
Viviendo en las sombras: dos ecuatorianas luchan en EE. UU. por evitar la deportación
Dos ecuatorianas viven en la sombra en EE.UU., temiendo la deportación. Mantienen un bajo perfil y la alerta constante
La travesía de Manuela y Carmen, dos ecuatorianas que llegaron a Estados Unidos buscando un futuro mejor, se ha convertido en un desafío constante. Años después de atravesar tierras y fronteras, enfrentan una nueva batalla: la incertidumbre de ser deportadas, mientras viven al margen de la sociedad, siempre alertas y evitando ser detectadas por las autoridades migratorias. El miedo y la soledad las acompañan en cada paso, como una sombra inquebrantable que les recuerda el precio de su decisión.
Manuela, que llegó hace dos años tras meses de travesía por tierra, ha vivido con la incertidumbre de no saber si al salir de casa podría ser detenida. "Acá (un pueblo ubicado a dos horas de Nueva York) está más tranquilo. No hemos visto redadas”, cuenta. Sin embargo, no puede trabajar en paz. “Tenemos incertidumbre de salir por miedo a que nos persiga Migración. A pesar de que nosotros no hemos cometido ninguna infracción en este país”.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. ha intensificado los temores de muchos migrantes, y la realidad de los deportados es un recordatorio constante de lo frágil que es su permanencia en el país.
Ella dice que camina con sigilo rumbo al trabajo, tratando de no llamar la atención. “Creo que aquí viene la ley de supervivencia. Toca cuidarse cada uno. No queremos que nos deporten”. Que el tema es muy complicado, asegura. "Uno se encomienda a Dios y que sea la voluntad de Él”.

Otra historia desde Ohio
Por otro lado, Carmen también ha decidido alejarse de los grandes centros urbanos y mudarse a una zona remota en Ohio, donde el movimiento migratorio es casi inexistente. "Es mejor estar acá, donde no hay movimiento”, explica.
Ella se enteró de que la situación migratoria se iba a complicar ya en octubre de 2024. “Los rumores se hicieron más fuertes y la desesperación aumentó. Sobre todo porque muchos no han pagado sus deudas con los coyotes”, revela la compatriota.
Carmen, como muchos migrantes, cruzó la peligrosa selva del Darién a pie, y aunque lo considera un reto titánico, México le pareció aún más aterrador debido a la violencia de los carteles de drogas. “Nos robaron dinero. Fue muy complicado entrar a Estados Unidos como para perderlo todo”.
Donde reside es muy alejado, por lo que tampoco tiene contacto con muchas personas. Cree que es mejor mantener un bajo perfil, sin llamar la atención. No obstante, confiesa que si la deportan no sería del todo malo. “No me enseño aquí, estoy muy sola. Extraño a mis hijos. Volvería a casa si ya me toca”, admite.
Ambas ecuatorianas coinciden en algo: prefieren vivir en las sombras, sin llamar la atención, temiendo que la vida que han construido pueda desmoronarse en un instante. Pero también son conscientes de que, si la deportación llega, su regreso a Ecuador, aunque doloroso, podría ser la única opción.
(Los nombres de las protagonistas fueron cambiados por razones de seguridad, ya que ellas solicitaron no ser identificadas)
Para seguir leyendo EXPRESO sin restricciones, suscríbete aquí