Juliana Garcia
No tiene una cumbre favorita pero tiene muchas que le gustan y desea volver a ellas.Cortesía

Juliana García y su reto al ser guía siendo mujer

La montañista fue la primera mujer latinoamericana en obtener su certificación internacional de guía. Habla
sobre sus logros recientes

Nada se asemeja a la experiencia de ver un amanecer en la cima de un nevado. “Es como estar en casa”, asegura la montañista Juliana García.

Desde su residencia en Estados Unidos, donde actualmente se certifica como guía de esquí, la quiteña reflexiona sobre sus múltiples logros en el montañismo, entre ellos los años que presidió la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña, Aseguim, su certificación por la Federación Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (Ifmga), que la convirtió en la primera mujer latinoamericana en convertirse en guía de montaña y su labor como instructora en educación de avalanchas.

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Es una carrera muy dura. He pasado más de quince años preparándome y aún continúo haciéndolo. Hay mucha gente que cree erróneamente que el montañismo es un hobby pero no lo es, es una profesión que parte de la vocación”, señala.

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García coronó su primera cumbre a los 14 años. Un año antes tuvo su primer encuentro con las montañas, durante una excursión del colegio.

“Yo estudiaba en un colegio de educación alternativa y cuando tenía 13 años hicimos un viaje en bicicleta de Quito a Manaos. Pedaleamos durante cinco meses y fue una experiencia transformadora, porque aprendí lo importante que era hacer lo que a uno le llenara”, recuerda.

De la escalada pasó al montañismo junto a los clubes de campamento de Fabián Zurita. “Me enganché con las montañas; fue un enamoramiento que nunca he dejado”, dice.

Y sin embargo, sí hubo una época en la que pensó en parar. Cursaba la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ)y se le hacía cada vez más complejo hallar con quién practicar el deporte o salir de excursión.

Eventualmente, tras graduarse, viajó a Perú y Bolivia para aprender en diversos clubes de andinismo de esos países y subir la Cordillera Blanca. “Ahí, de a poco, fui encontrando un grupo de gente con la cual salir, de quienes aprender y para los que el montañismo no fuera solo un pasatiempo de fin de semana”, indica.

Eventualmente, dejó la urbe para certificarse y trabajar como guía de montaña a tiempo completo.

Sus viajes la han llevado a algunas de las cumbres más complejas del mundo y a parajes impensados, como los de Groenlandia y los Himalayas.

Juliana Garcia
Pero para Juliana no fue nada fácil. El machismo mostró su rostro más oscuro desde el principio de su extensa travesíaCortesía

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Pero no fue nada fácil. El machismo mostró su rostro más oscuro desde el principio de su extensa travesía hasta que obtuvo su certificación internacional y lo ha continuado haciendo a lo largo del camino.

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“Hay mucha presión cuando eres la única mujer entre veinte hombres. Cualquier cosa que hagas o dejas de hacer, los ojos de los demás están sobre ti, pese a que tengas la misma experiencia o certificaciones. Es muy complejo llegar al punto donde ya no tienes que demostrarle nada a los demás”, comenta.

Afirma que si bien con el paso del tiempo ha ido ganando el respeto de otros profesionales y aficionados de su campo, hay quienes aún prefieren subir una cumbre junto a un hombre.

Es difícil guiar en una sociedad que nunca ha confiado en la mujer para este trabajo, que siempre ha sido percibido como un terreno de hombres. Nuestra cultura es así”, afirma.

Pese a ello, darse por vencida no está entre sus planes, pues además de amar su profesión, asegura que tener referentes es vital para las jóvenes montañistas que inician su recorrido en este campo.

Es una responsabilidad grande, pero una muy necesaria. Tener referentes en tu rama te muestra que sí se puede lograr y que no es imposible, incluso cuando las cosas se ponen difíciles”, añade.

Este año, García terminará su certificación como guía de esquí para convertirse por completo en una guía Uiagm y seguirá una especialidad en Alaska en pronosticación de avalanchas.

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¿Cuál es su cumbre favorita?

No tengo una sola. Hay muchas que me gustan y a las que me encantaría volver.

¿A cuáles les gustaría volver?

A las de Nepal, que son hermosas, y a Groenlandia, donde vuelvo cada vez que puedo.

¿Y en Ecuador?

El Antisana, el Cayambe y el Altar. Los Ilinizas también.

¿Cuál fue su primera cubre?

El Atacazo, cuando tenía 14 años. Es un recuerdo muy bonito.

¿Cómo lucha contra el miedo cuando está en una cumbre?

No creo que haya que luchar contra el miedo, el miedo es lo que te mantiene vivo.

¿A qué dedica su tiempo libre?

Me encanta viajar, escucho todo tipo de música, y me gusta leer.

¿Qué consejo le daría a las chicas que quieren iniciar en el montañismo?

Que encuentren su tribu. Que encuentren un grupo para ir a la montaña con el que se sientan cómodas y seguras, y que no se den por vencidas si no lo hallan enseguida. Y que compartan la experiencia. Lo mejor del montañismo es compartir la experiencia.

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