Tatuaje
Zullybert González se grabó en su pierna derecha la imagen de su perro Kreus. Diego Viñan fue el tatuador.Cortesía

Con sus amados peludos inmortalizados en la piel

La tendencia va mutando y los amantes de los animales ya no solo se tatúan huellitas y nombres de sus perros o gatos sino también sus rostros

A Luis Vera Rosales no le importó pasar por “nueve horas de sufrimiento” en una sola sesión, para lograr que le grabaran en su piel un realismo del rostro de su hijo perruno Chokolate, un pitbull que hoy tiene 13 años.

“Me puse el tatuaje en mi espalda porque Chokolate siempre me ha resguardado y siempre estará incondicionalmente para mí”, cuenta este veterinario guayaquileño de 32 años, sobre su mayor engreído y primer perro de 17 canes rescatados que tiene (está a cargo también de 38 gatos).

A Zullybert González, una venezolana de 29 años que reside desde hace 4 en Guayaquil, tampoco le importó pasar atada a las agujas por horas. Quería inmortalizar en su piel a su consentido y pidió que le dibujaran el rostro de Kreus en su pierna derecha.

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Para ella, hacerlo muestra mucho más que el amor que siente por su perrito mestizo, que el próximo 4 de marzo cumplirá un año. “Kreus llegó en un momento de mi vida en el que necesitaba un poco de orden. Me lo tatué porque él representa para mí compromiso, responsabilidad, lealtad y amor incondicional”, cuenta.

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Luis Vera se tatuó a Chokolate en su espalda, un pitbull de 13 años.Cortesía

Es el segundo tatuaje que Zullybert se realiza en su vida (el primero fue en 2019). Fue Diego Viñan Carrillo, un guayaquileño de 29 años, quien se encargó de trasladar la imagen de aquella fotografía que le llevó su clienta hasta su piel.

No es el primero de este tipo que hace. Ya ha cumplido con otros pedidos de personas que quieren dibujarse a la mascota con la que viven o que ya partió. “Los tatuajes representan historias, momentos de felicidad, seres queridos... Además rompen el tabú de que no son para todo tipo de personas”, resalta.

Israel Zapata, un tatuador guayaquileño de 37 años, también ha sido testigo de cómo va creciendo esta tendencia. Desde hace unos años ve que los dueños de las mascotas buscan grabarse sus nombres o una huellita; pero últimamente hay más personas que llevan las fotografías de sus peludos consentidos para que se las plasmen.

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“Hace un mes tatué el rostro del perrito de un amigo en su pierna izquierda”, recuerda Israel sobre este trabajo que le tomó un poco más de tres horas y media. “Ellos traen ideas originales, propias, por lo que plasmas algo que no es repetitivo”, dice este profesional que lleva 14 años en la actividad.

Tatuaje
Israel Zapata tatuó la imagen del perro de un amigo en su pierna izquierda.Cortesía

Carlos Tigre también ha vivido esta experiencia en su local. La semana pasada inmortalizó en la piel de uno de sus clientes a un shih tzu y a un beagle. “Tuve la libertad de poder acoplar los dos en un solo diseño”, explica.

Con estos pedidos puede jugar con su creatividad y estilos, ya sea con siluetas, acuarelados, realismo, algo no tradicional o tradicional. Y aunque cuenta que la mayoría de clientes que se tatúan mascotas son amantes de los perros, hay también otros que rinden un tributo a sus gatos. Pero no solo a ellos. Confiesa que también ha plasmado loros, hasta iguanas y puerquitos.

En las redes sociales, los tatuadores hacen gala de sus trabajos. El precio varía dependiendo del local, pero también del tamaño y del lugar del cuerpo en el que se coloque el tatuaje, pues hay zonas en las que es más difícil hacerlos. Una huellita puede costar $ 40 y los retratos pueden superar los 200 e ir más allá de los 400. Depende también de la raza del animal, pues algunas necesitan más detalles.

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Es una tendencia creciente en la que las personas ya no solamente se tatúan a sus padres, abuelos o parejas, sino que ahora también se graban en la piel a sus peludos consentidos para demostrar su amor.

Tatuaje
Carlos Tigre acopló en un diseño la imagen de las mascotas de un cliente, un shih tzu y un beagle.Cortesía

Recuerdos

Los dueños de mascotas se tatúan también huellitas con alas y los nombres de sus peludos que murieron. Otros se graban a aquellos perros o gatos que se perdieron y que no han encontrado.