Teresa Arboleda
Teresa ArboledaAmelia Andrade

Teresa Arboleda: “Me definen mi fe y la forma en la que he vivido”

Con más de 40 años en la pantalla chica, la credibilidad y confianza que proyecta la han consolidado como una de las figuras más representativas de cara a la noticia. Pero ella es mucho más que eso.

Los personajes públicos generalmente se establecen en una ‘dimensión desconocida’ y se convierten en figuras inalcanzables. Teresa pertenece a esa burbuja que, la magia del periodismo, me permitió traspasar para llegar a la mujer más allá de la pantalla. La sorpresa fue grata, pues encontré una vorágine de simpatía, calidez e insospechado sentido del humor que inyecta en temas que salen de su control (como el de la edad). Ríe con franqueza y disfruta la vida que tiene, con la sabiduría que la experiencia otorga, acompañada de un corazón gigante y generoso.

A sus 59 años, la reconocida periodista habla con libertad y sin tapujos. No oculta su edad. Primero, porque es regia. Segundo, porque su autoestima sobrepasa cualquier complejo. Y tercero, porque atraviesa un momento pleno de madurez, con una memoria de vida que la llena de satisfacciones.

La audiencia que la sigue la recordará en sus inicios, muy jovencita, con el pelo recogido y su rostro sin recargo alguno de maquillaje. Su capacidad y estilo de transmitir las noticias hicieron que destaque desde el principio en un espacio en el que ha reinado desde entonces.

Pero el plan era ser arquitecta. De hecho, cursó tres años de esa carrera. No obstante, el periodismo la atrapó irremediablemente. “Fue una época en que la TV era el medio de comunicación masivo con más llegada e impacto. Imposible no ser atraída por este ejercicio de exploración, observación, interpretación y comunicación... La microonda y el ‘video tape’ a color eran los grandes avances para transmitir realidades y hacer visibles historias que podían afectar la vida de otros. Las imágenes cuentan de manera precisa el dolor, la dicha o la maldad cuando las palabras parecen insuficientes para describir circunstancias a veces sorprendentes e inesperadas”.

Elocuente y sensible frente a la realidad del país, se pregunta cómo la sociedad ha llegado a sortear altos niveles de desprecio por la vida y cuestiona la crueldad descarnada y cruda que se evidencia día a día en los noticieros a escala nacional.

Teresa habla sobre su trayectoria sin un ápice de vanidad, al considerar, con sobrado juicio, que las nuevas formas de informarse han logrado que ya no existan monopolios de imagen. Sin embargo, reconoce que al estar presente en los hogares ecuatorianos por tantos años, es una voz y figura familiar. “Yo solo puedo sentir un profundo respeto por el público y una inmensa gratitud por hacer que mi trabajo valga la pena”, sostiene.

Con respecto a la credibilidad que se ha ganado a pulso, gracias a una carrera impecable, enfatiza que los años dan experiencia. Y si lo que se narra va respaldado con lo que se practica en la vida diaria, el resultado es precisamente eso: credibilidad. Y añade una frase que impacta: “A mí me definen mi fe y la forma en la que he vivido”.

Fuera de cámaras

Nacida en el tradicional barrio Miraflores de Guayaquil, es la más chica de seis hermanos y, por tanto, la más engreída y protegida por la familia. Su vida privada ha tenido un paralelismo con su recorrido público, pues inició en los noticieros antes de cumplir los 18.

“Es difícil separar la historia de mi trabajo con la personal. Cada momento en que me ha tocado relatar diferentes hechos tiene una referencia a mis circunstancias personales. Durante los primeros diez años en Ecuavisa dedicaba todo mi tiempo a ser reportera y ser ‘anchor’ de noticias. Pero cuando nació mi primera hija comencé a trabajar medio tiempo. Por eso no he sido profesional a tiempo completo ni mamá a tiempo completo. Todo fue a medias (risas)”. Y las conquistas están a la vista.

TERESA ARBOLEDA
Teresa ArboledaAmelia Andrade

Su universo está copado por sus hijos Teresa María (29) y los mellizos Juan y Martín (28). “Estoy 100 % sometida a ellos”, afirma entre risas. La familia gira alrededor de su vida y es lo que más pesa, más ahora que ha crecido con dos nueras y con Juan Martín, su adorable nieto y quien lleva la batuta.

“No voy a tener otra pareja”

El tema de su separación lo maneja con prudencia. Su aspiración era formar una familia con vínculos sanos, en la que sus hijos se educaran en el respeto, la alegría y la fraternidad, con un escudo de amor profundo en su corazón. Pero cambió en su estructura: “Fue un trabajo intenso, delicado, largo, laborioso y muy doloroso adaptar nuestra vida a esta forma diferente, sobre todo mantener intactos los principios que me dan la fuerza y solidez para vivir plenamente. Aprendí que el amor todo lo cura y que hasta el dolor más grande pasa. Aprendí también que la soledad puede ser difícil, pero que en la vida familiar tiene enormes y bellas recompensas”.

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Han pasado 12 años y nunca se ha planteado tener una nueva pareja, pues en su forma de ser y vivir, afirma, no cabe imponer otra realidad familiar sobre vínculos tan sagrados e íntimos.

Hoy, al rozar el sexto piso, cuenta que ha aprendido a disfrutar con más intensidad las alegrías y a tener paciencia con las tristezas. “Eso te da un equilibrio que proporciona paz y felicidad. Hace mucho tiempo me perdoné mis debilidades y falta de talento. Soy feliz con lo que he podido ser, y así, como dice Arjona, ‘mi talento está en practicar con más cuidado el arte de amar’”.

Cara a cara

  • ¿Cómo se cuida para verse siempre impecable? He intentado librarme de los dulces, las harinas y la gaseosa (¡me encanta!). Soy cero alcohol, no fumo y tengo una rutina de ejercicios diaria. Todo lo recomendable para una vida saludable. El maquillaje ayuda, pero no oculta tu verdadero estado de ánimo y de salud.
  • ¿Perfecta siempre? Solo por el formato rígido en el que he aparecido siempre. Pero cuando comienzo a hablar de forma más libre, algunas amigas se preocupan de lo que las personas piensen de mí. No me considero conservadora. Conozco feministas y mujeres empoderadas que no se atreven a entrar solas a una fiesta o, peor aún, no pueden estar solas sin una relación de pareja (¡así sea tormentosa!). Soy bastante independiente y tampoco me dejo llevar por ideologías de moda y las narrativas sociales que pretenden imponerse.
  • ¿Madre ejemplar? Solo sé que estoy ligada a mis hijos por el amor y la sangre hasta la eternidad. Nada reemplaza el placer de verlos sonreír, la tranquilidad de ver cómo enfrentan sus vidas con responsabilidad y la infinita dicha de ejercer las altísimas funciones y el trabajo más importante de mi vida: ¡ser abuela!
  • ¿Se considera una diva de las noticias? Lo más cercano a una diva ecuatoriana que yo haya conocido fue Sharon. Yo soy solo una profesional que lleva muchos años haciendo lo mismo.
“Más allá de las conquistas de las primeras olas del feminismo, una de las mayores conquistas sociales de las mujeres es ¡poder bailar solas! y que no sea mal visto”.Teresa Arboleda