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Miembros de la Policía vigilan permanentemente los accesos a la Embajada de México en Quito.
Miembros de la Policía vigilan permanentemente los accesos a la Embajada de México en Quito.Foto: Karina Defas/ EXPRESO

La tesis de un tongo para la huida de Glas todavía no tiene una demostración

Mientras Noboa no extienda el salvoconducto para que Glas aproveche del asilo, no hay cómo apuntarle con el dedo acusador

Al menos hasta el cierre de esta edición no había ninguna evidencia que permitiera establecer que el gobierno de Daniel Noboa haya estado coludido ni con el correísmo ni con el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para favorecer al exvicepresidente Jorge Glas y permitir su salida del Ecuador. 

Es más, mientras Noboa no extienda el salvoconducto para que Glas aproveche del asilo concedido por AMLO, no hay cómo apuntar con el dedo acusador al presidente. Y con el comunicado de la Cancillería de la tarde del viernes 5 de abril en la tarde, esa posibilidad se aleja: se afirma de forma expresa y contundente que no habrá salvoconducto porque sería ilegal hacerlo. ¿Es irreversible esa decisión? Habrá que ver para creer, como dijo santo Tomás hace muchísimos años.

(Lea también: Con el asilo político a Glas, México trastoca los intereses del Ecuador)

Lo que sí ocurrió durante toda la mañana y tarde de viernes es que circularon tantas dudas e interrogantes que hicieron inevitable sospechar de un tongo o acuerdo. Por ejemplo, ¿por qué AMLO habla del asesinato de Fernando Villavicencio cuando ya son casi ocho meses de lo ocurrido? 

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Hay quienes sostienen, en defensa de la inocencia del presidente mexicano, que si se escucha la mañanera del miércoles 3 de abril, no parece que el presidente mexicano haya tenido previsto hablar del tema. Pero si uno aplica la ecuación según la cual los políticos viven del simulacro, esa defensa de AMLO se cae solita.

Otra pregunta tiene que ver con la embajadora: es conocido desde hace meses que Raquel Serur era un obstáculo para la concesión del asilo y que había enviado a México varios informes negativos sobre el asilo de Glas. Asilar a una persona que no ha cumplido con su condena, que huye de la justicia, que tiene inmensos escándalos de corrupción y, como si fuera poco, ha aparecido últimamente con nexos con el narcotráfico (todo parece indicar que el habeas corpus a su favor fue financiado por Leandro Norero), el asilo no era conveniente ni legal.

No hay que olvidar, además, que Glas tenía acusaciones de acoso a una de sus excolaboradoras y un proceso legal por ese tema. Además, también se conocía que Serur extendía sus horarios de trabajo para verificar que Glas no se escape, ya que desconfiaba de algunos funcionarios suyos. ¿Era entonces la movida perfecta fabricar un pretexto para sacarla del cargo?

La tesis de la conspiración dice más o menos así: Rafael Correa, que estuvo hace poco en México, y su excanciller Ricardo Patiño (muy cercano a AMLO y que vive en México) le cuentan su plan al presidente mexicano, el cual ha sido antes consultado con Noboa

Según este libreto, hay que buscar un motivo para disparar el tema del asilo y sacarse de encima a la embajadora Serur. Por eso, AMLO sale con el tema de Villavicencio que, básicamente, es el argumento que ha sostenido el correísmo para zafarse del sambenito de la culpabilidad en su asesinato. 

El gobierno de Noboa, que ya está al tanto, según esta teoría que hasta hora sigue siendo conspiranoica, reacciona con una firmeza que todos aplauden, incluso los diplomáticos que no están conchabados con el Gobierno y que no son ni remotamente correístas.

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La reacción es la correcta, aunque tardía, dicen. Claro, dicen que es tardía porque hasta que se anunció la expulsión de la funcionaria, el Gobierno había observado una tibieza ejemplar con México en este horrible tema. Al guion se le agrega el inusitado y violento despliegue policial en los alrededores de la Embajada y el comentario de AMLO de que así actúan los “fachos”. Ah y en la reacción del Gobierno mexicano a la expulsión de la embajadora se incluía, recién en el cuarto párrafo, la noticia de que se concede el asilo a Glas.

Sin embargo, quedan aún dos pruebas de marca mayor para poder hablar de un complot: el salvoconducto emitido por el Gobierno y una eventual fuga pactada. El primero supondría una decisión ilegal que dejaría un peligroso precedente jurídico (cualquier narco podría pedir lo mismo) amén del escándalo. Sin embargo, en la tarde del viernes 5, la Cancillería emitió un largo y muy profesional comunicado, en el que afirma que no habrá salvoconducto. Es de esperar que ese criterio se mantenga, sobre todo por la contundencia con el que se argumenta de que no habrá salvoconducto.

La prueba que queda, es decir, la de la posible fuga sería un escándalo tan grande que pondría en peligro la consulta popular del Gobierno. Además, que sería un conflicto diplomático de proporciones.

Nada se puede concluir aún sobre el futuro de Glas. Todavía faltan algunas piezas y el anuncio de que no habrá salvoconducto permite ser optimistas de que, al menos en este caso, no hay espacio para la impunidad. Al exvicepresidente le quedan, todavía por delante, muchas angustias e incertidumbres que sufrir.

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