El resurgir de la ‘zona cero’
Los negocios retoman el ritmo. El tráfico fluye. En este punto intentan recobrar la normalidad.
Fue, durante las manifestaciones, un punto crítico. De hostilidad y enfrentamientos. La ‘zona cero’. Quizás en el país, la más sensible al vandalismo. Dos semanas después, intenta resurgir. Y lo está consiguiendo. Pero aún hay heridas que no han cicatrizado... ahora en los alrededores del ágora de la Casa de la Cultura y de la Asamblea Nacional, centro-norte de Quito, hay apacibilidad. Quietud. No hay basura ni rezagos de gas lacrimógeno. Fluye el tráfico. Abren los negocios. De entre las ‘cenizas’, esta zona empieza a ‘revivir’.
En la avenida Patria, algunas mallas que recubren la Casa de la Cultura están rotas. Quemadas. Es la evidencia de que algo pasó allí. Dentro -a pocos metros del ingreso del ágora-, en un pequeño kiosco que exhibe gaseosas, cigarrillos, frituras, está Barbarita Rosero. “¡A mí me pegaron!”. Su primera frase. Esta mujer, comerciante desde hace 38 años, se arriesgó a abrir su negocio, pese a que aquella era la sede indígena durante las protestas. No tardaron en saquear su puesto y llevarse, ella calcula, unos 220 dólares en productos. Su capital.
▶ Minga de limpieza en el parque El Arbolito y sus alrededores
Para levantarse, pidió dinero prestado. Con eso ha logrado llenar su puesto de confites, pero la herida que le causaron tras golpearla con un palo -con un clavo- en su mano, está recuperándose. Ella no lo olvida.
A unos 200 metros de allí, un agente de Tránsito camina en círculos. Inspecciona el parque El Arbolito. Hay algo que no cuadra: el césped está dañado. Hay huellas de neumáticos. ¡Qué pasó!, si solo una semana atrás los ciudadanos se habían juntado para limpiar -y recuperar- ese mismo parque. El coordinador general de Operaciones de la Agencia Metropolitana de Tránsito, Cristian Andrade, explica que la noche anterior, el jueves, fue el concierto del colombiano Sebastián Yatra en el ágora. Sus seguidores, algunos, no respetaron el espacio público y aparcaron sobre el césped. Este amaneció, otra vez, ‘lastimado’. [En total, 30 autos fueron llevados en winchas y 12 multados. Hoy apela a la consciencia].
Al frente, cuatro empleados del Municipio de Quito intentan arrancar los rayones de una pared. No son grafitis. A unos pasos de allí hay frases que atacan al presidente y a la eliminación de los subsidios al combustible, por la que ocurrieron las protestas. Hacia el sur, en la avenida Gran Colombia, los negocios funcionan con normalidad. Ya no hay por qué cerrar las puertas.
Entre los edificios que rodean al Hospital Eugenio Espejo, hay uno que aún tiene en su fachada las ‘heridas de guerra’. Es una clínica, que ya ha puesto una denuncia. Dicen que los daños ocasionados alcanzarían los 30.000 dólares. Y que solo una institución bancaria se ha acercado para ofrecer un préstamo para la reparación... No son los únicos que han perdido. Cerca de la Asamblea, Santiago Galarza cuenta que los días de paro que no abrió su restaurante, representaron un perjuicio de 2.000 dólares. Él sí siente incertidumbre todavía, pero la necesidad lo obliga a arrancar de nuevo. A resurgir.
▶ Un toque de queda con desobediencia
Otros aspectos
Embajada
La Embajada de Egipto, que se encuentra frente al parque El Arbolito, en la zona de conflicto, permanece resguardada por un policía.
La Alameda
En el parque La Alameda, a unos metros de la Asamblea, está la base del árbol patrimonial, de 100 años de vida, que dañaron en las protestas.
Transporte
Los servicios de transporte público funcionan con normalidad; por esta zona atraviesan la Ecovía y buses urbanos como el Águila Dorada.