordinadora del grupo de trabajo de la Lista Roja de Anfibios de la UICN, en rueda de prensa.

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Para explicar este “cautiverio climático”, Señaris recurre al ejemplo cercano de Doñana, donde la mayor laguna de las marismas, Santa Olalla, lleva dos años prácticamente seca, dejando a los anfibios sin un medio acuático donde reproducirse. “Hablamos de animales con ciclos de vida muy cortos, que a lo mucho viven 2 o 3 años, y no poder reproducirse en dos años significa que no hay recambio de nuevos individuos, lo que lleva al colapso de las poblaciones y, con ello, del sistema natural donde viven”, indica la investigadora de la Estación Biológica de Doñana-CSIC.

Las amenazas que pesan sobre los anfibios guardan grandes similitudes con las de los humanos: además del cambio climático, sus poblaciones ya han sido diezmadas por una gran “pandemia”, y en el caso de los anfibios van camino de ser devastadas por una segunda. 

“La diferencia con la COVID es que la mortandad humana ronda un porcentaje pequeño de la población mundial y las pandemias de los anfibios acaban con el 100 % de los linajes y no hay manera de solucionarlas con una vacuna”, apunta Señaris

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