Punto y contrapunto

Ante la aseveración de un economista en el sentido que “todos los economistas saben que lo óptimo es la depreciación de la moneda”, mi respuesta es: ¡no señor! Y como esta no es una columna de insultos sino de razones, aquí van los argumentos de la tesis opuesta.

En primer lugar, no confundamos la depreciación con la devaluación. La depreciación es la contraparte de la inflación. Su tesis, dicho de otra manera, es que lo óptimo es que haya inflación, a sabiendas de que el único agente económico que puede provocarla es el propio gobierno. En los diez años perdidos ha habido una depreciación de aproximadamente el 45 % de la moneda. Pero no ha habido devaluación: el dólar sigue siendo dólar.

Ud. prefiere la moneda propia para cerrar el círculo de poder sobre la economía. Lo prefiere porque de esa forma un gobierno puede meter impunemente las manos en los bolsillos de los ciudadanos. El gobierno no requerirá hacer operaciones de crédito con el Banco Central (bajo el atrabiliario argumento de que este es un banco más). Ud. propone inflar la moneda; esta se deprecia, y el gobierno paga sus obligaciones con dinero inservible. ¿Quiere que volvamos a 1999, cuando el sueldo mínimo vital era un millón de sucres, pero su equivalencia era cuarenta dólares? ¿Sí sabe que la inflación es un impuesto regresivo?

La dolarización no fue una decisión de política. Fue una necesidad frente al avance incontrolable de la inflación que, habiendo sido generada desde el Gobierno y por las erradas medidas del Banco Central, contaminó al sector financiero y posteriormente afectó a todos los ecuatorianos; las víctimas propiciatorias fueron el más de medio millón de compatriotas que fueron expulsados del país por causa de la crisis de vulnerabilidad que la “moneda propia” engendró.

Cabe preguntarle ¿qué es para Ud. la competitividad? Si de exportaciones no petroleras se trata, no es que Ud. mismo argumenta que la economía saldrá de la recesión en este año, precisamente, porque las exportaciones crecerán al 11 %, ¡a pesar de la revalorización del dólar! Y no es que han crecido estas a lo largo de los años de la dolarización ¡no obstante la vigencia de la moneda dura!

La economía panameña, economista, es dolarizada y tiene desempeño estelar; sus habitantes gozan de un estándar de vida muy superior al nuestro: hay abundancia de créditos, crecimiento de hasta el 8 % anual, y empleo pleno, sin necesidad de cocinar las cifras o de inventar normas mañosas para disfrazar el desempleo en una economía que como la nuestra, ha venido perdiendo su capacidad de absorción debido al atosigamiento de regulaciones, a la hipertrofia tributaria, y a la intervención malhadada de un Estado cuyo comportamiento fiscal es la causa próxima de la recesión.

Para concluir, si Ud. critica que se haya adoptado la dolarización, ¿es que su “novelería” radica en que deberíamos haber adoptado como patrón monetario el “bolívar fuerte” de Chávez-Maduro? En característico lenguaje, usa clichés como la soberanía y la antipatria contra sus contrarios. Contestándole con argumentos, sin embargo, cabe preguntarle ¿y Ud., dónde fue que aprendió economía?