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Wilma Andrade dice que logró equilibrar su rol de madre y de política cuando se deshizo de los sentimientos de culpa.René Fraga/EXPRESO

Wilma Andrade, sus tres hijos son sus asesores en la vida y la política

La actual legisladora dice que a veces ha sido “la mamá de los pollitos” en la Asamblea. Reconoce que para una madre hacer política es cuesta arriba

La 'mamá de la mamá' es un especial digital que EXPRESO ha preparado para homenajear a todas esas mujeres que no solo se han lucido tratando de ser las mejores madres para sus hijos, sino las mejores en cada una de las áreas que escogieron para sus vidas: desde la política, el deporte y el emprendimiento, hasta la música.

Wilma Andrade lleva vinculada a la política cerca de 35 años. En este tiempo ha conjugado su rol de madre en casa, pero también de guía casi maternal en otros espacios como Izquierda Democrática (ID) y ahora la Asamblea Nacional.

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Tiene tres hijos. El mayor es Marco, le sigue Pablo y Lorena. Por ellos se alejó de la actividad por un buen periodo de tiempo, mientras los veía crecer. “La política está hecha para hombres por los horarios, por las decisiones, por la estructura patriarcal que existe y eso hay que cambiar”, señala.

En 1996 volvió. Esta vez para ser candidata a concejal de Quito, cargo que ocupó por tres periodos consecutivos, hasta 2006. Regresó con otra mentalidad. Primero entendió que no podía tratar de ser la “madre perfecta o la súper mamá” que abarcaba todo en casa y en la política.

Hay que sacarse ese estereotipo de la madre tradicional abnegada. Podemos ser buenas madres sin sacrificar nuestra propia realización personal.

Para lograrlo hizo mancuerna con su esposo Marco Morales, pero también con su entorno familiar. Con sus hijos ya adolescentes decidió involucrarlos en algunas de sus actividades con dos objetivos: que vean a su madre como la mujer de vanguardia que se ausentaba por una causa que considera justa y, de paso, que empiecen a palpar otras realidades duras que vive la gente.

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Los tres hijos de Andrade son mayores de edad. Ahora, ella disfruta de su etapa de abuela. Tiene cuatro nietos.Cortesía

Aunque Andrade no lo hizo con la expectativa de que se involucren en la política, en 2015 tuvo su recompensa con Pablo que le ayudó en la tarea de atraer a los jóvenes en el proceso de reinscripción de la Izquierda Democrática en el Registro de Partidos.

“Él me hizo entender que en este momento nadie quiere ponerse un sello y menos de un partido. Y que lo que motiva a los jóvenes ahora en política son las causas: el ambientalismo, los temas de género, el animalismo. Mis hijos son ahora mis mejores asesores”, reconoce.

Paola, la menor de todos, es la que más rehúye a la política, porque ha visto lo ingrata que esta ha sido muchas veces con su madre, pese al sacrificio familiar que ha significado ejercerla por más de tres décadas.

“En los partidos podemos dar pasos sencillos como crear espacios lúdicos para los niños, mientras sus madres acuden a reuniones de la organización”.

En 2006, Wilma se convirtió en diputada, pero a los pocos meses el Congreso fue disuelto. Volvió una década después, con más experiencia, a la Asamblea Nacional siendo en 2017 la única representante de la ID.

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“En la Asamblea también he tenido que hacer las veces de mamá de los pollitos”, dice y cuenta que en el anterior periodo legislativo, más que en el actual, tuvo la posibilidad de motivar especialmente a los jóvenes asambleístas para que participen y hagan sentir, sin miedo, su voz.

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Al interior de la Izquierda Democrática ha estado a cargo de la formación de nuevos cuadros.Cortesía

“Más que dar un consejo, que no es algo que me corresponda si no me lo han pedido, debo decir que en la anterior Asamblea hubo mayor posibilidad de diálogo. Incluso hicimos un frente femenino para impulsar las reformas al Código de la Democracia para una mayor participación de las mujeres y en contra de la violencia política”, recordó.

Pensó que en la actual Asamblea, que cuenta con más jóvenes, muchos de su partido, podría continuar con ese ejercicio, pero reconoce que se ha hecho muy complicado por el grado de conflictividad que existe en ese organismo.

En política reconoce que ha tenido ‘hijos putativos’ que le han dejado sabores agrios y dulces. En el primer grupo están aquellos que se le acercaron con el fin de escalar en el mundo de la política y se alejaron de ella cuando fueron alcanzando sus objetivos. Algunos incluso denostándola.

Ella prefiere recordar a esos jóvenes que formó en alguna etapa de su vida y que siguen creciendo sin traicionar los principios de la socialdemocracia, pese a las adaptaciones que exige la modernidad.