Cristina Maag influencer , comunicadora y empresaria de moda
Para esta quiteña la moda es historia, cultura y autoconocimiento.Foto: Narcis Herrera

Cristina Maag, de bloguera a voz influyente en la moda latinoamericana

Con más de 246 mil seguidores, la creadora de Front Row ha sabido convertir su historia en una marca personal que inspira

Bajo la luz del flash, Cristina Maag eligió vestir algunas prendas que fueron de su padre. No fue un gesto casual. Su historia personal está marcada por los campos de algodón que cultivó Alberto Maag. “Mi papá tuvo plantaciones y fábrica textil”, recuerda, evocando aquel sonido de máquinas que se convirtió en la música de su infancia.

“Para mí, la moda nunca fue solo lo que me pongo. Crecer entre esos campos me hizo ver que la ropa no es superficial… es economía, cultura, política, identidad”. Con esa declaración, esta quiteña nos abre la puerta a su universo: un mundo donde la moda no se reduce a tendencias, sino que, en palabras de ella, “es memoria”. 

No es diseñadora, sino comunicadora nata que entendió que lo fashion podía vivirse desde otro ángulo: el de la marca personal. En 2013 creó Front Row, un blog pionero en Ecuador que la proyectó a escenarios internacionales: el reconocimiento en el Blogger Influencer Week en Panamá, pasarelas como las de París, Nueva York y Milán, y a nivel local, charlas y talleres que la consolidaron como voz autorizada de la industria.

Con más de 246 mil seguidores en redes sociales, muchos de ellos en Latinoamérica, su discurso no se queda en la superficie. “Hacer bonitas fotos y pagar cinco dólares en redes sociales no es una estrategia de marca”, sentencia. Para Cristina, el verdadero reto de la moda ecuatoriana es pensar en clave global: generar alianzas, apostar por ferias, construir narrativas que conecten emocionalmente y, sobre todo, diseñar estructuras que no dependan solo del romanticismo creativo, sino de planes de negocio sostenibles.

Hoy, a los 39 años, es más que testigo del cambio: ha sido parte de él. Su dinamismo cobra especial fuerza en esta producción, donde el algodón de las prendas heredadas se convierte en símbolo. Un recordatorio de que el pasado y el futuro, cuando se entrelazan con propósito, pueden transformarse en la fibra más resistente de todas.

Cristina Maag, comunicador, empresaria e influecer de moda en Ecuador
Luce piezas de su padre como un homenaje a sus raíces y a la memoria textil.Foto: Narcis Herrera
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Del blog a la marca personal

Su relación con la moda nació  temprano.  “Yo confeccionaba mi propia ropa desde niña, me dieron una máquina de coser profesional en cuarto grado. Hacía mis carteras, mis vestidos, y los llevaba al colegio”, recuerda.

De ahí que el concepto de estilo, para Cristina, va más allá de etiquetas estáticas. “No del todo creo en eso de ‘definir tu estilo’. Para mí el estilo no es estático: evoluciona contigo". Sus elecciones, explica, han estado profundamente marcadas por las experiencias de vida. “A veces uso más color, otras me refugio en el negro. Después de vivir en Medio Oriente amaba el dorado; cuando murió mi papá, volví al negro. Nada es casualidad”.

Esa forma de entender la moda la hizo transitar hacia la marca personal cuando todavía no era una conversación común en la región. “En esa época la gente solo leía sobre moda en revistas. Tener una marca personal me permitió proyectarme, sostenerme en el tiempo y ser coherente con mis valores y objetivos. Todo lo hago con intención: qué quiero aportar, hacia dónde voy, cómo conecto con mi comunidad”, explica.

Eso le permitió dar charlas, consolidar su estrategia y demostrar que Front Row no era solo un blog de moda, sino “una marca con esencia y estrategia”.

Cara a cara

¿Qué opinas del concepto de “marca país” aplicado a la moda?

Es un tema complejo porque abarca diferentes rubros. Cuando hablamos de marca país pienso en lo autóctono: sombreros de paja toquilla, bordados, artesanía. Eso es muy distinto al ready to wear. Pero lo interesante es que cada vez más diseñadores locales incorporan artesanía a sus colecciones. Eso no solo agrega valor, también permite remunerar mejor a los artesanos.

¿Cuál sería el reto más grande en Ecuador?

La estrategia. El mercado ya no es solo Ecuador: el mercado es el mundo. Y aún hoy hay muchos que no valoran lo estratégico. Hacer fotos bonitas, subirlas a redes y pagar cinco dólares en Facebook o IG no es una estrategia.

¿Qué debería combinar?

Una verdadera estrategia debe tener relaciones públicas, alianzas, ferias correctas, embajadores de marca que realmente conecten con tu público, no siempre el influencer con más seguidores es el adecuado, y sobre todo, un plan de crecimiento sostenible. El reto es entender a quién le hablas, y cómo vas a conectar emocionalmente con un consumidor global.

¿Y qué sucede con los diseñadores locales?

Muchos intentan hacerlo todo solos: crean, producen, venden, hacen números. Y se agobian. Lo que siempre digo es: busca un socio. Es mejor tener un porcentaje de un pastel grande que el 100% de un pastel pequeño. El diseño es creativo, pero hay que verlo como negocio.

Con más de 15 años de trayectoria, ¿qué significa para ti la moda?

Para mí es imposible separar la moda de mis recuerdos. Puedo asociar cada momento importante de mi vida a una prenda. La moda es el algodón de mi infancia, el ruido de las máquinas de la fábrica de mi papá, los viajes, los fashion weeks, las noches de costura en mi adolescencia.... A la moda siempre la sentí viva.

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