
La práctica agrícola transforma la formación universitaria
Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Guayaquil celebró su III Encuentro Agrario, con demostración técnica
La Facultad de Ciencias Agrarias ha transformado siete hectáreas del campus Mapasingue en un laboratorio vivo donde se cultivan saberes y se cosechan proyectos. Este año, el Tercer Encuentro Agrario se convirtió en una vitrina de experiencias prácticas que reflejan la integración entre ciencia, innovación y conciencia ambiental.
La novedad de esta edición radicó en la apuesta por el valor agregado: más allá de la producción de cultivos tradicionales, se presentaron productos elaborados por los propios estudiantes como gelatinas orgánicas de flor de jamaica con algas, abonos naturales, y ensayos con aceites esenciales para el control de plagas.
Azola: el abono del futuro
Uno de los proyectos más destacados fue el uso de azola, un helecho acuático que los tesistas han aplicado exitosamente en semilleros de pimiento y jamaica. Jenny Quiñónez, máster en agroecología y tutora del proyecto, explicó: “Queremos cambiar el chip de depender de fertilizantes sintéticos. Este abono natural demuestra que es posible mejorar la producción sin agredir al ambiente”.
Los estudiantes cosechan esta planta cada cinco días, la secan o aplican fresca, y han registrado resultados positivos en altura, uniformidad y rendimiento de las plantas. Su reproducción rápida, su aporte de nitrógeno y su versatilidad hacen pensar en una posible industrialización a futuro, e incluso como complemento nutricional para animales.

Aprender haciendo: la práctica como motor de formación
La esencia del encuentro radica en la metodología "Aprendiendo Haciendo". Ángel Medina, estudiante de noveno semestre oriundo de Esmeraldas, lo describe así: “La práctica es el maestro. Aquí nos equivocamos, corregimos y aprendemos. Eso en el campo real hace la diferencia”
Él y su grupo cultivan calet (una variedad de col rizada), mostaza y berenjena, evaluando altura, peso y adaptación climática. Asegura que estas experiencias no solo fortalecen sus conocimientos, sino que les permiten pensar en proyectos propios y sostenibles.
Por su parte, Marjorie León, estudiante de segundo semestre, presentó los avances en el cultivo de fréjol caupí, detallando con precisión cada fase del proceso: desde la preparación del terreno hasta el control biológico de plagas. “Lo hicimos todo desde cero, aplicando lo aprendido en clases y superando las limitaciones del suelo”, compartió

Tecnología, sostenibilidad e inclusión
La facultad también apuesta por la tecnología: estaciones totales, riego automatizado y próximamente drones forman parte del equipamiento para que los estudiantes se formen con herramientas de última generación. Con 980 estudiantes en las carreras de Agronomía y Agropecuaria, la institución proyecta un crecimiento basado en carreras técnicas, sostenibles y pertinentes a las necesidades del país
Un mensaje claro: el agro es futuro
Lejos de la idea de que el campo es una opción de último recurso, los jóvenes de esta facultad están convencidos de que la agricultura es clave para el desarrollo sostenible del país. Y lo demuestran con cada siembra, cada análisis de suelo y cada propuesta innovadora que nace en estas parcelas universitarias.
Como dijo Ángel Medina: “Esto es lo que da de comer. Aprender de la naturaleza es hermoso, y la agricultura es una carrera tan importante como cualquier otra”.