Venezuela al estallido

La dictadura de Nicolás Maduro, creada y sostenida por el castrismo, que se acostumbró a vivir de gorra, antes con el subsidio soviético de más de 5.000 millones de dólares anuales, y cuando colapsó ese régimen perverso presidido por Stalin, a los golpes de la perestroika y el glásnost, buscó su reemplazo y lo encontró en la figura de un militar venezolano llamado Hugo Chávez. Hizo de este una especie de caudillo continental, utilizando para el efecto las necesidades económicas de varios países de la región y cuando Chávez murió, víctima del cáncer, el castrismo tembloroso por la falta de divisas, hizo de Nicolás Maduro el hombre que dialogaba con los pájaros, a uno de los cuales hacía aparecer como la figura del fallecido Chávez y conversaba también con las vacas, en cuyos diálogos se perdían las grandes cantidades de dinero que poseía ese país con las reservas inmensas de petróleo. La torpeza de la dictadura chavista- castro- madurista, ha hecho que caiga en una crisis insalvable, especialmente si se mantiene en el poder el causante del desastre.

La maniobra de la elección para una Asamblea Constituyente ha resultado un verdadero fracaso porque de acuerdo con las cifras reales apenas 3 millones de venezolanos concurrieron a las urnas, mientras el oficialismo madurista informa falsa y temerariamente que son 9 millones los que votaron por la Constituyente.

Ante esta realidad, el camino de una solución pacífica ha sido definitivamente obstruido. Si no hay un pronunciamiento militar en ese país, se verá envuelto en una masacre sangrienta y una guerra civil que dejará miles de muertos y no aportará ninguna solución.

Venezuela se halla al borde de un estallido brutal. Y los pueblos democráticos del mundo deben poner todo su esfuerzo para forzar a la dictadura a dejar pacíficamente el poder, porque si no lo hace, días sangrientos surgirán en la patria de Bolívar.

El Gobierno provisorio que podría instalarse tendría la obligación moral e ineludible de convocar a elecciones generales de manera inmediata, porque no se puede reemplazar una dictadura por otra. Porque nunca las dictaduras, sean de una o de otra tendencia, dejan frutos saludables y de una o de otra manera caen siempre en los peores excesos.