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La reconstrucción no llega tras el terremoto

Han pasado cuatro años del fenómeno natural  y la gente aún vive en casas de caña. la reactivación económica tampoco llega

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Limber Pisco levantó una casa de caña con la ayuda de su familia ante la falta de atención del GobiernoGustavo Guamán

Una deuda que se mantiene. El 16 de abril se cumplen cuatro años del terremoto que afectó principalmente las poblaciones de Manabí y Esmeraldas; sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido la deuda social continúa.

Según la cifra oficial dada por la presidenta del Comité de la Reconstrucción, Elizabeth Molina, al consejero de Participación Ciudadana, Francisco Bravo, son 2.946 millones de dólares los que se destinaron para la reconstrucción.

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La entidad que más recursos recibió fue el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) 503’339.382,28 dólares; sin embargo, para la gente de Portoviejo y Rocafuerte, dos de las poblaciones más afectadas por el fenómeno natural, estos recursos no han llegado, ni las obras tampoco.

“Son casi cuatro años y no hemos visto nada de la reconstrucción”, dijo a EXPRESO Limber Pisco, habitante del sector Tierra Amarilla, cantón Rocafuerte, quien pasó de dormir en el suelo de su casa caída a construir una de caña.

“Viendo que lo único que hizo el Miduvi fue aplanar el terreno, y que la ayuda no llegaba me puse a construir yo mismo, porque en este sector, por lo regular se inunda en invierno, y el agua llega a un metro de altura”, relató Pisco.

Nunca llegó la ayuda, aquí tuvimos que levantar las casas con caña para vivir

Limber Pisco
​habitante de Tierra Amarilla 

En la casa, que tiene 20 metros cuadrados de construcción, vive junto con su esposa, sus dos hijas y su suegra, de 86 años de edad, que tiene discapacidad.

“En Tierra Amarilla se afectaron alrededor de 150 viviendas, muchas destruidas completamente, pero solo se entregaron 20 viviendas”, afirmó el dirigente del barrio Wilmer Macías.

Esta situación no solo se da en lugares alejados de Portoviejo, sino en el centro de la ciudad. Una muestra son los condominios que se cayeron detrás del estadio Reales Tamarindos, en el sector de Los Almendros, que pertenecían a personas de la tercera edad.

Anita Álvarez es una de las damnificadas que perdió el departamento que le heredó su madre. Cuatro años después, el lugar es una explanada.

Ella vive acogida por su padre que tiene discapacidad. A más de haberlo perdido todo, Anita, al igual que los 36 propietarios de los departamentos que ya no existen, sigue pagando el impuesto predial.

Las afectaciones no solo son en lo social, sino también en lo económico. La denominada “zona cero” de Portoviejo no logra reactivarse en su totalidad. Aún se encuentran solares vacíos y la reconstrucción urbana tiene retraso. “El comercio en la zona cero no ha logrado recuperarse en su totalidad. No hemos tenido la ayuda del Gobierno, ni del Municipio”, aseveró Giovanny Bravo, propietario del almacén El Panameño.

Para el comerciante Manuel Gualle, nunca hubo el apoyo para reactivar, en su totalidad, al sector. Dijo que el comercio que al momento se ve es por el esfuerzo personal de cada propietario que perdió su negocio con el terremoto de hace cuatro años.

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Jorge Glas recibirá otra denuncia por delincuencia organizada

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Nueva denuncia contra GLAS

El consejero de Participación Ciudadana, Francisco Bravo, presentó en la Fiscalía una denuncia en contra de quienes conformaron el Comité de la Reconstrucción, que estuvo presidido por el exvicepresidente Jorge Glas. La acusación es por delincuencia organizada. Sin embargo, considera que de las investigaciones se podrían derivar otros delitos como concusión y peculado.

Bravo aseguró que hubo un mal manejo de los recursos públicos. Denunció que el 22 de mayo de 2017, a las 16:00, a un día y medio antes de la posesión del presidente Lenín Moreno, el Comité aprobó “a dedo” 587 proyectos por 2.946 millones de dólares para obras, donde hay sobreprecio, otras inconclusas y otras que no se hicieron, como el tema de las viviendas, por lo que la gente sigue viviendo en carpas o casas de caña, o puentes con sobreprecio, como el de Jama que cuesta más de $ 8 millones.