IA EN LAS AULAS
Referencial.En 2025, la inteligencia artificial se integró en las aulas como asistente educativo, transformando la forma de aprender.Foto: Canva

2025: el año en que la inteligencia artificial y ChatGPT transformaron el mundo

La inteligencia artificial redefinió trabajo, educación y vínculos personales, marcando un 2025 de cambios globales

La expansión acelerada de la inteligencia artificial convirtió a 2025 en un año bisagra. La tecnología dejó de ser solo una herramienta de apoyo y pasó a ejecutar tareas completas de forma autónoma, con impactos directos en el mercado laboral, la educación y la organización de las empresas. 

El avance despertó entusiasmo por la productividad, pero también preocupación por la estabilidad del trabajo humano y los modelos tradicionales de aprendizaje.

Los agentes de IA y la carrera de OpenAI, Google y Anthropic

Uno de los avances más disruptivos fue la aparición de los llamados agentes de inteligencia artificial, capaces de planificar y ejecutar tareas complejas sin supervisión constante. A diferencia de las IA generativas iniciales, que solo respondían consultas, estos sistemas comenzaron a tomar decisiones y encadenar acciones, desde escribir código hasta coordinar procesos de varios pasos.

Lanzamientos clave de las grandes tecnológicas

OpenAI presentó su modo agéntico, Google lanzó AlphaEvolve para el desarrollo de algoritmos avanzados con Gemini, y Anthropic introdujo Claude 4, destacando su capacidad de operar hasta siete horas continuas sin intervención humana.

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Impacto directo en el empleo

La mayor autonomía de la IA se tradujo en reestructuraciones y despidos en grandes compañías. Un informe de Los Angeles Times contabilizó cerca de 50.000 recortes laborales en Estados Unidos durante 2025, asociados a procesos de automatización. Solo en octubre de 2025 se anunciaron 31.000 despidos vinculados a la adopción acelerada de IA.

Entre los casos más notorios figuran Microsoft (6.000 despidos), IBM (9.000), Meta (3.600), UPS (12.000), Dell (12.500) y Amazon (14.000), reflejando un ajuste generalizado en el sector corporativo.

Un futuro laboral incierto

Encuestas empresariales señalan que el 37 % de las compañías planea reducir personal por automatización antes de 2026, aunque en paralelo emergen nuevos perfiles especializados vinculados a la IA. Para muchos trabajadores, 2025 combinó asombro por la eficiencia tecnológica y ansiedad por la posible sustitución laboral.

La IA irrumpe en las aulas

El sistema educativo también sintió el impacto. En colegios y universidades, la IA se consolidó como un asistente académico informal, obligando a replantear métodos de evaluación y enseñanza. Apenas dos meses después del lanzamiento de ChatGPT, el 90 % de estudiantes universitarios encuestados en EE. UU. admitió haberlo usado en alguna tarea.

Por contraste, algunas instituciones educativas de referencia, como la Escuela de Negocios de American University, optaron por integrar la inteligencia artificial en el aula en lugar de vetarla. El enfoque apunta a que los estudiantes aprendan a utilizar estas herramientas como apoyo académico, bajo criterios de uso ético y responsable.

La tendencia no se limita al hemisferio norte. En Argentina, plataformas como FlexFlix avanzaron en acuerdos con ministerios provinciales para incorporar modelos de IA como asistentes socráticos en el proceso de aprendizaje. Estas experiencias evidencian un cambio de paradigma en la educación y refuerzan la idea de que el esquema tradicional de tareas domiciliarias y exámenes escritos ya no responde a las dinámicas de enseñanza actuales.

Flexflix
En Argentina, FlexFlix cerró acuerdos con gobiernos provinciales para integrar IA como guía educativa.flexflix.ai

Avatares, vínculos sintéticos y soledades digitales

Más allá de su impacto en las aulas o en los empleos, en 2025 la inteligencia artificial se instaló en la intimidad. Lo que parecía ciencia ficción se volvió cotidiano: miles de personas entablaron vínculos emocionales —e incluso románticos— con sistemas de IA.

Aunque los “compañeros virtuales” existen desde hace años, este fenómeno dejó de ser marginal. Un estudio en EE. UU. reveló que el 54 % de los encuestados tuvo alguna relación personal con una IA, y el 28 % describió ese vínculo como íntimo o romántico. Entre adolescentes, 1 de cada 5 usó chatbots con fines afectivos.

La clave: el lenguaje y la personalidad de estas plataformas se volvieron tan sofisticados que muchos desarrollan apego real. Para quienes se sienten solos, hablar con una IA puede ser más fácil que abrirse con humanos.

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Tras un 2025 marcado por avances vertiginosos, el próximo año promete consolidar la inteligencia artificial como parte rutinaria de la vida diaria. Los modelos seguirán mejorando y la competencia entre gigantes como Google, Meta y OpenAI ampliará las opciones disponibles.

En 2026, los asistentes personales integrados en dispositivos podrían ejecutar tareas complejas —desde agendar citas hasta realizar compras— con mínima supervisión humana. En el ámbito laboral, la IA se perfila como una colega más: redactará informes, resumirá reuniones, escribirá código y apoyará decisiones basadas en datos.

El impacto en el empleo será inevitable. Se eliminarán roles automatizables, pero crecerá la demanda de especialistas en IA y analistas de datos. Más que desaparición de trabajos, se prevé una transformación que exigirá recapacitación para colaborar con estas nuevas herramientas.

Regulación, dilemas éticos y el horizonte de la AGI

En 2026 podrían endurecerse las regulaciones nacionales sobre inteligencia artificial, mientras los dilemas éticos —sesgos en algoritmos, control de modelos avanzados y usos maliciosos— seguirán en el centro del debate. Se espera mayor cooperación internacional, aunque alcanzar consensos globales parece inviable.

En el plano futurista, el año podría acercarnos a la Inteligencia Artificial General (AGI), capaz de igualar o superar el intelecto humano. Aunque en 2025 la IA mostró avances en razonamiento, también evidenció limitaciones: errores lógicos y falta de sentido común genuino.

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