
Dormir en cuartos separados: ¿crisis o nuevo modelo de amor?
Dormir en habitaciones separadas no siempre es una señal de crisis. A veces, es solo una forma distinta de convivencia.
Los ronquidos, los diferentes horarios de trabajo o simplemente la comodidad de ocupar toda la cama sin compartir las almohadas son algunos de los motivos que hacen que algunas parejas elijan dormir solas, sin que eso signifique que el amor se haya terminado. Es que, aunque al anochecer cenan juntos y se dicen un “buenas noches” junto a un beso, al finalizar su rutina nocturna cada uno va a su propio cuarto.
Cada vez más se populariza esta forma de convivencia que parejas de celebridades como Victoria y David Beckham, Kevin y Danielle Jonas, Donald y Melania Trump, y Cameron Diaz y Benji Madden han revelado que practican con éxito en sus relaciones, demostrando que dormir separados podría ser el ingrediente de una relación duradera... Aunque, claro, no hay que dejar a un lado que existen casos en los que también puede significar una tregua silenciosa cuando el amor empieza a desvanecerse.
Razones que no implican ruptura
El psicólogo clínico Steven Jara comenta que dormir en habitaciones separadas no siempre es sinónimo de crisis. “Esta práctica no es nueva, pero sí ha ido cambiando su significado con el tiempo. Anteriormente, dormir en cuartos separados se veía como un problema de pareja. Sin embargo, hoy sabemos que puede deberse a muchas razones, no necesariamente al fin del amor”.
Según Jara, poco a poco es más común que las personas tomen esta decisión sin que eso implique una desconexión afectiva. Entre los motivos más habituales, agrega, están las diferencias en las rutinas de sueño u horarios laborales. “Puede que uno tenga movimientos bruscos al dormir y eso afecte al otro. Hay quienes necesitan silencio absoluto para dormir, mientras que su pareja no puede conciliar el sueño sin la televisión encendida. Algunos madrugan, otros trasnochan. Unos roncan, otros se despiertan con el menor suspiro”, menciona.
¿Y la intimidad?
La psicóloga Daniela Terán dice que uno de los grandes temores al dormir en camas separadas es que la intimidad desaparezca. Y sí, puede pasar… si se descuida por completo. Por eso, Terán aconseja mantener pequeñas acciones en la rutina cotidiana que demuestren el amor y la cercanía entre ambos. “Basta con no dejar que la rutina gane. Agendar una noche juntos, mantener los gestos de cariño, conversar antes de dormir, sorprenderse de vez en cuando o simplemente tener espacios de conexión al despertar. La clave está en que dormir separados no se convierta en vivir separados emocionalmente”, recalca Jara.
Aunque tiene su lado positivo, esta práctica también puede surgir a causa de conflictos no resueltos y, aunque aún no se ha llegado al punto de una separación formal, dormir separados puede ser una forma de tomar distancia sin romper del todo. “Cuando las peleas son constantes, la paciencia se agota y el cariño se siente cada vez más lejos, esa separación física puede ser un síntoma de que ya existe una desconexión emocional y afectiva con la pareja”, dice Terán.
Por eso, aunque al principio dormir separados parezca una solución fácil para no seguir discutiendo, si esa barrera se mantiene y no hay un trabajo real por reconectar, es fácil que la relación se transforme y, poco a poco, se apague la ‘llama del amor’ sin que nadie lo diga en voz alta. “Si la decisión ha estado relacionada con aspectos que le van a ayudar a ambos a mejorar la relación, puede ser algo positivo. Pero si la decisión fue tomada a partir de diferencias o para evitar conflictos, ya sabemos que esto es algo negativo que afecta la dinámica en general”, señala la experta.
Qué decirles a los hijos
Aunque la relación vaya bien y mantienen esta forma de convivencia sin problema, es importante explicárselo a los hijos. Decirles que mamá y papá duermen en cuartos separados, pero se quieren y están bien, les da tranquilidad. Lo esencial es que sientan que todo está en orden y que el amor sigue presente.
Por otro lado, en el caso de que los padres ya no sean pareja, pero siguen viviendo bajo el mismo techo (y durmiendo en cuartos separados) por criar a sus hijos juntos, Jara cree que “aunque esta decisión nace desde el cariño”, puede volverse confusa si no se maneja con madurez. “Necesitan mucha tolerancia y, sobre todo, comunicación. Los niños se dan cuenta de que algo cambió, y ocultarlo solo generaría ansiedad. Lo mejor es hablarles con honestidad”.
Eso sí, dice que a largo plazo, cuando la convivencia se vuelve forzada o tensa, lo más sano es vivir separados y explicar lo sucedido a los pequeños de la casa. “No es positivo para nadie sostener una relación que ya no existe solo por mantener una imagen”.
Steven Jara, psicólogo clínico.
Hora de hogares separados
Cuando la convivencia se vuelve tensa o emocionalmente desgastante, es ahí cuando seguir compartiendo casa deja de ser una buena idea. Terán lo explica así: “Si la convivencia llega a un punto en el que existe más malestar que bienestar, lo mejor es ser honestos y plantear la posibilidad de vivir por separado”.
Recuerde: que una relación no haya funcionado no significa que tengan que vivir en un ambiente incómodo. A veces, tomar distancia también es una forma de cuidar su paz individual.
Daniela Terán, psicóloga clínica.
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