
El regreso del Kitsch: ¿Mal gusto o tendencia revolucionaria?
El Kitsch ya no es solo 'mal gusto': es identidad, rebeldía y autenticidad. Te explicamos por qué
¿Recuerda esos objetos brillantes, los colores que gritan, las mezclas que ‘no deberían funcionar’ pero de algún modo lo hacen? Pues el Kitsch ha regresado, y no viene solo para decorar la casa de su abuela, sino para revolucionar la moda, el diseño y hasta la manera de ver el mundo.
Pero, ¿qué es exactamente el Kitsch? ¿Simple exceso y nostalgia? Alejandra Salas, periodista de moda, lo explica así: “No es solo saturación visual o referencias retro. Es una rebelión contra el ‘buen gusto’ impuesto. ¿Quién decide lo que está bien o mal vestido? El Kitsch juega con eso, lo desafía y, de paso, nos hace reír (o incomodarnos un poco)”.
Y según un estudio de Trendalytics, el 65 % de los jóvenes prefiere marcas que rompan con la seriedad del minimalismo. Así son bienvenidos los colores neón, dorados y estampados que desafían lo simétrico.
El Kitsch ¿puede ser un arma política?
Pero esto va más allá de simples tendencias. El Kitsch se ha convertido en una herramienta de empoderamiento para comunidades que históricamente han sido marginadas. Como señala Salas: “El Kitsch puede ser profundamente político. Muchas estéticas Kitsch se asocian con lo bajo, con lo popular, y esto está muy ligado a la resistencia de ciertas subculturas: lo queer, lo femenino, lo subalterno... Es darle valor a códigos visuales que tradicionalmente han sido menospreciados”.
¿Se lo reconoce como lujo?
Cuando marcas como Gucci o Balenciaga incorporan elementos Kitsch, se generan debates. Alejandra Salas lo analiza de esta manera: “Marcas como Gucci en el momento de Alessandro Michele (ex director creativo de la marca) lograron darle una nueva dirección al Kitsch sin ridiculizarlo, con profundidad simbólica, mezcló barroco con lo nerd, lo religioso y lo dramático”. Y añade: “No es apropiación siempre y cuando haya una narrativa detrás. Cuando no la hay y simplemente sacan por sacar, por seguir la tendencia, ahí sí parece vacío”.
La experta destaca casos como Moschino, que “desde los 80 ha hecho sátira del lujo como parte esencial de su identidad”. El verdadero Kitsch en alta costura, según Salas, ocurre cuando “hay un director creativo que lo integra como parte de un discurso más amplio de identidad y respuesta al contexto social”, algo que Michele logró al “mostrar que el lujo ya no teme a lo que antes se consideraba vulgar”.
Su futuro
Si algo nos ha enseñado la historia de la moda es que lo que hoy es irreverente, mañana es clásico. Como explica Salas: “El Kitsch no es nuevo, pero ahora tiene más fuerza como síntoma de nuestra época hiperconectada, donde la saturación visual nos tiene buscando autenticidad”. Probablemente seguirá mutando y adaptándose, pero su esencia permanece: una celebración de lo imperfecto, una risa frente a las reglas. Porque al final, como bien señala la experta, “el Kitsch es esa libertad de mostrarte sin filtros, sin miedo a ser juzgado”, y en un mundo tan controlado, quizás eso sea justo lo que necesitamos.
¿Por qué regresó?
- La rebelión contra el minimalismo extremo: “Venimos de casi una década de esa estética clean (limpia), de quiet luxury (lujo silencioso), en el que todo tenía que ser perfecto, los filtros, las paletas de color, hasta la forma de presentar nuestra vida en redes”, explica Salas. La experta destaca cómo los diseñadores destrozaron ese lenguaje minimalista que llegó a sentirse casi opresivo, y en su lugar ofreció “libertad para mezclar, exagerar y jugar”.}Nostalgia con actitud: No es solo recordar los 90 o 2000, es redirigir esas estéticas que antes se decían que eran de mal gusto. La especialista dice que este resurgir del Kitsch coincide con el renacimiento de décadas pasadas, pero llevado a otro nivel “ya no es solo inspiración retro, es rescatar lo que en su momento fue considerado vulgar o excesivo y darle nuevo valor”. Ejemplo de ello son el dorado exagerado, los estampados psicodélicos o las siluetas sobrecargadas que hoy se ven en las pasarelas.
- Autenticidad imperfecta: Es esa necesidad de mostrar lo real frente a tanto filtro. “Esta estética celebra las imperfecciones, lo emocional crudo, lo que no pasa por el cedazo de la corrección visual”. Es una era que ofrece permiso para ser excesivo, para no seguir las reglas. La experta conecta esto con tendencias sociales más amplias: “Vemos lo mismo en el auge del ‘ugly fashion’ o en cómo las redes valoran cada vez más lo espontáneo sobre lo perfectamente planeado”.
- Identidad latinoamericana en primer plano: Para nosotros esto es particularmente significativo”, enfatiza Salas. El Kitsch en Latinoamérica no es moda pasajera… está la arquitectura popular, en las telenovelas, en los mercados callejeros. “Lo que ahora ocurre es que finalmente estamos orgullosos de estas estéticas que antes menospreciábamos por no ajustarse a cánones europeos”. La experta destaca cómo “el diseño local está usando el Kitsch conscientemente como lenguaje de identidad y resistencia cultural”.
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